Los invisibles

"Acompañábamos a la mujer de Canorea y nos metía gratis en la plaza"

  • Tres nombres: de pila, de torero y de cantante y empresario. Cantó en la Monumental de Barcelona. Juglar radiofónico, urbano de serranía, es un poeta del mostrador.

NO triunfó como torero, pero hace el paseíllo todos los días. José Luis del Serranito (Sevilla, 1950), su nombre artístico, cantó en la Monumental de Barcelona. Miguel Poveda, el último torero de la Maestranza, pasó el otro día por su local de Antonia Díaz.

-Su especialidad es cambiarse de nombre...

-Cuando intenté ser torero, mi nombre, José Cabeza, no daba bien en el cartel. Le añadí el Luis y el segundo apellido de mi padre, Chaves, que es muy taurino. Era José Luis Chaves. No soy el único que lo hace. Mi hermano Antonio se convirtió en José Antonio cuando entró en Bordón 4. Uno de los componentes se fue a trabajar a Telégrafos en Barcelona, se llamaba José Antonio, vieron a mi hermano en La Trocha, se parecía mucho y entró en el grupo.

-¿Su palmarés de torero?

-Una novillada sin picadores en la Maestranza, tres picadas y una novillada en las Ventas.

-¿No era fácil?

-Mucho más difícil que ahora. Hoy hay crisis, entonces no había nada. Y éramos muchos.

-¿Por qué empieza a cantar?

-Al no triunfar como torero, perdí el contacto con el público y quería recuperarlo. El mayor y el pequeño de mis hermanos, Frank Bravo, son artistas. Nos juntamos todos para hacer un disco. Mi padre se puso malo y lo dejamos. Luego me aventuré yo por libre. Grabé el primer disco y dejé de fumar.

-¿Cuántos discos?

-Hasta ahora, ocho. Yo no sé música, yo sé escribir.

-¿Cómo nace el Serranito?

-Con mis dos colegas con los que quise triunfar en el toro, Rafael Cambrollé y Enrique Muñoz el Trola, empecé a trabajar empapelando paredes, poniendo suelos. Trabajos que no fueran fijos por si nos llamaban del tentadero. Montamos una tienda de decoración, la llevamos a Puente y Pellón y decidimos traspasar el local de Antonia Díaz. No conseguimos traspasarlo y eso cambió mi vida.

-Torero, cantante, empresario...

-Abrí el Miércoles Santo de 1983. Esa Feria se pasó por el bar don Diodoro Canorea y me dijo que ahora que me había quitado del toro, iba a ganar dinero. Le dije que yo estaba como el Gobierno, en transición. La mujer de Canorea, doña Carmen Pagés, nos metía todos los días gratis en la plaza, junto a la puerta del Príncipe. Mis dos amigos y yo la esperábamos en el portal de su casa de plaza de Cuba y la acompañábamos.

-¿Quién inventó la tapa del serranito?

-Creo que fue el dueño de un bar que se llamaba Échate p'allá, aunque el bar Hermanos Morales decía que fueron ellos los que la sacaron por primera vez.

-Benito Moreno es el juglar de El Larguero y usted del programa de toros de Manolo Molés en la Ser. Ésa fue su alternativa...

-Desde la Feria de 1990. Un día Molés vio la portada de mi primer disco, con una foto de Alberto Mattei, fotógrafo que se mató en un accidente de tráfico y que cantaba muy bien por Raphael. Molés mandó un sos por la radio para buscarme. Me enteré por Antonio Corbacho, el apoderado de Talavante y antes de José Tomás.

-¿De qué se conocían?

-En los años 70 íbamos al hotel Colón a verlo para contarle nuestra tragedia de toreros. Toreábamos de noche, éramos furtivos, porque no teníamos padrino ni medios ni dinero. Con Mariví Romero, la hija de Emilio Romero, Molés nos acompañó una de esas noches de luna llena a una finca medio abandonada en las marismas del Guadalquivir. Mariví se quedó en el coche, pero Molés se metió en el cercao donde toreábamos a las becerras, nunca se torea a los machos.

-¿Ha toreado más noches a la luz de la luna que tardes junto al tendido de Sol?

-Muchas más. Aquello le impresionó a Molés. Fuimos a una finca de Guardiola Soto, Zarragatín, en El Palmar de Troya. Nos hizo un reportaje en Revista de Toros, de Televisión Española, que también dieron en la cadena regional y en el programa 300 millones que se veía en toda Latinoamérica.

-A dos pasos de su primer local, una placa recuerda la casa donde vivía Antonio Ordóñez...

-Le pintamos su casa y el cortijo que tenía en Carmona, Las Cuarenta. A Carmina Ordóñez le pintamos y empapelamos el piso de Plaza de Cuba recién separada de Paquirri. Fran y Cayetano pasaban por aquí de niños cuando iban a ver a su abuelo a la calle Iris

-¿Cómo cantan los toreros?

-En el 91 hice un disco, A mis amigos los toreros. En el coro de mi casa de Chipiona estaban Espartaco, Finito, Jesulín, Emilio Muñoz y Paula, pero Paula no cantó.

-La música callada del toreo...

-En mi último disco, junto a una canción a Rocío Jurado, incluyo canciones dedicadas a doce toreros, con un pasodoble a Enrique Ponce y una rumba a El Cid que ha escrito César Cadaval. Pensé darle los beneficios a los Verdes por su campaña contra los toros, pero pasó la desgracia del banderillero Adrián Gómez y fueron para él.

-¿Cómo se define como torero?

-Un revolucionario. Un grupo de novilleros nos plantamos en el despacho de Canorea. Como también era empresario de Ibiza, nos pagó los gastos para ir a esa plaza.

-¿Cuál fue su mejor faena?

-Lo que nadie hizo antes. Las primeras sevillanas a la infanta Elena cuando se casa en Sevilla se las hago yo. Me entrevistó Tico Medina en el ¡Hola! Después salieron Los del Río poniéndole al disco el membrete las auténticas. O ir con Luis Mariscal a matar cuatro toros en la cárcel. Montamos una plaza portátil en el campo de fútbol junto a la sección de psiquiatría.

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