Todo es satisfacción y gozo en la Colegial del Salvador. La Virgen del Socorro, titular de la Hermandad del Amor, fue trasladada en la noche del martes a su paso de palio, a escasos diez días para la llegada del Domingo de Ramos. Varios años después (sumando el COVID y el proceso de restauración) la dolorosa vuelve a portar su extraordinario manto de salida tras la intervención a la que fue sometida la pieza en los talleres de Manolo Solano. La obra se encontraba en un estado de conservación ciertamente preocupante (por el paso del tiempo y las salidas procesionales) pero el resultado es intachable.
De este modo, todo vuelve a la normalidad y a su ser. La Virgen del Socorro luce, flamante e impoluto, el manto que bordase en 1957 Conchita Fernández del Toro siguiendo el diseño de Joaquín Castilla, una pieza que los expertos consideran y catalogan como una de las más logradas y rematadas de todo el patrimonio textil de la Semana Santa del pasado siglo. El proceso de restauración conllevó numerosas directrices y necesidades hasta alcanzar el resultado actual: se pasó por completo a nuevo terciopelo, se ha respetado al máximo el diseño original de la obra y fueron necesarios punzones para traspasar la aguja en la mayoría de las puntadas. La corporación siguió en todo momento el avance de la restauración, que comprendió varios meses de trabajo.
El estilo
El manto cuenta con un marcado carácter regionalista, posiblemente influenciado por el contacto continuo que Joaquín Castilla mantuvo con artistas y diseñadores de la Sevilla de finales de la década de los veinte, Exposición Iberoamericana incluida. La monumentalidad de los bordados y la fuerza de los volúmenes son las características esenciales de este manto, que fue bordado en el taller de una Conchita Fernández que cuando recibió el encargo tenía 71 años pero una experiencia solvente y acreditada: aprendió el oficio del bordado en el taller de Patrocinio López y después continuó formándose con Concepción Manzano. Asumió y lideró algunos de los talleres más destacados de la época, como el de Hijos de Miguel del Olmo -donde coincidió con Herminia Álvarez Udell- o el de Guillermo Carrasquilla.
Una bendición para la Semana Santa el que volvamos a disfrutar de esta obra de arte en la calle, que es donde cobra todo su sentido.
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