plaza nueva | Alejandro Rojas-Marcos de la Viesca

"Descubrí la política por una charla del padre Arrupe sobre Hiroshima"

  • Animal político por antonomasia, el alcalde de Sevilla que inauguró la Expo sólo volvería a la política en el sentido global, la que descubrió en Londres y en Berlín. Fundador del andalucismo, promovió su disolución

Fue el alcalde de la Expo. Alejandro Rojas-Marcos (Sevilla, 1940), llegó a la Alcaldía 25 años después de haber sido concejal con Félix Moreno de la Cova. Cofundó en París la Junta Democrática.

-Una de las imágenes es a hombros de los béticos cuando el equipo volvió a Primera el 94...

-Se me ocurrió celebrarlo y pequé de ingenuo. Creía que un alcalde tenía que ser de todos. El que no fuera del Sevilla ni del Betis ha sido el más grave error de un alcalde. Los béticos creían que era sevillista y los del Sevilla que bético. Alguien me tiraba de un pie. Mis cinco hijos son béticos. Era Íñigo, que me decía: "Padre, ¿ahora?".

-¿Qué hace ahora?

-En la Fundación Alhambra que fundé en 1982, cuando dejé la política por primera vez. Aquí estaba el despacho de mi padre.

-Su madre, la montañesa, vivía junto al lugar donde la ETA mata a Alberto y a su mujer...

-Lo mataron debajo, oyó un disparo y ella se asomó al balcón.

-¿Conoció su madre al padre montañés de Felipe González?

-Al padre de Felipe lo conocí yo, del que tengo un gran concepto. Era de la parte occidental de la Montaña, mi madre de la oriental.

-La Expo cumple 25 años. ¿Sabe la generación de ese año que usted era el alcalde de Sevilla?

-No me interesa que la gente sepa que hubo un alcalde que se llamaba o se llama Alejandro Rojas-Marcos. Ser alcalde ha sido un puesto de trabajo, de lo que estoy muy orgulloso. Para un político, un cargo es su puesto de trabajo. O al menos debe serlo. Otra cosa es la fama, no me interesa nada. Sí me interesa conquistar a la gente, su corazón; si no, no sería político.

-¿Le ha producido nostalgia ver las siglas PSA en la compra de Opel por Peugeot y Citroën?

-Con las siglas cometimos un error llamándole Partido Socialista, no porque no fuéramos socialistas, que lo éramos, pero la gente votó Partido Socialista y en propaganda, envergadura y en historia nos arrollaron. Desde el punto de vista del marketing fue un error.

-Nacen en 1965 y el único Blas notario conocido era Blas Piñar.

-A Blas Infante por no conocerlo no lo conocíamos ni nosotros. En 1965 no sabíamos que existía ni nosotros nos calificábamos de andalucistas. Trabajábamos en y por Andalucía contra la dictadura y contra la situación socioeconómica de Andalucía, que encabezaba los récords de paro, emigración y analfabetismo.

-¿Cómo nace su vocación?

-El primer chispazo llegó con diez años, por una conferencia que dio en el colegio de los jesuitas el padre Arrupe sobre la bomba de Hiroshima. La idea que teníamos de la guerra era la de los soldaditos de plomo, no imaginábamos que una bomba podría matar a cien mil personas. Le pedí al maestro del curso hablar con ese hombre y lo pude hacer en el pasillo. El general de la Compañía de Jesús me contó que era médico, que estuvo en Hiroshima salvando gente. Me habló de la maldad de todas las guerras, del crimen de matar a inocentes indefensos.

-¿Por ahí llega a la política?

-Yo no me metí en política para ser alcalde de Sevilla o hacer política en Andalucía, sino por la humanidad. El segundo aldabonazo fue en Londres, donde fui a estudiar. En 1956 viví dos acontecimientos: la ocupación de Hungría por la Unión Soviética, oí por la BBC los gritos de esa gente pidiendo a un Occidente impasible que interviniera; y cuando Nasser se hartó de las potencias colonizadoras con el canal de Suez y Francia e Inglaterra bombardean Egipto.

-¿Cómo se configura eso?

-Vuelvo a Sevilla, entro en la Universidad y a través de la Hoac entro en contacto con la clase obrera, yo procedía de una familia de la alta burguesía sevillana.

-¿Ha valido la pena?

-Después de cincuenta años en la política, el acto más importante en el que participé es el de la disolución del Partido Andalucista. Fue un acto de dimisión ante el pueblo andaluz porque un partido que no es querido debe dimitir. Me costó mucho trabajo. Seis meses pateándome Andalucía. Una asamblea con cuatro mil militantes y trescientos concejales. Habíamos puesto la antorcha, la pica muy alto. Sin nosotros no hubiera sido posible la autonomía. A mano alzada, con un 80% de los votos, llorando muchos, optamos por disolvernos. Soy el fundador de ese partido y el promotor de su disolución.

-¿Decepción, cansancio?

-En política la grandeza no sólo está en la entrada, también en la salida. No está sólo en ganar, también está en perder. Grandeza es altura de miras, coherencia, ética.

-La guerra de su época de alcalde fue la de los Balcanes...

-Fui con la Fundación Alhambra a Kosovo y a Serbia. También fuimos a Palestina para prestar ayuda psicológica a niños de Gaza por la invasión de Israel, que se salta las leyes internacionales y hace caso omiso de las resoluciones de Naciones Unidas.

-Sus cuatro mandatos de alcalde van de la caída del muro de Berlín (1989) al derribo de las Torres de Nueva York (2001).

-Estuve en Alemania en 1959. En Metro podías pasar al Berlín oriental. Tenía unos edificios históricos maravillosos, todos acribillados por las balas, apenas veías coches por la calle. Berlín occidental parecía Manhattan. Esa misma sensación tienes entre Gaza, donde veías a los soldados israelíes en una mezquita dando zapatazos con sus botas y asustando con las metralletas, y Tel Aviv, a sólo media hora de allí. Un partido político que pensara en un planteamiento global sería la única opción que estaría dispuesto a asumir en este momento.

-¿Conoce Nueva York?

-Muy poca gente conoce a fondo Nueva York. He ido muchas veces por mi hermano. Ves la diferencia entre Harlem y la quinta Avenida.

-Sus adversarios hicieron una lectura particular cuando su hermano Luis, el psiquiatra, dijo que usted sería un magnífico alcalde de Nueva York...

-He tenido adversarios de mucha categoría, de eso me honro. Electoralmente, me solían ganar de cada diez veces nueve, pero los políticos no están para ganar, sino para hacer política y ser útiles.

-Opositor de Manuel del Valle, alcalde, socio de Soledad Becerril, socio de Monteseirín. ¿Mejor solo que mal acompañado?

-Nunca solo, para nada. Ni en la política ni en el amor, que son las dos expresiones más grandes del ser humano. De las malas compañías ya se irá librando uno cuando pueda. Todos los que le tienen miedo a las malas compañías acaban más solos que la una. Si la formación sexual de los jesuitas fue un desastre, en el tema social nos enseñaron lo que es el otro, el prójimo como lo llaman. El otro individual que tienes cerca y el otro colectivo que tienes lejos.

-Isabel Pantoja canta en junio en el estadio de la Cartuja. No le parece un dispendio...

-La idea del estadio fue mía, no la ejecución. Las cuatro administraciones estábamos de acuerdo. Así lo decidimos tras una reunión en San Telmo con Chaves. Había un dinero sobrante de la Exposición Universal y se pensó en un estadio con el acuerdo de los dos equipos de la ciudad. Antes de la primera piedra, todos los partidos estaban en el consejo de Administración.

-En los 25 años de la Expo, sería ideal la final de Copa del Rey...

-Si el estadio olímpico en vez de promoverlo el PA lo promueven el PSOE o el PP, otro gallo hubiera cantado, no se habrían dicho tantas tonterías y se le hubiera dado más uso. Nos equivocamos en que no teníamos poder suficiente para una obra de esa envergadura. Nos dejaron solos. Algo parecido nos pasó cuando pactamos con Suárez el desbloqueo del 28-F. No se hubiera desbloqueado, al PSOE sólo le interesaba la caída de Suárez, sabíamos que las columnas de Hércules iban a caer sobre nosotros en forma de infamias, calumnias y pintadas por toda Andalucía acusándonos de traidores.

-En su último mandato municipal pactó con el PSOE...

-En el 99 dejamos bien claro que pactaríamos con el PP o el PSOE en función de que queríamos el Metro para Sevilla. El PSOE, que gobernaba en Andalucía, lo entendió; el PP, que gobernaba en Madrid, no lo entendió. No sólo no lo entendió, sino que algunos de sus líderes cuyos nombres me ahorro nombrar dijeron que me tendría que ir de Sevilla. Ahí está el Metro y podemos presumir de ser el único partido que pasó por el Ayuntamiento de Sevilla sin tener un solo imputado. Ni uno.

-¿Semana Santa o Feria?

-La Semana Santa en pequeñas dosis. La Feria también, pero muy intensa. Sé entrar, pero no sé salir. Voy poco, pero nunca vuelvo antes de las seis de la mañana.

-En sus Memorias, Guerra dice que usted es Romeo y Martín villa Julieta en la escena del balcón. Y que en una cena en el Luna Park con Felipe, Guerra y Uruñuela, usted no se estaba quieto.

-Es la única verdad que ha dicho sobre mí Alfonso Guerra.

-¿Le gustan los toros?

-La verdad es que no mucho. Una buena faena le gusta a todo el mundo, pero a los que les gustan los toros se tragan las buenas y las malas. Recuerdo una corrida maravillosa con seis toros de Curro.

-¿Había referencias sevillanas en Villa Giralda, la casa de don Juan de Borbón en Estoril?

-No lo recuerdo. Llegué con 17 años. He tenido un gran concepto del conde de Barcelona. Fue una pena que no fuera él el rey; tuvo un papel difícil y relevante firmando el manifiesto de Lausana con Gil-Robles e Indalecio Prieto.

-Era el alcalde en la boda de su nieta Elena en Sevilla.

-Nos dio un trabajo increíble. Al final de la boda, me encontré con el rey Juan Carlos en los jardines del Alcázar y me dijo: "Alejandro, tu boda ha salido estupendamente". Sonia Vivancos, mi jefa de gabinete, y yo mismo lo convencimos para que le quitara a Protocolo de la Casa Real y a su seguridad la idea de poner un corralito para la gente. Le dije que los sevillanos se manejan muy bien en las bullas.

-¿Fue una proeza tener cinco diputados en el Congreso el 79?

-Y dos en Cataluña. La Alcaldía de Sevilla dos veces. Pero la verdadera proeza fue haber estado cincuenta años. Pero el pueblo andaluz está encantado con el PSOE.

-Borbolla y Susana Díaz fueron concejales presidentes de la Junta. ¿Le hubiera gustado?

-Un andalucista no le puede hacer asco a ese honor.

-¿Qué salida le ve a Cataluña?

-Como un pueblo se ponga en marcha y quiera la independencia, eso no hay quien lo pare. Yo no estoy a favor de la independencia, pero la solución no es el orden público como con Franco o los discursos vacíos y bochornosos de Rajoy y antes de González y Aznar. Es el momento de la política, que sólo la hacen los independentistas, los demás están desamparados. ¿Van a mandar al Ejército? Se vino del Sahara porque el pueblo se puso en marcha. ETA no era sólo una banda de desalmados, era un 20% de la población. Allí también había que hacer política, y se hizo.

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