Conventos

¿Cuál es el convento de Sevilla que aún fabrica cilicios?

Objetos para las disciplinas penitenciales en los conventos.

Objetos para las disciplinas penitenciales en los conventos. / Juan Carlos Muñoz

Un instrumento conocido por diversas películas y muchas leyendas, que aún se fabrica en Sevilla. Son los cilicios, utensilio para ejercer la disciplina penitencial, bastante común antaño en las órdenes religiosas y en fieles que las siguen aplicando. Aunque muchos piensan que es algo del pasado, como reliquias en desuso, la realidad es bien distinta. Siguen teniendo demanda y un convento en Sevilla que los proporciona. 

Se trata del Convento de San José del Carmen (más conocido como Las Teresas), en pleno barrio de Santa Cruz, donde sus religiosas elaboran escapularios carmelitas, pero también estos instrumentos de alambre que recuerdan en su forma y dolor la corona de espinas que colocaron en las sienes de Jesucristo. 

Las monjas que habitan este monasterio ya no los fabrican para ellas, sino para distintos demandantes, muchos pertenecientes a grupos religiosos conservadores. Además, existen quienes los emplean como elemento estético. Es el caso del movimiento gótico, que tanto auge tuvo en décadas pasadas. 

Disciplina de pinchos y cuerdas

Todos estos utensilios se pueden contemplar estos días en una exposición en el museo del Santo Ángel (calle Rioja), que en una de sus estancias muestra cómo se vivía la cuaresma en los conventos sevillanos. En una vitrina, junto a los cilicios, se incluye la disciplina de pinchos, con la que, literalmente, se arranca la piel. Fue la utilizada por Mel Gibson en la hiperrealista (y sangrienta) película La Pasión de Cristo durante la escena de la flagelación. Para ejercer estas penitencias, los religiosos debían contar con el beneplácito del prior o madre abadesa, pues un uso en exceso podría conllevar graves infecciones de piel. 

Una de las visitas al Museo del Santo Ángel en los días de cuaresma. Una de las visitas al Museo del Santo Ángel en los días de cuaresma.

Una de las visitas al Museo del Santo Ángel en los días de cuaresma. / Juan Carlos Muñoz

Lo que sí estaba permitido era la disciplina de cuerda, que se llevaba a cabo los lunes, martes y viernes, después de misa y mientras se cantaba el De profundis. Los religiosos se reunían en una sala, en penumbras, y dejaban al descubierto sus espaldas para azotarse. A diferencia de los anteriores utensilios, éstos tenían un uso comunitario. 

Además de estos instrumentos, la muestra temporal -que permanecerá abierta hasta el 27 de marzo, Miércoles Santo- cuenta con imágenes pasionistas del Niño Jesús, vestidas de color morado; un crucificado de marfil, del siglo XVII y procedente de Filipinas, que presidía los vía crucis conventuales; así como una valiosa tabla flamenca del XVI, de origen agustiniano. 

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