Cuando llega el año nuevo, son muchas las personas que se proponen el clásico "este año voy a hacer deporte de verdad". Corriendo se compran la ropa, las herramientas y se apuntan al gimnasio y, casi con el paso de los días, lo que comenzó siendo un propósito decidido, se va convirtiendo en uno de los tantos fracasos que se irán acumulando a lo largo del año. 

Pero, ¿qué debemos hacer para no caer en la pereza y la desgana? Todo el mundo tiene claro que hacer ejercicio no es solo beneficioso para la salud física, sino también para la salud mental, por lo que este es un muy bien motivo para comenzar a elaborar una rutina deportiva que nos libere de la ansiedad que, a causa de la pandemia y de la rutina cotidiana, estamos sufriendo.

Realizar una práctica deportiva que guste

Correr por correr no lleva a ningún lado. A la hora de decantarnos por hacer ejercicio, es importante elegir uno que nos resulte divertido y que realmente nos ayude a evadirnos. Existen muchos tipos de prácticas deportivas, y una de ellas es bailar al ritmo de zumba. 

También puede ser patinar, montar en bici o caminar. No hay nada escrito en torno a qué práctica es mejor, y siempre se debe elegir la que nos vaya a motivar para continuar. 

Busca un acompañante

Si nos cuesta arrancar, lo mejor es tener a una persona que nos acompaña en el deporte. Quizá no todos los días ella tire de ti, sino que tú te verás con más ganas en otras ocasiones y terminar por tirar de tu pareja de deporte.

Monitoriza tus logros

Este consejo se dirige, especialmente, a aquellas personas que gusten de superarse a sí mismos. Monitorizando los logros conseguidos diariamente con el deporte conseguimos hacer de nuestro ejercicio un número, y todos los números se pueden superar. Así, si un día hemos conseguido correr treinta minutos, al día siguiente intentaremos que se conviertan en cinco minutos más, y así sucesivamente. 

Elegir un momento del día

Marcarnos una rutina es bueno para todo, porque nos ayuda a llevar un orden en nuestra vida. En el deporte sucede lo mismo; si somos capaces de marcarnos unos horarios y nos habituamos a ellos, llegará un momento en el que no tendremos que arrastrar al cuerpo hacia una rutina deportiva, sino que el reloj de nuestro cuerpo nos avisará de que ha llegado la hora del ejercicio y que hay que ponerse manos a la obra.