Álvaro Bilbao, neuropsicólogo infantil: "Esta es la clave para que se puedan quedar dormidos en mitad de la noche sin tu ayuda"

Es muy importante que siempre se acompañe a los niños hasta que se duerman

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Niña durmiendo
Niña durmiendo / Pexels

Conseguir que los niños pequeños se vayan a la cama temprano es un reto, sobre todo, los primeros meses después de las vacaciones que están acostumbrados a levantarse más tarde y dormirse sin unos horarios tan estrictos como en invierno. El neuropsicólogo y padre de tres hijos, da cuatro consejos para que sea más fácil que se queden dormidos sin despertares nocturnos.

  1. Acompañar en el proceso de quedarse dormidos. No se trata de querer vigilarlos, sino porque todas las luchas antes de dormir ocurren porque a los niños les angustia separarse de los padres o persona mayor que esté cuidándoles. Necesitan sentirse seguros para quedarse dormidos.
  2. Preparar emocionalmente durante todo el día para que se sientan tan seguros por la noche como cuando los padres estén a su lado.
  3. Poner límites a las peticiones. Por ejemplo, máximo dos cuentos, besos, caricias y un vaso de agua. Esto puede cambiar según las condiciones que tengan en cada casa y familia. Después de todo eso, llega el momento de dormir. A través de las peticiones muestran que todavía se sienten inseguros y que quieren estar un rato más con el mayor que les aporta esa tranquilidad. El secreto está en no hacer todo lo que pide el niño, simplemente, se debe acompañar hasta que se quedan dormidos.
  4. La última parte del proceso deben hacerla solos. Esto no quiere decir sin compañía, al contrario, los mayores siempre deben mostrar apoyo y protección, pero sin contacto físico. Esta es la clave para que cuando se despierten en mitad de la noche, puedan conciliar el sueño sin los padres.

Cómo se producen los terrores nocturnos

Muchos niños viven situaciones incómodas cuando duermen. Uno de los episodios que más se repiten son los terrores nocturnos. Estos consisten en un llanto profundo o gritos que se dan, en muchas ocasiones, provocados por el sonambulismo. Los dos son parasomnia que son comportamientos o experiencias perturbadoras durante el sueño.

Estos ocurren en niños desde uno a doce años. En adultos es mucho más complicado que se dé, pero tampoco sería imposible. Estos no son preocupantes, aunque si alarmantes para las personas de alrededor, como pueden ser padres o hermanos mayores. La mayoría de individuos los supera antes de llegar a la adolescencia, una etapa donde se viven muchos cambios en un corto periodo de tiempo.

Solo en caso de que acarree problemas de sueño o alguna gravedad que ocasione riesgos, entonces se necesitaría un tratamiento. No son iguales que las pesadillas, porque las personas permanecen dormidas cuando les pasa, algo que no ocurre con lo segundo, donde se suele recordar el mal sueño.

Estos ocurren durante la primera fase del sueño y en rara ocasión durante la siesta. Si no sabemos identificar un terror nocturno, estas son algunas de las cosas que se lleva a cabo por la persona; gritar, llorar, sentarse en la cama y parecer asustado, mirar fijamente con los ojos muy abiertos, sudar, respirar con dificultad, tener el pulso acelerado, enrojecimiento del rostro, pupilas dilatadas, patear, pegar, dificultad para despertarse, confusión en el caso de que le despierten, no calmarse con facilidad, no recordar nada a posteriori, levantarse y correr por la casa. Pueden que se den algunas al mismo tiempo, depende mucho de la persona.

Si ocurren con mucha frecuencia, si derivan en lesiones, causa somnolencia activa y continúan después de diez años, es conveniente consultad a un especialista que trate el asunto en profundidad.

Referencias bibliográficas:

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