¿Por qué tienen más frío las mujeres que los hombres?: "El efecto de los estrógenos tanto a nivel hipotálamo que regula la temperatura como a nivel circulatorio"

Los músculos protegen del frío, aunque la grasa actúe como aislante. Por eso, las extremidades lo sufren más

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Persona resfriada
Persona resfriada / Freepik

Cuando llega el invierno, siempre tienes frío y no es la primera vez que notas que tus pies y tus manos están a una temperatura muy diferente del resto del cuerpo. De hecho, te habrán llegado a decir que eres una exagerada. Sin embargo, la ciencia lo ha estudiado y llevas razón.

Aunque los hombres y las mujeres tenemos la misma temperatura corporal, el frío nos afecta más a nosotras, especialmente en la zona de las extremidades. Esto se debe a varios motivos. Las mujeres suelen tener un poco más de grasa que actúa como aislante, pero los hombres suelen tener más músculos que actúan y miden el calor. Por eso, existe una gran diferencia de temperatura en las extremidades, ya que hay menos grasa.

Por otro lado, el metabolismo de las mujeres es un poco más lento, lo que hace que se queme menos calorías y se produzca menos calor para mantener la temperatura corporal. Además, también tiene repercusión el efecto de los estrógenos tanto a nivel del hipotálamo que regula la temperatura como a nivel circulatorio.

Sentir frío no solo es una molestia, también puede afectar nuestra salud y hacer que el sistema inmunológico se debilite, aumentando el riesgo de resfriados y otras infecciones respiratorias.

Cómo protegernos del frío y fortalecer el sistema inmunológico

Debemos tomar medidas para pasar menos frío y que, por lo tanto, se fortalezca el sistema inmunológico. El primer paso para tener menos frío es vestirse adecuadamente. La ropa debe adaptarse a las condiciones climáticas y al tipo de actividad que realizamos. Es preferible usar varias capas de ropa fina antes que una sola prenda gruesa, ya que el aire atrapado entre las capas actúa como aislante térmico.

Las fibras naturales como la lana o el algodón ayudan a conservar el calor y permiten que la piel respire. También es fundamental cubrir las partes del cuerpo más sensibles a la pérdida de calor, como la cabeza, el cuello, las manos y los pies. Un buen gorro, bufanda y guantes pueden marcar una gran diferencia.

La alimentación también influye directamente en nuestra sensación térmica. Durante el invierno, el cuerpo gasta más energía para mantener la temperatura corporal, por lo que es recomendable consumir alimentos que aporten calorías y nutrientes de calidad. Las sopas, caldos y guisos no solo calientan, sino que también hidratan y fortalecen el organismo.

Los alimentos ricos en vitamina C (como las naranjas, kiwis o pimientos) y zinc (presentes en las legumbres, frutos secos o mariscos) ayudan a reforzar el sistema inmunológico. También conviene incluir en la dieta alimentos probióticos como el yogur natural o el kéfir, que favorecen una flora intestinal equilibrada, esencial para la defensa del cuerpo.

Otro aspecto clave es mantenerse activo. Aunque el frío invite a quedarse en casa, realizar ejercicio físico de manera regular mejora la circulación sanguínea y estimula el sistema inmunológico. Caminar, practicar yoga, montar en bicicleta o hacer ejercicios suaves en interiores son excelentes opciones para mantenerse en movimiento y generar calor interno.

El descanso y la gestión del estrés también son fundamentales para proteger las defensas. Dormir entre siete y ocho horas cada noche permite al cuerpo regenerarse y mantener un sistema inmunológico fuerte. Por otro lado, el estrés crónico libera hormonas que debilitan las defensas naturales del organismo, por lo que dedicar tiempo al relax y al bienestar mental —ya sea a través de la meditación, la lectura o actividades placenteras— resulta muy beneficioso.

Por último, no hay que olvidar la hidratación. En invierno solemos sentir menos sed, pero el cuerpo sigue necesitando agua para mantener sus funciones vitales. Beber infusiones calientes o agua templada ayuda a mantener las mucosas húmedas, lo que dificulta la entrada de virus y bacterias.

Referencias bibliográficas:

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