El Salvador: quinario al Cristo del Amor. En pocas iglesias resuena mejor la música para unos cultos internos y tiene más eco la voz del predicador. Medio kilo de retórica -una de las artes liberales del Trivium- más cuarta y mitad de oratoria; éxito asegurado.
La fórmula parece sencilla, pero desgraciadamente no corren buenos tiempos ni para la poesía ni tampoco para los sermones, ahogados por la bajada del nivel educativo y cultural en todos los sectores y rematados por el límite temporal de los diez minutos que se sugiere desde las alturas eclesiásticas.
En la imagen el padre Cué, S.J. platica ante el impresionante crucificado de Mesa. ¡Palabras mayores! O tempora, o mores!
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