El Palquillo

Así fue la última restauración del Cristo de la Buena Muerte de la Hermandad de los Estudiantes

  • El restaurador Pedro Manzano abre el ciclo de conferencias por el IV Centenario de la imagen de Juan de Mesa con la ponencia Intervenciones conservativas en el Crucificado de la Buena Muerte

Conferencia celebrada en el Paraninfo de la Universidad.

Conferencia celebrada en el Paraninfo de la Universidad. / M. G.

Un estado "inadecuado" sin ser alarmante. Así calificó Pedro Manzano, conservador de bienes culturales y responsable de la última intervención del Cristo de la Buena Muerte,  el estado de conservación del Crucificado tallado hace justo 400 años por el imaginero cordobés Juan de Mesa. Manzano fue en la noche del lunes el encargado de inaugurar el ciclo de conferencia organizado por la Hermandad y la Universidad de Sevilla por el IV centenario de la talla.

La ponencia Intervenciones conservativas en el Crucificado de la Buena Muerte llenó en la noche del lunes el Paraninfo de la Universidad de Sevilla. En esta conferencia, Manzano ofreció las claves de la intervención que llevó a cabo en el Crucificado entre el 10 de septiembre de 2018 y el 10 de enero de 2019, cuando fue repuesto al culto. Según relató el restaurador, que proyectó numerosas fotografías de las pruebas realizadas a la imagen y del proceso conservativo, las inestables condiciones de temperatura y humedad, el uso cultual y la pérdida del adhesivo de los ensambles había provocado que el estado de conservación de la talla, tanto en el soporte como en la capa pictórica, fuera "inadecuado y preocupante", aunque sin llegar a presentar un estado alarmante.

El restaurador, apoyado por un gran material gráfico, expuso cuáles eran los principales problemas del Crucificado antes de su intervención. Manzano señaló que gracias a las pruebas médicas se ha podido por primera vez tener un conocimiento profundo de las alteraciones de la imagen en cuanto al soporte. 

Una de las fotografías de las pruebas realizadas. Una de las fotografías de las pruebas realizadas.

Una de las fotografías de las pruebas realizadas. / M. G.

Manzano abundó en las fisuras que presentaba la imagen en diversas zonas de la cabeza y el cuerpo que habían provocado, a su vez, pequeños levantamientos y pérdidas de policromía. El estado biológico de la imagen, señaló, era estable, y indicó que en el paño de pureza había hasta tres policromías superpuestas, siendo la del resto de la imagen la original de 1620, desconociéndose su autor.

El tratamiento realizado al Cristo, sin ser integral, sí fue relevante para atajar estas alteraciones que son irreversibles. Se consolidaron las fisuras y la policromía y los planos de unión mediante unas finas láminas de madera adaptadas una a una.

Una vez realizada la consolidación, el restaurador pudo realizar la limpieza, sutil, de la capa de color, que fue más acusada en la parte posterior de la imagen. Se repararon las pérdidas de policromía y se procedió a la reintegración cromática con una técnica distinta a la original que garantiza su reversibilidad.

El Cristo tras la restauración. El Cristo tras la restauración.

El Cristo tras la restauración. / Juan Carlos Vázquez

En cuanto a los desencuentros de las manos del Cristo con la Cruz, que generaban tensiones en los ensambles del brazo, se realizaron unos nudos que permiten que las manos apoyen perfectamente.

Tras la intervención, se ha firmado un contrato de seguimiento y control sobre la imagen que, mediante visitas anuales, permitirá atajar cualquier problema que pudiera surgir por pequeño que sea.

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