La Hermandad del Valle celebró el pasado día 20 de febrero, en la iglesia de la Anunciación, una serie de Cabildos Generales, según establecen las reglas de la corporación. Sumados al ordinario de cuentas y al general ordinario de salida, la Archicofradía celebró en primer lugar cabildo general extraordinario donde se aprobó la participación del Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas en el Santo Entierro Grande del Sábado Santo junto a la Reliquia de la Santa Espina, que también acompaña cada Jueves Santo a esta imagen titular antecediendo su singularísimo paso de los "espejitos". 

Reliquia de la Santa Espina

Fuentes de la hermandad apuntan que no se aprobó "la participación específica de la reliquia, ya que forma parte en sí del cortejo del Señor de la Coronación de Espinas". Además, la cofradía ha informado a través de sus redes sociales que los cirios de los nazarenos que formen parte de este breve cortejo serán adjudicados por estricto orden de antigüedad. Entre otros asuntos, también se trató en el cabildo la partida de gasto con cargo al presupuesto ordinario de 2023 para la ejecución del proyecto de habilitación de la Casa-hermandad. 

La reliquia

Durante las obras de reedificación de la Iglesia de San Martín en la primera década del siglo XV se halló en uno de los muros de la antigua fábrica una caja de plomo que contenía una Espina de la Corona de Cristo, con un escrito que la acreditaba y en la caja estas letras "Soy de la Iglesia de San Martín". En 1421 el arzobispo de Sevilla, D. Diego Maldonado de Amaya, concedió a la Congregación del «Santísimo Sacramento, Santa Espina de Cristo y Ánimas Benditas» el patronato de la capilla y del altar mayor de la Iglesia Parroquial de San Martín.

Miembros de esta congregación fundan en 1540 en la Iglesia de San Martín la Hermandad de la Coronación de Cristo, que aprueba sus Primitivas Reglas en el año 1553 y se fusiona tiempo después con la de la Verónica. Esta reliquia es propiedad de la Hermandad del Valle desde 1964, cuando el cardenal Bueno Monreal le concede la custodia de la Santa Espina, que se encontraba aún en la iglesia de San Martín.