Hace justo un siglo, en 1923, las hermandades de Las Aguas y el Museo abanderaron una revolución de las que se recordarían para siempre en la historia de la Semana Santa sevillana. Tras siglos procesionando en diferentes jornadas, como el Domingo de Ramos o el Viernes Santo, estas dos corporaciones inauguraron el Lunes Santo como jornada penitencial en nuestra ciudad. Con posterioridad se sumarían otras cofradías de más reciente creación, como Santa Genoveva, el Beso de Judas o San Gonzalo, hasta conformar una jornada emblemática de la fiesta mayor de la ciudad cargada de contrastes y señeros cortejos. 

Los escudos de San Pablo, Beso de Judas, Santa Genoveva y Santa Marta

En el año 1924, tras efectuar su reorganización, se suma a la nómina del día la hermandad de Las Penas de San Vicente, que ha querido conmemorar este aniversario de una manera particular y entrañable. El hermano Manuel Jesús Blanco ha pintado a mano, en los cirios que iluminarán el canasto de Jesús de las Penas, todos los escudos de las nueve cofradías que a día de hoy componen la nómina del Lunes Santo sevillano. 

Bajo el lema Cirios para alumbrar una jornada histórica, todas y cada una de las corporaciones del día estarán presentes en el discurrir de esta sobresaliente imagen del círculo de Roldán, a la que primitivamente rindió culto la cofradía de las Penas en el antiguo convento del Carmen, donde se encontraba este singularísimo nazareno. Una vez finalice la próxima estación de penitencia, y coincidiendo con la celebración de la Pascua de Resurrección, la Hermandad de Las Penas hará entrega a cada una de las hermandades de la jornada su cirio correspondiente, como prueba fidedigna de confraternidad y a modo de recuerdo de esta efeméride. 

Detalle de todos los cirios al completo

Durante el mes de marzo se celebró en Cajasol una exposición denominada Cien años para soñar un día, comisariada por José Fernández, en la que se incluían piezas patrimoniales que en algún momento de estos cien años formaron -o forman- del Lunes Santo sevillano, una jornada en la que el sabor populoso de los barrios confluye de manera directa con el recogimiento y el clasicismo de las cofradías de "centro",