"La depresión, la ansiedad y el estrés pueden afectar la calidad del esperma y la función sexual masculina"

Investigación y Tecnología

Si el embarazo no se logra en el tiempo esperado, la frustración y la ansiedad pueden intensificarse

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El vínculo entre la mente y el cuerpo es innegable de tal manera que cuando el estado emocional se ve afectado por la ansiedad o la depresión, el organismo también lo resiente. A lo largo de los años, numerosos estudios han demostrado que la salud mental influye directamente en diversas funciones corporales que van desde el sistema inmunológico, hasta el equilibrio hormonal. Esta relación bidireccional nos ayuda a comprender por qué el estrés, la angustia o la tristeza pueden desencadenar síntomas físicos como fatiga, dolores musculares o problemas digestivos.

Uno de los ámbitos en los que esta conexión es especialmente relevante es la fertilidad en el sentido de que el estrés crónico y los trastornos emocionales pueden alterar la producción hormonal, afectando la ovulación y la calidad del esperma. A su vez, la dificultad para concebir puede generar un impacto emocional negativo, creando un círculo vicioso difícil de romper. Además, la salud emocional influye en el desarrollo de diversas enfermedades inflamatorias y metabólicas, como la diabetes o los trastornos cardiovasculares. En este artículo, exploraremos cómo la estabilidad emocional puede favorecer la fertilidad y el bienestar general, y qué estrategias pueden ayudarnos a mantener un equilibrio saludable entre mente y cuerpo.

Salud emocional y fertilidad: un vínculo fundamental

El cuerpo humano funciona como un sistema interconectado, en el que cualquier alteración emocional puede tener repercusiones fisiológicas. En el caso de la fertilidad, por ejemplo, el estrés y la ansiedad pueden modificar la producción de hormonas clave, como el cortisol y la prolactina, afectando la capacidad reproductiva, tanto en hombres, como en mujeres. Por lo que respecta a estas últimas, estas alteraciones de las que hablamos pueden inhibir la ovulación o dificultar la implantación del embrión, mientras que en los hombres, según el ginecólogo experto en medicina reproductiva, Juan Martínez de María, "la depresión, la ansiedad y el estrés pueden afectar la calidad del esperma y la función sexual masculina".

"Niveles elevados de cortisol pueden interferir en la ovulación y en la fertilidad masculina"

Muchas parejas que buscan concebir experimentan altos niveles de estrés, lo que puede disminuir sus probabilidades de éxito. Además, si el embarazo no se logra en el tiempo esperado, la frustración y la ansiedad pueden intensificarse, creando un ciclo negativo que dificulta aún más la concepción. Según el doctor Martínez de María, "no existe un estado mental 'ideal' para el embarazo, pero se ha demostrado que el bienestar emocional favorece la regulación hormonal y mejora la respuesta fisiológica del cuerpo". Es por ello, que el ginecólogo recomienda ante esta situación, "consultar a un especialista en fertilidad si, tras seis meses o un año intentándolo, no se ha conseguido la gestación". En cualquier caso, debemos evitar cualquier impacto que pueda repercutir negativamente en la salud reproductiva, por lo que no está de más practicar técnicas de relajación y de gestión del estrés, así como también acudir a terapia psicológica.

Estrés, hormonas y enfermedades metabólicas: una relación compleja

Las hormonas desempeñan un papel crucial en la regulación del estado de ánimo y la salud física. Un desajuste hormonal, provocado por el estrés o la depresión, puede intensificar síntomas emocionales y afectar el funcionamiento del organismo. Por ejemplo, niveles elevados de cortisol pueden interferir en la ovulación y en la fertilidad masculina, mientras que el aumento de prolactina en situaciones de estrés crónico puede inhibir la ovulación. Además, apunta Martínez de María, "los estrógenos regulan la serotonina, un neurotransmisor asociado al bienestar. Si tenemos un descenso en los niveles de estrógenos, como sucede en la menopausia o en el posparto, aumenta el riesgo de depresión".

Por otra parte, debemos tener en cuenta que el estrés prolongado también nos trae otras enfermedades y tiene un papel muy activo en las enfermedades inflamatorias y metabólicas. Al generar una respuesta inflamatoria constante, puede agravar condiciones como la colitis ulcerosa, la artritis reumatoide y la esclerosis múltiple. Asimismo, un exceso de cortisol y catecolaminas puede favorecer la acumulación de grasa abdominal, aumentar la resistencia a la insulina y elevar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, como infartos o hipertensión.

El bienestar emocional y la salud física están profundamente interconectados. La ansiedad, la depresión y el estrés no solo afectan la mente, sino que también influyen en la fertilidad, la regulación hormonal y el desarrollo de diversas enfermedades. Por ello, es fundamental adoptar hábitos que promuevan el equilibrio emocional, como la práctica de técnicas de relajación, la actividad física y la terapia psicológica. Priorizar la salud mental no solo mejora la calidad de vida, sino que también fortalece el cuerpo y contribuye al bienestar integral.

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