El Palquillo

Vía Crucis de la Hermandades: Todas las almas en el Cristo de Los Javieres

Vía Crucis de Hermandades con el Cristo de las Almas de los Javieres / Juan Carlos Muñoz

La calle Feria tenía ayer aires de Martes Santo. Poco antes de las cinco de la tarde las miradas se dirigían a la puerta de Omnium Sanctorum buscando la vida de un Crucificado que tiene todas las Almas en sus manos. El arzobispo, José Ángel Saiz Meneses, recogía este sentimiento durante la reflexión con la que terminó el ejercicio del Vía Crucis en la Catedral. "Del mismo modo que no se acaba este sufrimiento en el mundo, tampoco las personas solidarias dejan de aparecer", afirmó. El prelado recordó que este rezo "no es algo del pasado ni de un lugar determinado del mundo porque el Señor abraza en su Cruz al mundo entero". Asimismo recordó a "tantos santos que han encontrado en la cruz su camino, como Santa Ángela".

Decía San Francisco Javier: "En todo amar y servir". Una huella jesuita y javeriana que desde su fundación mantiene la corporación del Martes Santo que precisamente decidió salir este día por haber nacido San Francisco Javier este día de la Semana Santa en 1506. 

La Escolanía salesiana María Auxiliadora acompañó con sus voces al Cristo de las Almas La Escolanía salesiana María Auxiliadora acompañó con sus voces al Cristo de las Almas

La Escolanía salesiana María Auxiliadora acompañó con sus voces al Cristo de las Almas / Juan Carlos Muñoz

Ayer no era Martes Santo, pero la santidad se veía en los ojos de quienes buscan vaciar su alma en un crucificado que parece inclinar su rostro para que las confidencias de cada vecino, cada vecina, le llegue mejor. Un rostro que sufre y que sienten cerca todos los que acuden a Él. Todo era silencio, un recogimiento que las voces de la Escolanía Salesiana María Auxiliadora y la música de capilla contribuyeron a mantener durante todo el recorrido.

Porque, como recordó el arzobispo, el Vía Crucis "es el camino a la misericordia y el amor que vence al mal". Por eso, animó a todos los cofrades a vivir "intensamente la Cuaresma para preparar la Semana Santa, siendo hombres y mujeres de misericordia para contribuir a la salvación de nuestros hermanos para entrar por el camino de la Salvación".

Andas cedidas por Montserrat

El sobrio crucificado erigido sobre un monte de rosas malvas, moradas y lilas donde jacintos azules dan una nota de color, recordando que en el sufrimiento siempre hay un lugar para la esperanza a los pies de Cristo. Las andas cedidas por la Hermandad de la Montserrat han permitido que, como ya ocurrió con el titular de la corporación del Viernes Santo, el Cristo de las Almas vaya con la cruz en posición vertical.

Bajo la cruz, una calavera. Otra imagen jesuita. San Ignacio de Loyola recomendaba orar teniendo presente una de ellas y recordando que todos morimos. Se trata de una pieza impresa en 3D de resina pintada por el artista Jesús Zurita. En ella está dibujada la silueta del Cristo de las Almas y las espinas de la corona como símbolo de la Pasión.

Sobre la calavera va dibujado la silueta del Cristo de las Almas y las espinas de su tormenta como símbolo de la pasión. El conjunto se remata con unas hojas de laurel y la inscripción de la parte trasera: AMDG (ad maioren Dei gloriam).

Vida para las almas. Un frío lunes de Cuaresma en el que entre Omnium Sanctorum y San Juan de la Palma hay Feria y recogimiento en una de esas dualidades que Sevilla lleva dentro y que asume como algo innato.Recogimiento y silencio que acompañó al Cristo durante todo el recorrido hasta la Catedral para participar en el  Vía Crucis y que, incluso, llegó a que el público mandara a callar en algunas ocasiones a quienes se acercaban por las calles adyacentes hablando en voz alta.

Un camino de fe 

Camino a la Catedral, un rosario de iglesias abrieron sus puertas para recibir al Cristo de los Javieres. Montesión, la capilla de la Divina Pastora de la calle Amparo, Anunciación, Salvador, una letanía de devociones que conforman el itinerario del primer lunes de Cuaresma y que recuerdan que cada vez está más cerca el Domingo de Ramos.

El Cristo de las Almas ante la capilla de Montesión El Cristo de las Almas ante la capilla de Montesión

El Cristo de las Almas ante la capilla de Montesión / Juan Carlos Muñoz

Y en su camino de ida y vuelta a la Catedral, muchos hermanos anónimos, nazarenos y costaleros del Martes Santo que ahora, a cara descubierta, enseñan a la ciudad en manos del que ponen todas sus esperanzas. Bajo las andas, miembros del Consejo de Hermandades y Cofradías, representantes de las hermandades del Martes Santo, y miembros de la banda de música Julián Cerdán (la encargada de acompañar con su música a la Virgen de Gracia y Amparo) llegados desde Sanlúcar de Barrameda se revelan para que el andar lento, ceremonioso del crucificado llegue hasta la Catedral.

El Cristo de los Javieres en la Catedral para comenzar el rezo del Vía Crucis El Cristo de los Javieres en la Catedral para comenzar el rezo del Vía Crucis

El Cristo de los Javieres en la Catedral para comenzar el rezo del Vía Crucis / Juan Carlos Muñoz

Todos quieren ser uno de los más de 30 encargados de llevar al crucificado de la calle Feria hasta la seo sevillana, quieren sentir el peso de la Cruz, de mostrar a Sevilla el sufrimiento sereno que José Luís Pires Azcárraga imprimió a la imagen.

Antes de llegar a la Catedral, en la plaza del Salvador, los ancianos de la residencia de San Juan de Dios del antiguo hospital de la Paz esperaban en sus sillas en la puerta de la iglesia. Unos musitaban oraciones y todos no dejaban de mirar fijamente a Cristo mientras pasaba a su lado.

Porque, como aseguró el arzobispo de Sevilla durante la reflexión tras el rezo en la Catedral, "en la cruz de Cristo hemos visto el sufrimiento de muchas personas por la guerra, la división entre los hermanos que fracturan el mundo".

El fin de la guerra de Ucrania, los frutos de la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa y el Plan Pastoral Diocesano fueron las intenciones por las que se aplicó el rezo de las 14 estaciones. Unos misterios que el arzobispo recordó que no mostraban solo el sufrimiento de Cristo, sino en el que aparecen personajes que ofrecen consuelo y ayuda. "Está María Santísima que nunca abandona a su Hijo, o esa mujer valiente, Verónica, que ofrece su solidaridad a Jesús o el Cirineo, que le ayuda con la Cruz". Al finalizar el Vía Crucis se realizó una ofrenda floral a la Virgen de los Reyes antes de emprender el camino de vuelta a Omium Sanctorum, donde durante todo el año, espera a las almas necesitadas de consuelo.

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