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La salud ginecológica es importante, obviamente, durante toda la vida de la mujer, y someterse a revisiones periódicas es fundamental para la prevención y para la detección precoz de muchas patologías.
Cuando se acerca la fase de madurez femenina aparece la menopausia, precedida por la perimenopausia. No es una enfermedad, es una etapa de la vida, pero en ella se presentan diversos síntomas que pueden ser tratados, en función de la gravedad, de forma personalizada.
Dependiendo de la edad de la mujer, en una revisión estarán más presentes aspectos como la detección de la endometriosis o la prevención de la inconveniencia urinaria. Y, por supuesto, se le da gran importancia a la detección precoz de tumores como el cáncer de mama o el de cérvix.
En la década de los cuarenta se pueden presentar síntomas perimenopaúsicos, que además de irregularidades menstruales, comprenden diferentes afecciones debidas a los desajustes hormonales: alteración del sueño, aparición de los primeros síntomas vasomotores y distimia, que es una forma de depresión leve, pero persistente.
El doctor Adolfo López Gómez, Jefe de Servicio Ginecológico del Hospital Materno-Infantil Quirónsalud Sevilla, explica que “en las revisiones ginecológicas se individualizan las distintas opciones terapéuticas ajustadas a esos síntomas, desde las fórmulas más naturales ante casos leves, a tratamientos hormonales ante sintomatología florida”.
En una revisión a partir de los 40 años, añade el doctor, también se evalúan problemas relacionados con la salud sexual, que pueden estar influenciados por los síntomas descritos, más la suma de determinados cambios corporales secundarios a la modelación hormonal. A su juicio, es importante para la salud mental y psicosocial del ser humano.
En la preexistencia de fibromas uterinos y/o endometriosis, expone el doctor López Gómez, se evalúan dos síntomas fundamentalmente: el dolor pélvico y el sangrado uterino anormal. Estos síntomas son los que van a marcar el tratamiento a adoptar. “El sangrado uterino desaparece cuando llega la menopausia, y el dolor pélvico mejora sensiblemente, al ser también hormonodependiente”, añade el doctor.
Sobre las revisiones ginecológicas en la década de los cincuenta, nos explica el doctor Manuel Albi, jefe de Servicio de Ginecología en el Hospital Universitario La Luz, que “es un momento excelente para establecer acciones promotoras de la salud de la mujer en este momento que coincide con el inicio de la menopausia”.
Los pilares de estas acciones de promoción de la salud de la mujer son, expone el doctor, la prevención de la enfermedad cardiovascular, de la obesidad, de la pérdida de masa ósea y de la sintomatología relacionada con el déficit estrogénico.
En cuanto a la detección temprana de tumores, como el cáncer de cérvix y el cáncer de mama, el doctor Albi comenta que la revisión no difiere de la realizada en otras edades, y se apoya en diversas pruebas diagnósticas.
En el caso del cáncer de cérvix, explica el doctor, “disponemos de la citología cuyo objetivo es la detección de aquellas lesiones preinvasivas que, dejadas a su evolución, tendrían riesgo de desarrollar una lesión maligna”. Y para la detección del cáncer de mama “disponemos de la mamografía, que tiene una elevada capacidad diagnóstica para las lesiones malignas, incluso inferiores a 10 mm”.
La revisión ginecológica en la década de los sesenta, nos explica la doctora Teresa Gómez Sugrañes, ginecóloga del Centro Médico Teknon, es el momento adecuado para valorar la respuesta más adecuada a la menopausia, teniendo en cuenta que tiene una sintomatología muy variable y que cada mujer la experimenta de diferente manera: “Se comentarán todos los aspectos, tanto a nivel físico como emocional, valorando conjuntamente con el profesional las diversas modalidades terapéuticas actuales que existen para mitigar estos síntomas, entre ellas si no hay contraindicación, la Terapia de Reemplazo Hormonal”.
El Tratamiento de Reemplazo Hormonal, explica la doctora, cuenta con el aval de diversas sociedades científicas nacionales e internacionales, y en el año 2020 la Asociación Española de Estudio Menopausia (AEEM) publicó un documento de consenso con las recomendaciones del tratamiento. En él se afirma que “la Terapia Hormonal es eficaz y segura, puede mejorar la calidad de vida, la salud sexual y evitar algunas patologías que afectan a las mujeres a partir de la menopausia, incluso prevenir la aparición de enfermedades oncológicas”. Se conseguirá un mayor beneficio si el tratamiento se inicia en el primer periodo de menopausia, principalmente durante los primeros cinco a diez años.
El cuidado de la salud mental y el bienestar emocional también es muy importante en esta etapa de transición hacia la época postmenopáusica. Los síntomas emocionales asociados a la disminución hormonal, explica la doctora Gómez Sugrañes, abarcan un espectro muy amplio, son transitorios y tienden a estar asociados con rasgos de personalidad y experiencia del momento actual.
“No existe asociación entre el inicio de menopausia natural y aumento de riesgo de depresión, sin embargo, cuando los síntomas que se experimentan en la perimenopausia son prolongados pueden ir asociados a síntomas depresivos que suelen ser transitorios”, expone la doctora. Es importante diferenciar entre tristeza, depresión y síntomas emocionales asociados a la disminución de hormonas, añade, para poder hacer una adecuada valoración de la mujer y de su tratamiento.
La incontinencia urinaria o pérdida involuntaria de orina, afecta aproximadamente a un 40% de las mujeres a partir de los 50 años de edad. La doctora Gómez Sugrañes explica que se trata de una atrofia del tracto urinario a nivel genital, secundaria al déficit de estrógenos. La consecuencia es un aumento de la frecuencia de micción de día y de noche, infecciones urinarias de repetición e incontinencia urinaria.
Esto, obviamente, tiene un gran impacto negativo en la calidad de vida e influye en los hábitos sociales de las pacientes. La doctora considera que “es un deber concienciar y aclarar que sí existe solución, que hay que tratarla, ya que suele ser crónica, progresiva y generalmente no mejora de manera espontánea”. Las mujeres de mayor edad a veces son reacias a comentar este tipo de problemas y es importante que dispongan de información. Las opciones de tratamiento son diversas y dependen de factores como la edad y el tipo de incontinencia.
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