Hace algunos meses que las campanas de la Iglesia Colegial del Divino Salvador dejaron de sonar. El motivo se debe a unos trabajos de mantenimiento sobre la torre campanario, un primitivo alminar de la época califa cuyo remate posterior es obra del arquitecto Leonardo de Figueroa. La familia Mendoza, histórica saga de campaneros, no hizo sonar las campanas en la festividad del Corpus Christi o el Domingo de Ramos, entre otras fechas señaladas.

Durante las tareas ordinarias de conservación y mantenimiento, dirigidas por el arquitecto Antonio Navarro, se observó la necesidad de acometer otros trabajos de mayor sensibilidad y profundidad. Según ha podido conocer este periódico, las campanas no volverán a sonar hasta principios del próximo año. El toque de campanas genera vibraciones, por lo que mientras que se desarrollan estas labores, que precisan instalación de andamiaje, se ha recomendado la suspensión de su uso.

En mayo de 2020, la torre fue sometida a una revisión minuciosa para evitar desprendimientos de mortero a la calle y para reforzar la malla que cubre su parte superior. Las tareas fueron aprobadas por la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico, dependiente de la delegación territorial de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, y se centraron principalmente en la cara norte, que es la que se encuentra adosada a las fachadas de los inmuebles de la calle Córdoba. En su dictamen, la Comisión calificó el asunto como "situación de emergencia".

Intervención de "emergencia" en la torre de la iglesia del Salvador para evitar desprendimientos

Este templo barroco, construido sobre una antigua mezquita del siglo IX, fue declarado Bien de Interés Cultural en 1985 y se encuentra en constante supervisión para garantizar su conservación. Su gestión pertenece al Cabildo Catedral de Sevilla. Cabe recordar que entre los años 2003 y 2008 se llevó a cabo una profunda restauración dirigida por el arquitecto Fernando Mendoza Castells. Tras su reapertura, siendo arzobispo de Sevilla el Cardenal Amigo Vallejo, el Salvador dejó de ser parroquia, siendo la de San Isidoro la más próxima de la feligresía, por lo que el uso de las campanas quedó reducido a ocasiones especiales y cultos extraordinarios.