Historia de dos cunas en Cuna, 2

Calle Rioja

Estirpe. José y Antonio Baco vinieron de Marchena y emprendieron caminos diferentes. Ese apellido de mitológica sonoridad es la enseña de una nueva aventura.

Historia de dos cunas en Cuna, 2
Historia de dos cunas en Cuna, 2
Francisco Correal

09 de agosto 2012 - 05:03

JOSÉ Baco se casó en 1977 con Rosario Guzmán en la iglesia de la Candelaria. Allí mismo, con el sí quiero de un año tan importante en nuestra historia, estaban firmando el contrato sentimental de una hermosa empresa familiar. Empresa y familia son sinónimos en este caso. Lo fueron unos años antes cuando José y su hermano Antonio se vinieron desde Marchena a buscarse la vida en la capital.

El novio de aquella ceremonia es el gerente de Baco, que cuenta con cuatro restaurantes, una tienda de alimentación (Baco Mayor, galería gastronómica) y un hotel. La novia es la repostera. Los socios fueron naciendo con la armonía de los años pares. En 1978 nació Victoria Eugenia, nombre que su padre le puso al primer local que abrieron en la calle Cuna, esquina con Laraña. Es licenciada en Económicas. En 1982 nace José Francisco, que estudió Turismo e hizo las prácticas obligatorias en el hotel familiar. En 1984 completó el círculo Rocío, licenciada en Empresariales.

En sus tres hijos delegó José Baco para afrontar el reto de Cuna 2, un nuevo local abierto en este edificio de Aníbal González, como recuerdan en el salón Las Portadas sendos cuadros con la capillita del Carmen del puente de Triana y la plaza de España, dos de las obras del arquitecto. Otro de los salones lleva el nombre de Nicolás, el hijo de Victoria, casada con Pablo Carrasco, de Bollullos del Condado, jefe de compras. La hija mayor del matrimonio está cumplida de nueve meses, gozoso recipiente de un Pablo en ciernes. Nueve meses de embarazo, los mismo que lleva abierto Cuna 2, tierna metáfora de esta historia de dos cunas casi consecutivas.

Los hermanos que se vinieron de Marchena trabajaron primero en Pando y después en Barea antes de independizarse con El Bacalao, la firma matriz. El nombre de un producto-insignia de la cadena Baco, que lo traía directamente de Islandia y ahora lo hacen con un empresario de Irún, donde siempre acude alguien de la familia para seleccionar personalmente el producto que viene en vísperas de Cuaresma.

Desde cada planta de Cuna 2 hay una visión distinta de uno de los dos palacios de la calle Cuna. En la terraza, reservada para copas, le gana por goleada la vista de la Giralda, imponente desde Cuna, a una torre Pelli semiclandestina, aunque la vista más privilegiada, la misma que tiene el estudio de Guillermo Vázquez Consuegra, es la de la torre de los marqueses de la Motilla.

Toma café en una de las mesas del exterior Jesús Quintero, el loco de la colina, otro de los empresarios que apostó por esta calle. "El teatro Quintero ha hecho mucho por la zona, para que la crisis se haya notado menos que en otros sitios", dice Victoria. "Hemos abierto nosotros, abrió Dolores Promesas, tienda de moda".

La experiencia de la primera generación, la ilusión y los nuevos proyectos de la segunda. El futuro de la tercera. Años pares para llegar al mundo; años impares para emprender negocios. En 1989, Baco abrió el primero de sus negocios en Cuna, el año que caía el muro de Berlín. En 1999, José Baco, el patriarca, adquirió el edificio; en 2009, a punto de que caducara la licencia municipal, procedieron a la rehabilitación. "La casa era de una señora", dice Victoria, "que murió sin descendencia y repartió su fortuna entre las hermanitas de los pobres y su abogado". Se conserva parte de la estructura de la casa y de su mobiliario.

La cocina, donde gobiernan al alimón José Manuel Morente y Adolfo Caba, está justo detrás de lo que era el torno por el que recibían las comandas los antiguos inquilinos de la vivienda. Están en el corazón de la Sevilla cofradiera. Los tres hijos de quienes se casaron en la Candelaria son hermanos de esta cofradía y José Francisco añade también la papeleta de sitio del Beso de Judas.

Quieren recuperar una costumbre familiar, un donativo que cada año entregaban a todas las hermandades. "La Semana Santa da mucha vida a este tipo de negocios; es la base de la tradición y nosotros vivimos de la tradición".

Marchena está en los genes de esta historia. ¿Hay productos del terruño? "Al revés", explica José Francisco. "Somos proveedores de bacalao y de nuestros quesos para una cooperativa de Marchena". José Baco vivía en la misma calle de Marchena que Braulio Medel, director de Unicaja; menos relación tuvo con otro ilustre paisano, Francisco Casero, con quien quieren establecer contactos para incluir en su carta productos de agricultura ecológica.

Cuna 2 conserva la magia de la antigua vivienda, con espacios reservados y mesas de autor: una redonda para reuniones de trabajo, de familia o de amigos, caballeros del rey Arturo de nuevo cuño; otra rectangular, mesa más clásica, un mueble que perteneció a los anteriores propietarios.

La rehabilitación corrió a cargo del arquitecto José Ramón Rodríguez Gautier. El adolescente de Marchena que se vino con su hermano ya es abuelo y está a punto de repetir experiencia. De aquella boda del 77 surgió esta estirpe de empresarios valientes, "demasiado valientes", dice Victoria, que a sus respectivos 34, 29 y 26 años le han cogido el testigo a su padre y patrón.

José Francisco espera terminar un día la especialidad de Turismo. Hace un master todos los días. Le faltan los idiomas, de los que todos los días recibe clases espontáneas de clientes de muy distintos confines. Aunque el local vive más del parroquiano que del turista. "A Dios gracias", corrobora Victoria Eugenia, hija y madre en esta historia marchenera.

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