Sevilla

Estepa, una isla industrial que va más allá del mantecado

Los reportajes sobre los mantecados en Estepa son como la Navidad: llegan cuando se encienden las luces en las calles y los escaparates se llenan de nieve artificial, aunque sea con 25 grados de temperatura. Pero ¿cómo un dulce que, con variantes, se hacía en tantos sitios quedó ligado a estas fechas y a este pueblo sevillano? Todo empezó con Micaela Ruiz, La Colchona: aprovechaba la manteca de las matanzas para elaborarlos, con tan buena maña que su marido, cosario entre Estepa y Córdoba, los vendía en cada posta. Modificó la receta para que se conservaran y resistieran el transporte del XIX. Sus vecinos empezaron a copiarla. En los 70, con el aumento del consumo en el país, eclosionó la industria, con más de cien fábricas. Muchas eran modestos obradores, pero 22 se han consolidado y algunas van por la cuarta generación. Durante esta campaña, que arrancó en septiembre y está finalizando, han generado 2.000 empleos directos y 2.500 indirectos. Facturan 70 millones de euros en un municipio que no llega a 12.900 vecinos. La demanda, tras unos años de contención, crece un 5%.

De agosto a septiembre, la contratación del mantecado hace que el paro se reduzca en un 37%. Este año, Estepa se quedó con 816 parados, prácticamente la mitad que municipios de similar población, como Alcalá del Río, Brenes, Gines, Guillena, La Puebla de Cazalla o La Puebla del Río y eso que su población activa es mayor, porque hay más perspectivas de trabajar. Este septiembre y según datos del Servicio Público de Empleo Estatal hubo más de 2.000 contrataciones, a las que ni de lejos se acercan esos pueblos. El 90% son mujeres, muchas, veteranas que de otra forma tendrían dificultades en el mercado laboral y que obtienen ingresos y opción de percibir el desempleo.

Pero, pese a que la tradición, el olor a harina y almendras tostadas y a canela -Estepa es el principal importador del país- protagonicen las crónicas, la realidad es que la industria en Estepa es ya mucho más que el mantecado. Las empresas auxiliares del sector han ido creciendo y han buscado mercados para garantizarse trabajo todo el año y hacen que Estepa sea, al final, una especie de isla industrial y de emprendimiento en unas comarcas, la Sierra Sur y la Campiña, con mucha población jornalera. Hay hasta siete talleres de fabricación, reparación, limpieza o mantenimiento de maquinaria para la industria alimentaria, que diseñan en Estepa e instalan para grandes firmas, incluso fuera de España; hay dos empresas especializadas en envases y otras de cartonajes en las que el empleo no cae tras la Navidad y que, en algunos casos, ha aumentado en la crisis. A éstas, se unen otras de limpieza, seguridad y tansportes. Es difícil recopilar datos globales de lo que supone esa industria auxiliar que ya vuela por libre.

Pero testimonios, como el de Juan Jiménez, la tercera generación al frente de Moldplástica, son reveladores. Su abuelo carpintero fabricaba cajas de madera para mantecados y otro de los cuatro hermanos que la fundaron era representante de varias firmas. En 1981 compraron una máquina para hacer envases. Pasaron de una cochera en la calle Nueva, a una nave en Fuente de Santiago y en el año 2000 se trasladaron al Polígono Sierra Sur. Tienen a 16 personas en plantilla, que trabajan a tres turnos, las 24 horas. Todo el año. El mantecado, al que ni se plantean abandonar, supone entre el 25 ó el 30% de su facturación, que supera en total los tres millones. Entre sus clientes está galletas Cuétara, en Madrid, o Triunfo, en Portugal, y otros en Barcelona, el País Vasco, fabrican envases para loncheados y para los productos hortofrutícolas andaluces. Tienen clientes en Atlanta y Chile y proyectos en Venezuela, en Bolivia y en Israel. La crisis y el aumento de la competencia les han alentado a innovar más e internacionalizarse. Estar en Estepa no es un problema logístico: a pie de autovía, a una hora de Málaga, Sevilla y Córdoba y dos puertos, Algeciras y Málaga.

También puede servir de ejemplo, aunque hay más, Tecmesur, donde diseñan y fabrican maquinaria para la pastelería industrial, con 45 personas. En plena crisis, contrataron. El mantecado les supone alrededor del 15% de la facturación, pero tienen clientes por toda España, Marruecos y Portugal, sobre todo de la industria láctea y la bollería. Tienen oficina técnica, con varios ingenieros donde se diseña la maquinaria y los manuales y todo se fabrica en su planta, situada a seis kilómetros de Estepa, en Lora de Estepa.

Y también está creciendo de la mano del mantecado la hostelería y turismo. En 2009 y para intentar compensar la caída de ventas por la crisis, la fábrica La Estepeña ideó la llamada Ciudad del Chocolate, en la que este año se recrea Nueva York, junto a una especie de museo con los viejos enseres y un horno de leña, en el que se hacen mantecados los fines de semana. La fábrica se habilitó para visitas organizadas. Durante los cuatro días del pasado puente de la Inmaculada ha recibido hasta 6.000 visitas al día, un público que, generalmente, luego pasa el día en Estepa, donde come y compra. Dicen que el buen tiempo está retrasando el tirón final de ventas de polvorones, pero que a su vez está alentando el turismo y las visitas, como otro nicho de mercado más.

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