El Palquillo

Sinfonía única de capa y de ruan

  • La cofradía de los Estudiantes es el cénit de un día en la que van a dúo los cortejos de ruan y de capa para que San Lorenzo sea una apoteosis vital en el retorno a casa de la Bofetá 

El Cristo de la Buena Muerte en el contraluz único de la Giralda y los remates de la Catedral.

El Cristo de la Buena Muerte en el contraluz único de la Giralda y los remates de la Catedral. / M. G.

No se han apagado las sensaciones del gran Lunes Santo cuando ya se está poniendo en ascuas el Cerro, pero hay que congratularse de que juegue a favor de la estética de este día el que aún no se haya producido ese puñetero cambio horario que alarga la tarde desmesuradamente. En este martes, el Cristo de la Buena Muerte muere entre los hachones de cera encendida así que baje rumbo a la Plaza de la Contratación. Será noche cerrada y la irrepetible cofradía de los Estudiantes estará embocando su casa en la Universidad. Mucha cera tiniebla dándole fuerza a ese Crucificado de Juan de Mesa, razón de ser de este vértice indiscutible del Martes Santo.

Amanece el tercer día de la gran celebración y en el Cerro del Águila lo hace antes que en ninguna otra parte. A mediodía, mucho antes de que caiga el mediodía sobre su vertical, el populoso barrio sabe a pueblo en torno a su cofradía. Hermandad joven y ya con solera de autenticidad, agrupa un número de nazarenos que nada tiene que ver con los pocos años que lleva saliendo a la urdimbre urbana del centro. Son ya treintaicinco los años que sale esta cofradía y ya cuenta con más de dos mil nazarenos. Dos mil nazarenos, un cortejo kilométrico por una Sevilla que poco sabía de cuestiones de Semana Santa hasta que apareció la del Cerro con toda su carga de arrabal y fervor a sus imágenes.

Son cuestiones que van prodigándose bajo el sol de Sevilla y tras esa cofradía multitudinaria que viene del más lejano extrarradio, el intimismo hecho cofradía en Omnium Sanctorum. Si la del Cerro sabe a pueblo y a multitud entregada, la de los Javieres es otra cosa bien distinta. Incardinada en el corazón de Ancha la Feria desde que hace cuarentaisiete años se trasladó desde los Jesuitas de Jesús del Gran Poder, su caminar es de gran ascetismo y da sensación de añeja a pesar de su corta edad.

Después de los Javieres habrá un trío de cortejos con mucha marcha en los adentros.. San Esteban, San Benito y la Candelaria vienen pegando fuerte, pero lucirán, sobre todo en el viaje de regreso, cuando la Plaza de Pilatos sea una apoteosis sin solución de continuidad con las dos primeras y los Jardines de Murillo se conviertan en el escenario perfecto para el formidable lucimiento de la Virgen de la Candelaria. Pero no trastoquemos los tiempos porque, tras el Buen Viaje, ya sale muerto el Cristo de los Estudiantes de la Catedral y en la muralla norte del Alcázar se refleja la sombra de la gran obra de Juan de Mesa. Va camino de la plaza de la Contratación, de la casa de dos sevillanos que fueron hermanos mayores de la hermandad.

Siempre hirió la saeta en dicho enclave, pero si en este martes surgiese la posibilidad poco probable del rezo hecho cante, heriría aún más en recuerdo de dos Moya Sanabria, Juan y Pepe, prematuramente fallecidos, benditas ramas que al tronco de don Juan Moya García salen.

Y el Cristo de la Buena Muerte seguirá bajando por San Gregorio buscando la Lonja universitaria y la crestería de plata del palio de su Madre, la Virgen de la Angustia, refulgirá ya con la cera encendida sobre la fachada de la antigua Real Fábrica de Tabacos. Será muy de noche cuando se recoja esta hermandad de estudiantes, pero el Martes Santo aún tiene mucho que darle a la gran ópera que Sevilla teatraliza de manera anual.

Por ejemplo queda por ver, nada más y nada menos, a Cristo agonizando por la plaza de la Alianza en una de los momentos con más belleza de la Semana Santa según Sevilla. Y queda también por ver en esta noche de Martes Santo cómo le sigue rumbo a casa Nuestra Señora de los Dolores por el camino más corto de esa calle única, bellísima, llamada Mateos Gago, atalaya desde la que puede verse cómo un tallo luminoso de nombre Giralda emerge del centro de la Tierra, Juan Ramón dixit.

Se estarán cruzando saetas por la Calzá y en San Nicolás, todo el Cerro continuará de fiesta en derredor de sus fervores y tomará rumbo a San Lorenzo la cofradía de la Bofetá. Si usted quiere saber cómo una cofradía del centro vuelve a su barrio, que es barrio del mismísimo centro, acompañe a la Virgen del Dulce Nombre en esas chicotás ni cortas ni largas, sino como deben ser. Hasta no hace mucho, que cuarenta años no es nada en este tiempo moroso, la Bofetá volvía casi de forma clandestina al convento de San Antonio, pero ya no es así.

Por el boca a boca cofradiero se sabrá que ya ha entrado Santa Cruz, que lo del Cerro va para largo y que a la Virgen de la Encarnación siguen meciéndola al aire de la Calzá. Ya es muy alta madrugada y en San Lorenzo no cabrá un alfiler cuando suena la cofradía, que viene por Jesús del Gran Poder a Conde de Barajas.

Ya ha llegado a su morada y ahí, sólo ahí, podrá decirse que no nos queda nada por ver, que el Martes Santo de este 2024 ha terminado con ese magistral pase de la firma que es la del Dulce Nombre poniendo San Lorenzo de bote en bote, qué maravilla la Bofetá. 

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