Gabriel Pérez: “Ya hay informes que sitúan a la Loyola como la mejor universidad andaluza”
Entrevista a Gabriel Pérez Alcalá | Rector de la Universidad Loyola
La Universidad Loyola apuesta por una docencia plenamente presencial pero dota a todas sus aulas de cámaras robotizadas para que alumnos en cuarentena pueda continuar con sus estudios
El rector de la Universidad Loyola, Gabriel Pérez Alcalá, se define a sí mismo como una persona que se crece en las dificultades. Dice servir "más para una tormenta y una guerra que para mantener el barco en puerto". A una guerra quizás no, pero este año sí tendrá que hacer frente a una pandemia en un campus con sólo un año de vida. Tras más de una década en el cargo y a punto de cumplir su tercer y último mandato, Pérez hace balance de cómo ha evolucionado la Loyola, una universidad privada de la Compañía de Jesús; responde a las críticas recibidas por parte de universidades públicas de su entorno y reflexiona sobre los efectos del coronavirus en las aulas.
–¿Cómo afronta la Universidad Loyola este particular inicio de curso marcado por la pandemia del Covid?
–Hemos trabajado duro durante el verano en diferentes escenarios. Finalmente, hemos decidido que la mayor parte de la actividad académica se realice de manera presencial salvo excepciones. Para ello, hemos adaptados determinados espacios en el campus de Sevilla, que inauguramos hace justo un año y que con el estado de alarma apenas hemos podido disfrutar aún. Y en el campus de Córdoba, hemos habilitado un edificio en desuso.
–¿Cuáles son esas excepciones?
–Habrá alumnos que, por razones de salud, se vean obligados a permanecer aislados o en cuarentena preventiva. En estos casos, sí podrán hacer uso de la docencia virtual. Nadie perderá la continuidad de sus estudios ni la posibilidad de seguir desarrollando su trabajo.
–¿Con qué tipo de tecnología cuentan para realizar clases en streaming?
–Sevilla tiene un campus 5G, así se diseñó. Nos adelantamos a la pandemia sin saberlo. Todas las aulas cuentan con cámaras, la mayoría robotizadas, además de altavoces. Los profesores hablamos con un micrófono junto a la mascarilla y se nos oye nítidamente. Además, los docentes tenemos ordenadores en clase que nos permite saber en todo momento si hay alguien conectado a la plataforma siguiendo nuestra clase. Dotamos al campus de toda esta tecnología porque uno de mis sueños es poder dar clases en streaming, y con la pandemia ese sueño lo vamos a cumplir este año. Además, se pueden grabar las clases con el objetivo de que un día toda la actividad del campus se retransmita a través de Loyola TV.
–La semana pasada dieron la bienvenida a los estudiantes internacionales. ¿Ha habido muchas bajas a causa de la pandemia?
–La crisis sanitaria se ha notado mucho. Este año hay bastante menos alumnos extranjeros. Han venido unos 100 entre Córdoba y Sevilla. La pandemia ha reducido el número de estudiantes internacionales a menos de la mitad con respecto al año pasado, cuando tuvimos 170 estudiantes en Sevilla y casi 110 en Córdoba. Este curso no tenemos alumnos de América, ni del sur ni del norte. El problema son los viajes y las conexiones de avión. Lo mismo ocurre con los asiáticos y los africanos. Este año sólo han venido una parte de los europeos.
–¿Ha ocurrido lo mismo con los estudiantes de Loyola que planteaban irse al extranjero?
–Por una cuestión de seguridad y restricciones en los vuelos, hemos aplazado casi todas las estancias en el extranjero de nuestros estudiantes al segundo cuatrimestre. En esta primera parte del año, sólo se han ido unos 60 alumnos y todos a países europeos seguros o con una evolución favorable de la pandemia, como Holanda, Dinamarca, Alemania o Francia.
–¿Cuántos alumnos tiene actualmente la Loyola?
–En Sevilla no paramos de crecer. Aún no ha terminado el plazo de matriculación, pero calculamos que este año habrá unos 3.000 alumnos.
–¿Cuáles son sus previsiones de crecimiento?
–Este año tendremos un 14% más de estudiantes de Grado y más de un 50% en Máster, con respecto al año pasado. Vamos muy deprisa.
–A este ritmo, ¿no se quedará el nuevo campus pequeño antes de tiempo?
–Este campus está diseñado para unas 4.500 ó 5.000 personas en condiciones normales, es decir sin pandemia, y este año no vamos a llegar aún a esa cifra. Pero si algún día llegamos a ese nivel, sí tendríamos un problema. Si seguimos creciendo al ritmo actual, tendríamos que poner en marcha la segunda fase del proyecto diseñado por el arquitecto Luis Vidal, algo que, en principio, no está previsto hasta 2023. Si el ritmo de crecimiento sigue igual y continúan las medidas anticovid, tendríamos que empezar a construir un segundo edificio el año que viene. Vamos a ver cómo evoluciona la pandemia, ya que, si hay una vacuna, nos ahorrará muchos millones de euros.
–¿Cree que la crisis sanitaria y económica actual pueden frenar el crecimiento de la Loyola?
–La crisis económica va en contra de nosotros pero nuestra universidad tiene un importante sistema de becas, aunque, evidentemente, hay personas que se retraen al ser un centro privado. No obstante, durante el confinamiento hicimos un buen trabajo y nuestros estudiantes mantuvieron la continuidad de los estudios y eso lo aprecian las familias. Por otro lado, algunos mercados competidores nuestros como Madrid van a recibir este año menos estudiantes andaluces a causa de la pandemia, y eso nos beneficia. Y, por último, Loyola ya está consolidada, es conocida, ha sacado ya tres promociones y empezamos a dar señales de nuestra calidad en comparación con otras universidades de nuestro entorno en informes como el último de la Fundación CYD.
–Este año es la primera vez que la Loyola aparece en este informe anual sobre el sistema universitario español.
–Sí, y lo hacemos muy bien. Aparecemos como la mejor universidad de Andalucía. Según este informe, que analiza datos del curso 2017-2018, la Universidad Loyola se sitúa en el puesto 17 en la tasa de desempeño académico en Grado, y la siguiente universidad andaluza no aparece hasta el puesto 36. En número medio de créditos matriculados por alumnos, somos la cuarta de España, y la siguiente andaluza es la octava. Y lo mismo pasa con los másteres oficiales. Pero si nos vamos a datos importantes y que realmente interesan al alumnado, como los indicadores de inserción laboral de los graduados, la Loyola tiene la 13ª mejor posición de España y la siguiente andaluza es la... uy.. la 64ª. Y voy más allá. Somos la segunda universidad española con la mayor tasa de egresados con un contrato indefinido, y la primera, con contrato indefinido a jornada completa.
–Durante muchos años, algunas universidades públicas de su entorno criticaban que la Loyola no aparecían en este tipo de informes.
–Antes, cuando no aparecíamos porque no teníamos datos y otras universidades subrayaban este hecho y decían que éramos muy jóvenes o ‘sabe dios cómo será eso’, nosotros teníamos que agachar la cabeza y decir, efectivamente, no hay datos nuestros, creemos que lo estamos haciendo bien. Pero esto ya no son indicios. Aquí jugamos ya todos con las mismas reglas. Y, ojo, que estos son datos antiguos, del curso 2016-2017. Nosotros hemos mejorado mucho desde entonces y, otros, sin embargo, se han quedado estancados. A ver dónde estamos en los próximos informes.
–¿Cómo le sienta escuchar algunas declaraciones como las que hizo el rector de la Universidad de Sevilla, Miguel Ángel Castro, a este periódico en la que dice que los estudiantes no eligen las universidades privadas por razones académicas y que a ellas sólo van aquellos que no pueden entrar en la pública?
–Hay universidades privadas buenas y malas, al igual que hay universidades públicas buenas y malas. No creo que a Harvard, Oxford, Princeton o Stanford, todas ellas privadas, vayan los alumnos que no pueden entrar en las universidades públicas. Y en España ocurre lo mismo. No creo que a Comillas o a Deusto vayan los alumnos que no pueden ir a universidades públicas. A Loyola vienen los alumnos que quieren una formación diferente y de calidad.
–¿Por qué cree entonces que hacen este tipo de comentarios?
–Existe una gran confusión y una mala interpretación. En Andalucía se consideran universidades privadas lo que en realidad son centros adscritos a las propias universidades públicas. La Hispalense, por ejemplo, tiene una mini universidad privada gracias a sus centros adscritos si sumas Osuna, CEU Andalucía o EUSA. Y la UPO lo mismo, con la San Isidoro de Sevilla. A estos centros sí que van los alumnos que no entran en la pública. Pero a Loyola no.
–¿Cree que las universidades privadas se benefician de ciertos favoritismos como manifiestan los rectores de algunas universidades andaluzas? El nuevo campus de la Loyola está en unos terrenos cedidos por el Ayuntamiento de Dos Hermanas, por ejemplo.
–¿Favoritismo? Creo que aquí también hay un gran desconocimiento. La Hispalense no puede hablar de favoritismo en esos términos porque tiene propiedades, edificios y obras de arte que pertenecieron a la propia Compañía de Jesús, por ejemplo. Y la Universidad de Córdoba y la Pablo de Olavide tienen sus campus en antiguas universidades laborales. En ambos casos, el terreno se cedió, no se compró. No sé si es favoritismo también que nosotros no recibamos ningún dinero para la financiación de los estudios y que todos los estudiantes de las universidades públicas estén becados. Podemos hablar de otro tipo de favoritismos, como su participación en los procesos de la Junta de Andalucía o, en años pasados, la prelación que han tenido en algunos títulos y nosotros no. Loyola no ha tenido favoritismo nunca, al contrario.
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