El Palquillo

"Rafael Franco fue un capataz que cambió un mundo regido por el desorden y la anarquía"

El capataz Ernesto Sanguino

El capataz Ernesto Sanguino / M.G

Hace escasas semanas veía la luz un nuevo número de Esperanza Nuestra, el anuario que edita la Hermandad de la Macarena en el mes de diciembre, con el objetivo de condensar y aglutinar su actividad durante los doce meses anteriores. En esta última entrega, la número 12, el actual capataz del Señor de la Sentencia, Ernesto Sanguino, ofrece un texto rico en información y análisis acerca de la figura de Rafael Franco Luque, célebre e histórico personaje que se convirtió, por derecho propio, en una figura indispensable para comprender la evolución del mundo del costal en la Semana Santa de Sevilla. 

Rafael Franco comandando el palio de la Macarena Rafael Franco comandando el palio de la Macarena

Rafael Franco comandando el palio de la Macarena

Durante su exposición, Sanguino reflexiona acerca del poco trato y reconocimiento que, en múltiples facetas (pintura, crónicas periodísticas, literatura) han recibido los costaleros, pertenecientes a un mundillo "tan esencial como singular para nuestra Semana Santa", una cuestión que puede obedecer "al hecho de que los protagonistas del mundo de abajo procedieran en su inmensa mayoría una baja estirpe social", una reflexión de lo más sugerente. 

Compartimos con el estimado y cofradiero lector algunos apuntes clave sobre Rafael Franco Luque, aportados por el propio Sanguino. Cordobés, de Palma del Río, se afinca pronto en Sevilla y a través de un capataz llamado Antonio Torres entabla relación con el costal, un mundo marcado por la "anarquía bien entendida y el desorden": cuadrillas mal pagadas, hábitos poco éticos y respetuosos debajo de las trabajaderas, pagos en arrobas de vino blanco... Todo ello cambia, en buena medida, con la aparición de Franco Luque, que en 1908 funda su primera cuadrilla de costaleros, contratada ese mismo año por la Piedad de Santa Marina.

La Piedad de Santa Marina La Piedad de Santa Marina

La Piedad de Santa Marina

A partir de ese momento, el mundo del costal experimenta un giro de 180 grados: de los atuendos de arpillera y desgastados al traje negro oscuro; de las desigualdades en los salarios a unos pagos equiparados; del vino, al agua fresca... Tanta impresión causa que en los años siguientes toma los martillos del Gran Poder, la Amargura, el Valle y la Macarena. Conforme crecía su trabajo, más se desarrollaba su equipo. Y entre uno de sus "segundos" sobresalía un tal Rafael Ariza Aguirre, fundador de otra estirpe de capataces que se mantiene a día de hoy. Desde la fundación de la Candelaria en 1922 se hizo cargo de las cuadrillas y también tuvo que hacer frente a las revueltas sociales y sindicales de los primeros años treinta, que se extendieron, cómo no, al mundo del martillo. Uno de sus hijos, incluso, llegó a comandar el paso de la Hermandad de los Judíos de Jerez de la Frontera, con un estilo de "cargar" diferente al del costal. 

Un capataz cuyo legado quedó no solo preservado, sino que fue perfeccionado y desarrollado a través de sus dos hijos, Rafael Franco Rojas y Manuel Franco Rojas. Una figura que creíamos necesario rescatar y difundir para mayor su mayor comprensión y consideración con respecto al mundo de los capataces y costaleros. Tanto es así que lo llamaron "el mejor capataz de todos los tiempos". 

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