Sevilla

Carmen Castreño: La gestora valiente

  • Austera y trabajadora incansable, su gran capacidad para empatizar la convierten en la negociadora perfecta

Sevilla es su ciudad de adopción, una capital de ida y vuelta donde asegura que nunca se ha sentido extraña. Carmen Castreño Lucas nació en la Nava del Rey, en Valladolid. Pero sus estudios discurrieron entre Sevilla y Córdoba, donde se licenció en Química para luego cruzar el Estrecho y hacer de Ceuta su hogar. En la ciudad autónoma debutó en la universidad, dando clases en la UNED, y dio el salto del mundo académico al político cuando en 1983 formó parte de una lista del PSOE en unas elecciones municipales, tras las que se convirtió en concejal de Cultura del Ayuntamiento de Ceuta.

La delegada más poderosa del gobierno de Juan Espadas -lo dicen las cuotas de gobierno que acapara- acumula trienios en política municipal y hoy no hay retos que le espanten. A los dos años de haber recibido su primera acta de concejal -faceta que define como la más bonita e intensa- una crisis en el seno de su partido le obligó a hacer un máster acelerado en malabarismo político. Y, tras pasar dos años en la oposición, renovó su acta de concejal en 1987 en un tripartito, con un partido localista y el CDS, un mandato más donde pudo desarrollar la capacidad negociadora que ahora deberá poner día a día a prueba en este mandato en minoría. En Ceuta también asistió al hundimiento de su partido en una corporación municipal donde el PSOE sólo logró mantener a tres ediles y vivió momentos duros en un clima de deterioro y de corrupción.

Un periodo político tan complejo como enriquecedor que Castreño dejó atrás en enero de 1995, con un currículum discreto pero muy eficiente. Las buenas relaciones que mantuvo tanto con el PP como con el PSOE esta castellana, dura y austera en el trato pero con una capacidad asombrosa para empatizar, le sirvieron para cambiar el Ayuntamiento por la Autoridad Portuaria de Ceuta, que presidió durante año y medio.

Siempre firme y valiente, en lo personal y lo profesional, a mediados de 1996 abrió un nuevo capítulo en su vida y regresó a la península, esta vez, con un cargo en el Puerto de Sevilla. A él llegó como jefa de división de organización y relaciones externas, formando también parte del consejo de administración. Hasta que 18 años después fue nombrada presidenta de dicha Autoridad Portuaria, un cargo que ha ejercido durante un año y que su buena gestión ha convertido en clave para el desarrollo de los muelles sevillanos. En su mesa se han negociado asuntos espinosos como el dragado del río, logrando un amplio consenso con el mundo empresarial -donde es puntuada con nota alta- y político, también la implantación de la zona franca o proyectos tan atractivos como Sevilla Park.

Quienes bien la conocen aseguran que el día para Castreño tiene más de 24 horas. La nueva concejal es muy discreta y también muy persistente, pues no hay tarea que abandone sin resolver esta trabajadora incansable. Dicen que la mejor cualidad que atesora en su mochila es creer que nada es imposible. También nadar como pez en el agua en las negociaciones, donde es muy difícil lograr que ceda si está convencida de que el camino correcto es el que ya ha trazado.

Tiene fama de buena organizadora, un perfil que se ajusta muy bien a las encomiendas que le ha hecho el alcalde, Juan Espadas, y de valiente y tenaz, pero a la vez conciliadora. Sus banderas son la honestidad y la franqueza a la hora de enfrentarse a todos los foros posibles. Afable, pero seca en el trato. Para algunos, simpática lo justo, aunque correcta. Firme hasta el punto de poder parecer soberbia. Un carácter áspero que, para sus más cercanos, se convierte en la coraza que impide ver a una mujer solidaria. Y feminista.

En las últimas dos décadas Castreño ha militado como socialista en la agrupación Triana-Los Remedios. En este último barrio es donde reside esta castellana, sevillana adoptiva de voz profunda, madre de dos hijos que dividen su corazón entre Ceuta y Sevilla. La nueva concejal sevillana es reservada, nada dada a las alharacas, pero no duda en manifestar su entusiasmo cuando se trata de concienciar a su entorno, ahora a la ciudadanía, de las bondades del tema que tiene entre manos. De Castreño el nuevo alcalde espera una gestión transparente y con un alto nivel de eficacia y quienes mejor la conocen están seguros de que no defraudará. Ella afronta con ilusión un reto que empieza por las delegaciones de Economía, Comercio y Relaciones Institucionales, la presidencia del Pleno, de la junta de portavoces, las empresas municipales y los distritos Triana, Los Remedios y también la Cartuja, aún en proceso de constitución. Su obsesión es demostrar que todo lo prometido en esta campaña electoral es posible y cumplir con la palabra dada a los sevillanos. Y para ello tendrá que tirar de oficio y aplicar alguna que otra fórmula química para mantener inalterable el equilibrio de un gobierno en minoría.

Amante de los libros y de Sevilla, para ella, la ciudad española más conocida en el mundo, un calificativo que acompaña con otras apreciaciones, como que es la primera ciudad andaluza en industrialización o la que tiene el tercer puerto de cruceros y un parque tecnológico puntero. Casi 20 años después de instalarse en ella, no hay día que no descubra un rincón nuevo en Sevilla, donde trabajará ahora para que nadie se sienta un extraño.

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