La ventana
Luis Carlos Peris
El Rey, en su rol de oasis
Consejos para evitar la golpe de calor
Aunque parece que se aleja la ola de calor, las temperaturas serán altas el resto del mes y en septiembre, sobre todo, la primera quincena. Una de las mayores preocupaciones son los golpes de calor que han afectado a muchas personas este verano y, a algunas de ellas ocasionándoles la muerte. También, afectan directamente al metabolismo de la insulina, alterar los niveles de glucosa en sangre y desencadenan complicaciones agudas como hipoglucemias o deshidratación.
Desde el Hospital Universitario Sanitas, la jefa de Endocrinología Marta Carrasco, explica que "El calor modifica la forma en que el organismo procesa tanto los hidratos de carbono como la insulina. En días muy calurosos, el riesgo de hipoglucemia se incrementa por diversos factores: la actividad física, pérdida de líquidos, modificaciones en el apetito o incluso una absorción más rápida del fármaco administrado por vía subcutánea" También, factores como la sudoración excesiva, el cansancio o la confusión pueden ser claves para identificar una bajada de glucosa.
Las personas con un tratamiento de insulina o hipoglucemiantes orales sufren más descompensaciones. Esto se debe a la falta de ejercicio, una variación en la alimentación o una mayor exposición al sol. Por ejemplo, salir a caminar a horas intempestivas o la falta de hidratación pueden alterar los niveles de glucosa. Para mantener el equilibrio, la mejor opción es la hidratación y mantener una dieta equilibrada combinada con algo de ejercicio físico bien en el gimnasio o al aire libre en un horario donde el sol no pegue con tanta fuerza, ya sea al amanecer o al anochecer.
Los golpes de calor suponen más riesgo para las personas con diabetes, especialmente si existe daño en el sistema nervioso autónomo, complicación que afecta la capacidad de regular la temperatura corporal. Es muy común que el cuerpo se deshidrate mucho más rápido que en aquellos grupos de la población que no tienen ninguna enfermedad.
En verano, existen mayores problemas con la alimentación porque normalmente se come menos y es más común saltarse alguna toma. De hecho, muchas veces se sustituyen por tentempiés ligeros que no aportan los nutrientes necesarios y, por lo tanto, no se trata de buenos sustitutos. Por ejemplo, se puede "descompensar la ingesta de hidratos y favorecer episodios de hipoglucemia, especialmente si se mantiene la misma dosis de insulina”, señala Alba Soto, nutricionista de Blua de Sanitas.
Debido a las altas temperaturas y a la falta de rutina, la mayoría de personas reducen el ejercicio físico. Actividades aparentemente suaves, como pasar una mañana entera en la playa o caminar bajo el sol, suponen un gasto energético considerable que, combinado con una ingesta irregular y una hidratación insuficiente, puede desestabilizar los niveles de glucosa y aumentar el riesgo de golpe de calor.
Antes cualquier cambio en la alimentación o rutina, es necesario revisar y ajustar la medicación y el tratamiento con un especialista, en concreto, con el médico que esté siguiendo la enfermedad. Por supuesto, se debe evitar la exposición al sol, sobre todo, en las horas centrales del día, tanto el estar en la playa o en la piscina o en la realización de ejercicios. La hidratación es un pilar y aunque no se tenga sed se tiene que dar pequeños sorbos de agua, hasta completar el litro y medio o los dos cada día. La planificación de una dieta evitará pequeños desajustes y la falta de nutrientes o hidratos de carbono. Los medicamentos se tienen que conservar en una buena temperatura y estar siempre atento ante cualquier signo que pueda indicar una bajada de glucosa.
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