Un cartel de siete puñales, siete hombres y siete dolores

Semana Santa de Osuna

Fernando Vaquero presenta su obra, basada en la Hermandad de Nuestra Madre y Señora de los Dolores

Cartel de la Semana Santa de Osuna 2019
Cartel de la Semana Santa de Osuna 2019 / Fernando Vaquero
Redacción

24 de febrero 2019 - 17:37

La Hermandad de Nuestra Madre y Señora de los Dolores es la protagonista del cartel de la Semana Santa de Osuna. Así lo ha querido su autor, el pintor Fernando Vaquero, que también es cartelista de la Semana Santa de Sevilla. Se trata de una hermandad servita que este 2019 celebra su tercer centenario.

La orden servita es una orden medieval, fundada en Italia por siete hombres, conocidos en la literatura cristiana como los siete santos fundadores. Ellos pertenecían a una cofradía dedicada a la veneración de la Virgen. En el documento más antiguo de la historia de esta orden, conocido como la Leyenda de los Orígenes se fija como fecha de fundación el 15 de agosto de 1233. Cuenta la leyenda que dicha noche los siete hombres se encontraban celebrando la vigilia de la Asunción, cuando se les presentó la Virgen y les comunicó su deseo de que fundasen una orden para venerar sus dolores y estar al servicio de los más necesitados. Curiosamente, siete son también los dolores de la Virgen. Los hermanos servitas representan esos dolores con un corazón atravesado por siete puñales, uno por cada dolor que padeció la Virgen Maria.

La espada de Simeón

Cartel de la Semana Santa de Osuna 2019
Cartel de la Semana Santa de Osuna 2019 / Fernando Vaquero

Aquellos siete hombres, canonizados posteriormente por León XIII, aparecen representados en el cartel en forma de ángeles, que rodean a la Virgen formando entre todos una ráfaga como la que saca Ella el Viernes Santo. Al lado de cada ángel aparece escrito cada uno de esos dolores de María. Los siete dolores de la Virgen comienzan con el conocido como La espada de Simeón del que nos habla Lucas en su Evangelio: en él se nos narra la escena de la presentación del Niño en el templo. María y José, en aquel acto de presentación, entregan el Niño al anciano Simeón y éste al verlo eleva a Dios un himno de alabanza diciendo: "ya pueden terminar mis días, porque mis ojos han visto tu salvación, la luz ha llegado a Israel".

María y José quedaron admirados por esas palabras, Simeón entonces, dirigiéndose a ellos les dijo: "Este Niño ha sido destinado para ser caída y resurrección de muchos en Israel, y será signo de contradicción", por ultimo Simeón miró directamente a María diciéndole: "y a ti, una espada de dolor te atravesará el alma" profetizando con esta frase la Pasión de Cristo. Esa espada de dolor de Simeón es la que aparece en la parte superior del cartel junto a la misma frase de Simeón escrita en latín, una espada que porta el primero de los ángeles atravesando de dolor el corazón y el alma de María, un alma representada en esta ocasión por la palabra "Osuna" que aparece en el interior del cuerpo de la Madre como representación de su alma.

Este primer dolor está subrayado por encima de los demás. Vaquero, que explicó su obra durante la presentación de la misma, entiende que "engloba perfectamente a la Semana Santa: la profecía de Simeón fue el anuncio de lo que estaba por llegar en la Vida de Jesús y María, por eso lo he colocado encima de la palabra Semana Santa, ya que el cartel es también el anuncio de lo que está por llegar: la Semana Santa". Tras ese primer dolor vendrán otros seis en la vida de María. Dolores que rodearon la vida de María como lo hacen aquí en forma de ángeles mensajeros: la huida a Egipto, la pérdida de Jesús en el Templo, el Encuentro de María con Jesús en la Vía Dolorosa, la Crucifixión de Jesús, el Descendimiento de la Cruz y el Entierro de Jesús. Estos Siete Dolores se encuentran arropados por un fondo negro, que nos recuerda no solo la túnica que visten los nazarenos de la hermandad de los Dolores sino también el color del hábito servita.

Vaquero explica la luz del cartel

Vaquero centró su intervención en la protagonista del cartel, donde "una luz cenital baña los misteriosos ojos entrecerrados de Nuestra Madre y Señora de los Dolores, las pestañas de esos ojos proyectan una sombra sobre los pómulos acentuando así la sensación melancólica y el misticismo, invitando al espectador a recogerse y meditar sobre esos siete dolores".

Y finalizó hablando de "esa sombra provocada por la luz en su rostro nos remarca de especial manera los signos faciales dando la sensación de un rostro envejecido por un dolor desgarrador, de entre las sombras parece adivinarse ese grácil hoyuelo de la barbilla que José de Mora plasmó con sobrecogedora maestría". Y de la Virgen, que "no lleva corona, ni manto bordado permitiendo al espectador recrearse en las dulces ondulaciones de su maravilloso y en su particular trabajo de estofado". Todo conduce a su corazón, que en palabras de Vaquero, "es de plata todo el año pero cada Viernes Santo se transforma en un bellísimo corazón dorado que late al unísono junto a todos los cofrades de Osuna".

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