Música

Las bandas de música y los repertorios de "Cristo", una estampa recuperada

El Cristo de Burgos saldrá con banda de música el 1 de junio

El Cristo de Burgos saldrá con banda de música el 1 de junio / Víctor Rodríguez

Con la noticia del acompañamiento musical de la Banda de Música del Maestro Tejera al Santísimo Cristo de Burgos para su procesión extraordinaria las generaciones cofradieras noveles -entre las que nos incluimos la mayoría- redescubrirán estampas en absoluto novedosas a tenor de lo que recogen crónicas, libros y archivos. La actuación de una banda de música tras un paso de "cristo", por lo general un crucificado, no es ajena a la historia de las cofradías, incluso en la edad contemporánea de la fiesta: el Cristo Yacente, por ejemplo, va acompañado de una banda de música en su estación de penitencia. Pero la corporación de San Pedro recuperará para esta ocasión una puesta en escena sonora de altura. Porque, además, cuenta con apoyos musicales para ello. 

El crucificado de Vázquez el Viejo, tal y como ocurre con otros titulares de nuestra Semana Santa, cuenta con varias composiciones dedicadas, a pesar de no llevar acompañamiento musical en su estación de penitencia. Desde ¡Miradlo en la cruz!, el último estreno de David Hurtado para Sevilla, hasta varias décadas atrás, por ejemplo, Santísimo Cristo de Burgos, de Manuel Mejías (1954), o Cristo de Burgos, de José Albero (1979). Una imagen que cuenta, incluso, con una cantata firmada por uno de los autores más prolíficos de su tiempo: la Copla de la Cantata al Santísimo Cristo de Burgos, de Manuel Font Fernández de la Herranz (1896), recientemente adaptada y que, Dios mediante, se escuchará el próximo 1 de junio por las calles de Sevilla. 

Pero no solo el Cristo de Burgos, como apuntábamos, cuenta con marchas procesionales "de palio" dedicadas. Recordemos que la irrupción como tal del género de las cornetas y los tambores o las agrupaciones musicales no se registra hasta la década de los sesenta, setenta y ochenta del siglo pasado, cuando el estilo de los Bomberos de Málaga se exporta al resto de Andalucía o en Eritaña nace el género de la agrupación. Con anterioridad a estos hitos, los pasos iban acompañados bien por formaciones de carácter militar o con bandas de música, por lo que resultaba habitual que los autores escribieran marchas para los titulares "cristíferos". 

Por ejemplo, el mismísimo López Farfán compuso hasta dos marchas para el Cristo de la Exaltación durante los años que lo acompañó en su estación de penitencia. El genio de San Bernardo dedicó su última marcha, precisamente, a la devoción de su barrio, El Cristo de la Salud (1939), al igual que hizo en 1907 con Al Santísimo Cristo del Amor. Hilando con el crucificado del Salvador, el propio David Hurtado compuso El Amor Crucificado en 2018, como conmemoración del IV centenario de la fusión de la Entrada en Jerusalén y el Amor. Qué decir de Pedro Morales y su fantástica pero desconocida Cristo de la Conversión, o la emblemática Cristo de la Presentación que compuso Abel Moreno para San Benito. 

Son numerosas las composiciones que forman parte insoslayable de la banda sonora de nuestra Semana Santa. Todos hemos esperado alguna vez la cofradía de Santa Cruz por el entorno de la Alianza para escuchar Cristo en la Alcazaba, de Fulgencio Morón, o contemplado la salida del crucificado de Nervión con la melodía inconfundible de Cristo de la Sed, de Gámez y Cuevas. Y si hablamos de salidas -y de poemas sinfónicos- no puede faltar la emblemática Jesús de las Penas, una de las marchas más icónicas de la fiesta. Su autor, Pantión, también compuso una marcha a la hermandad vecina: Santísimo Cristo de las Siete Palabras, toda una joya procesional. 

¡Y cómo olvidarnos de un himno de la Semana Santa andaluza como es Nuestro Padre Jesús, de Cebrián, y dedicada al Abuelo de Jaén! ¡O la envolvente Expiración, de Font, cuando cae la noche en el Museo! ¿O alguien entendería a la Virgen del Patrocinio sin Cachorro, saeta sevillana? Podríamos continuar citando ejemplos, pero creemos justo cerrar este capítulo con dos composiciones de primer nivel que no debe faltar en cualquier repertorio que se precie y que recogen a la perfección el contexto histórico, musical y cofradiero de su momento. Hablamos de Cristo de Vera Cruz, de Manuel Borrego, dedicado al titular de la Vera Cruz de Alcalá del Río; y, por supuesto, La Sagrada Lanzada, de Font Fernández, cuando por entonces salía en procesión con el crucificado de Montañés desde el Santo Ángel. Una estampa que se repitió, diferente en forma pero casi idéntica en fondo, el pasado Sábado de Pasión. 

¿Con qué nos sorprenderá el Cristo de Burgos? Será, sin duda, para no pestañear. 

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