La Plaza Nueva fue el nuevo emplazamiento para este acto, normalmente celebrado en la Plaza de España, convertida estas semanas en auditorio de conciertos. El homenaje a los caídos en la víspera del Día de la Hispanidad reunió junto al Ayuntamiento a autoridades políticas, civiles y, en gran número, militares. El teniente general José Rodríguez, jefe de la Fuerza Terrestre, fue anfitrión del acto, abriéndolo y cerrándolo tras pasar revista a las tropas reunidas y el habitual desfile militar.

La cita, acompañada por la banda del Cuartel General de Fuerza Terrestre, concitó la atención de cientos de curiosos, que se repartían tras los arbustos o subidos en los bancos de la plaza. Desde allí aplaudieron la llegada de las unidades y se sumaron a los vivas lanzados por los soldados. Los banderines bajo la estatua del rey San Fernando y un imponente mástil con la bandera de España acaparaban los focos en el centro del centro de Sevilla. Bajo el asta, un monumento efímero con un lema que no por repetido no sorprende: "Honor a los que dieron su vida por España". A la ofrenda floral en memoria de los militares fallecidos se sumó una salva de fusilería que se hizo notar en las calles aledañas.

Desfile militar ante el Ayuntamiento de Sevilla.

A ello, se sumó la lectura del poema A los que dieron su vida por España, unas palabras del capellán castrense Cristóbal Roa y la interpretación del himno a los caídos, La muerte no es el final. Emotivos momentos repetidos en cada homenaje de esta índole.