¿Qué dice la psicología del color sobre que nos guste vestir en tonos tierra?

La elección de los colores en nuestra vestimenta no es un acto meramente estético sino que muchas veces refleja aspectos profundos de nuestra personalidad, de nuestro estado emocional y de cómo deseamos ser percibidos por los demás. En este sentido y coincidiendo con esta estación, los tonos tierra, que abarcan una gama de marrones, ocres, verdes oliva y beiges, representan la paleta de la naturaleza y poseen significados psicológicos particulares que influyen en nuestra percepción y en la de quienes nos rodean.

"Optar por colores más neutros y naturales puede ser una forma de buscar equilibrio y armonía"

Desde una perspectiva psicológica, los tonos tierra están asociados con la estabilidad, la confiabilidad y la conexión con la naturaleza. Estos colores suelen transmitir una sensación de calma y equilibrio, lo que puede ser beneficioso en contextos donde se busca generar confianza y cercanía como, por ejemplo, en entornos laborales, en los que vestir con estos tonos puede proyectar una imagen de profesionalismo y solidez.

La psicología del color

La psicóloga Eva Heller, en su obra La psicología del color, explora cómo los colores influyen en nuestras emociones y comportamientos. En este contexto, la autora explica que "los colores terrosos están vinculados con la calidez y la seguridad, transmitiendo sensación de confort y protección".

Esta conexión con la tierra y lo natural puede inducir sensaciones de arraigo y pertenencia, lo que es especialmente relevante en situaciones donde se busca fomentar la cohesión y la empatía.

"Su uso excesivo o exclusivo puede transmitir una imagen de monotonía o falta de energía"

Además, estudios han demostrado que los colores pueden afectar a nuestras percepciones y emociones de manera significativa. Un artículo publicado en Psicología-Online señala que "los tonos marrones y beiges están asociados con la simplicidad y la autenticidad, lo que puede influir en cómo nos perciben los demás y en cómo nos sentimos con nosotros mismos".

Es importante destacar que la percepción del color es subjetiva y puede variar según factores culturales y personales. Sin embargo, la tendencia general indica que los tonos tierra son percibidos como cálidos y acogedores. Así que si queremos crear un ambiente que dé sensación de relax, vestir o decorar lugares con estos tonos nos ayudará a conseguirlo.

En el ámbito de la psicoterapia, se ha observado que el uso de colores específicos puede influir en el estado de ánimo de los pacientes. Por ejemplo, en terapias de arte, la elección de colores terrosos puede ayudar a los individuos a conectarse con sus emociones más profundas y expresar sentimientos de estabilidad y seguridad. Esta aplicación terapéutica del color se basa en la premisa de que los colores pueden servir como una vía para acceder y procesar experiencias emocionales complejas.

Los significados de los tonos tierra

La elección de vestimenta en tonos tierra puede reflejar una preferencia por la naturalidad y la sencillez. En una sociedad donde prevalece la sobreestimulación visual y la saturación de colores brillantes, optar por colores más neutros y naturales puede ser una forma de buscar equilibrio y armonía. Esta preferencia puede indicar una personalidad introspectiva y una inclinación hacia la autenticidad y la conexión con lo esencial.

Es relevante mencionar que, aunque los tonos tierra tienen connotaciones positivas, su uso excesivo o exclusivo puede transmitir una imagen de monotonía o falta de energía. Por ello, es recomendable combinarlos con otros colores que aporten dinamismo y vitalidad, según el contexto y el mensaje que se desee comunicar.

La elección de vestir en tonos tierra va más allá de una simple preferencia estética refleja aspectos profundos de nuestra psicología y puede influir en cómo nos sentimos y cómo somos percibidos por los demás. Comprender el impacto de los colores en nuestra vida cotidiana nos permite utilizarlos de manera consciente para favorecer nuestro bienestar emocional así como también nuestras relaciones sociales.