EL TIEMPO
La lluvia regresa este fin de semana a Sevilla

El barrio de Santa Catalina no falla a su cita con la Virgen del Carmen

La Estrella de los Mares recorrió bajo palio las calles de su feligresía como cada 16 de julio

Numerosos cofrades arropan la procesión en una noche veraniega

La Virgen del Sol a los sones de su banda de cornetas y tambores

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"Rocío" para la Virgen del Carmen // InfoCofrade

El sabor popular de otros tiempos se manifiesta, de manera mucho más nítida y clara, en nuestras procesiones de gloria más señeras. Los 16 de julio en Sevilla se cierran -tras una ruta por Triana, Calatrava o San Gil- acompañando a la Virgen del Carmen de Santa Catalina, que con su gracia y personalidad imprimió en el aire ese regusto de cofradía entrañable y amiga.

La Santísima Virgen del Carmen estrenaba varias piezas durante todos estos cultos. En primer lugar, la toca, realizada en encaje de bolillo de oro por su camarera Amparo, que ha empleado un año y medio hasta su finalización. También lucía la imagen unos nuevos zarcillos de oro, regalados por su vestidor José Javier. Aunque no es novedad, este año el conjunto de orfebrería es el que realizó Manuel de los Ríos en 2006 con motivo del Pregón de las Glorias, según diseño de Sánchez de los Reyes.

La Virgen del Carmen al poco de salir de su templo / Esteban Jiménez (@estebanjimeenez)

A las nueve y cuarto de la noche, tras la Función Principal, la comitiva traspasó el umbral de la parroquia. Las últimas luces de la tarde se afanaban, en vano, en remitir la plata del paso de palio, la gallardía de las bambalinas y el cuerpo de la peana. Infantil pero divina, la Virgen del Carmen arrancó de primeras los aplausos de los más incondicionales cofrades que se citaron durante todo el recorrido hasta bien entrada la medianoche. Se cerró la oscuridad en el antiguo convento de La Paz y la luz de la candelería tiñó de pardusco aceite las cales y los aleros.

En torno a la una de la madrugada del ya lunes se cerraron las puertas de Santa Catalina y los cofrades, sumidos en el sueño de una noche de verano, regresaron a sus vidas, a sus tareas, a su tiempo, con la sal de la ciudad en los labios y una sola estrella en el único cielo posible.

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