Cuando reflexionamos sobre la violencia en las relaciones de pareja, generalmente nos viene a la mente el abuso físico o emocional evidente. Sin embargo, existe otra forma de abuso que a menudo pasa inadvertida debido a que no siempre involucra tácticas como el gaslighting, la devaluación directa o la violencia física. Cuando una persona experimenta una constante vigilancia en su relación de pareja, siente que cada acción está bajo control y ha perdido parte o la totalidad de su independencia, es posible que esté enfrentando un problema de control coercitivo. Esta forma de maltrato psicológico implica que el agresor emplea tácticas manipuladoras y de control dentro de la relación, ejerciendo poder sobre la víctima e incluso recurriendo a la humillación o intimidación, aunque la mayoría de veces suele emplear acciones sutiles en entornos íntimos.
SEÑALES DE ALARMA
- Aislamiento social: La persona controladora intenta aislar a su pareja de familiares, amigos y otros seres queridos. Puede prohibirle o dificultarle el contacto con personas fuera de la relación, lo que crea dependencia emocional y dificulta la búsqueda de apoyo.
- Control excesivo: La persona controladora tiene una necesidad constante de controlar todos los aspectos de la vida de su pareja, como la forma de vestir, las amistades, las actividades y los horarios. Esto limita la autonomía y la libertad de la otra persona. De manera gradual, la persona puede empezar a asumir el control y supervisar todas las acciones de su pareja, incluyendo sus planes y las personas con las que se relaciona. El propósito es asegurarse de que la pareja pase el menor tiempo posible lejos de casa y de su influencia.
- Manipulación emocional: La persona controladora utiliza tácticas manipulativas para mantener el poder y el control sobre su pareja. Puede utilizar el chantaje emocional, la culpa, la vergüenza o la humillación para influir en las decisiones de la otra persona.
- Vigilancia constante: La persona controladora puede ejercer un control excesivo sobre la vida privada de su pareja, como revisar constantemente su teléfono, correo electrónico o redes sociales, seguir sus movimientos o instalar cámaras de vigilancia en la casa.
- Amenazas y violencia: El control coercitivo a menudo puede llevar a la violencia física o verbal. La persona controladora puede amenazar con hacer daño a su pareja, a sí misma o a otras personas si la relación se termina o si la persona controlada no cumple con sus demandas.
- Desvalorización y menosprecio: La persona controladora puede menospreciar constantemente a su pareja, criticando su apariencia, habilidades, logros o cualquier aspecto de su vida. Esto socava la autoestima de la persona controlada y refuerza el control del agresor.
- Pérdida de autonomía: La autonomía de una persona puede verse limitada de varias maneras. Algunas tácticas comunes incluyen: negarse a dejar que alguien trabaje o que lo despidan, restringir el acceso al transporte, decirles a los amigos de la persona que no están en casa si llaman, devaluar la elección de amigos de la otra persona, encontrar fallas en sus pasatiempos o insistir en que proporcionen un recibo para validar dónde estaban.
- Limitación financiera: La persona controladora puede ejercer un control económico sobre su pareja, limitando su acceso a recursos financieros, negándole el acceso a cuentas bancarias o forzándola a depender económicamente de ella.
¿Cómo salir del control coercitivo?
Salir del control coercitivo puede ser un proceso difícil y desafiante, pero es posible. Aquí hay algunos pasos que puedes considerar para comenzar a liberarte de esas cadenas:
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Reconoce la situación: El primer paso es tomar conciencia de que estás viviendo en una relación de control coercitivo. Reconoce los signos y patrones de comportamiento manipulador y abusivo.
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Busca apoyo: No enfrentes esta situación sola. Busca el apoyo de amigos cercanos, familiares o profesionales de confianza, como terapeutas, asesores o grupos de apoyo. Compartir tu experiencia con personas que te brinden apoyo emocional y consejos puede ser fundamental en tu proceso de recuperación.
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Prioriza tu seguridad: Si sientes que estás en peligro físico o emocional, considera buscar ayuda de organizaciones especializadas en violencia doméstica. Ellos pueden brindarte orientación y recursos para garantizar tu seguridad.
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Crea un plan de escape: Desarrolla un plan de seguridad detallado antes de tomar cualquier acción. Esto puede incluir recopilar pruebas de abuso, asegurar tu independencia financiera, tener un lugar seguro donde ir o buscar ayuda legal si es necesario. Asegúrate de mantener este plan en secreto para evitar represalias.
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Establece límites y di "no": Comienza a establecer límites claros con tu pareja controladora. Aprende a decir "no" y a defender tus derechos y decisiones personales. Recuerda que tienes derecho a tu propia autonomía y a vivir una vida libre de abuso y control.
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Busca terapia o asesoramiento: Considera buscar terapia individual o de pareja para ayudarte a procesar y superar el impacto emocional del control coercitivo. Un profesional capacitado puede brindarte herramientas y estrategias para reconstruir tu autoestima y establecer relaciones saludables en el futuro.
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