La Asunción de Cantillana celebra la beatificación del Padre Arias con un retablo cerámico
Provincia
El sacerdote asuncionista fue asesinado a comienzos de la guerra civil
El azulejo ha sido bendecido este domingo por el párroco de la localidad
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La Hermandad de la Asunción de Cantillana ha erigido un retablo cerámico en la calle Padre Arias con motivo de la beatificación del este sacerdote asuncionista, mártir de la Iglesia en los comienzos de la guerra civil española. La obra ha sido bendecida por el párroco de la localidad sevillana, Manuel Martínez Valdivieso. La fecha elegida resulta bastante simbólica, pues un 3 de diciembre de 1950 tuvo lugar la primera salida extraordinaria de la Asunción Gloriosa con motivo de la proclamación del Dogma Asuncionista, del que se cumplirán 75 años en 2025. Un aniversario para el que la corporación ya trabaja intensamente.
La bendición del retablo cerámico -obra de Javier Aguilar, de Puente Genil- se incluye entre los actos que la hermandad ha venido celebrando tras la subida a los altares de uno de los más insignes importantes miembros de la corporación en el siglo XX. De ahí que se hayan editado estampas con su fotografía y hasta colgaduras. El Padre Arias, quien se ordenó como sacerdote en 1901, fue hijo de Asunción Rivas Martín, mayordoma de la hermandad (el cargo equivalente a hermano mayor en la actualidad). Dicha responsabilidad la asumió luego su hermana, Asunción Rivas Rivas, y su sobrina, Concepción Olavarrieta Arias. Una saga familiar vinculada al devenir de la hermandad en la pasada centuria.
El papel del nuevo beato de la Iglesia fue decisivo en evolución de la corporación en las primeras décadas del siglo XX. A él se debe hechos tan significativos como la colocación del primitivo retablo cerámico de la Asunción Gloriosa en la portada de la parroquia de la que es titular, bendecido por el propio Padre Arias, o la institución, en 1933, del Acto de la Subida, una de las mayores aportaciones a la religiosidad popular de Andalucía. A ello se sumó su constante participación en todos los cultos asuncionistas, especialmente en la novena de agosto, en la que participaba anualmente, como demuestran los testimonios orales y la documentación conservada.
Un recuerdo constante
Todo ello llevó a que, tras su asesinato el 1 de agosto de 1936, la Hermandad de la Asunción guardase con celo su memoria, como puede seguirse en la dedicatoria que el periodista Manuel Naranjo Ríos le hace en su libro La Asunción de Cantillana, de 1953. Dicho recuerdo sigue presente actualmente en la conservación de varios objetos personales del beato o en la beca anual Padre Arias con la que la corporación colabora con el Seminario Metropolitano de Sevilla.
El acto ha contado con la asistencia de numerosos hermanos y devotos, así como del coro de la hermandad, que honra de esta manera a uno de los asuncionistas más importantes en su ya larga historia.
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