Juan Valdés, Matilde Coral: pareja de baile
Calle rioja
Gratitud. A Matilde Coral le dedican a partir del domingo la nueva edición del Gazpacho Flamenco de Morón. A Juan Valdés le hacen un homenaje mañana en el Cortijo del Alamillo.
ACABAN los Sanfermines, empiezan los Pirineos en la cuesta del Rosario. El sur, cantó Benedetti, geógrafo del paisito, también existe. Vino Serrat a reivindicarlo al festival de la guitarra de Córdoba, cerca de la patria de su letrista Antonio Machado.
El verano tiene sus antídotos. Morón empieza a celebrar el domingo una nueva edición del Gazpacho Flamenco. La homenajeada es Matilde Coral, reina de la bata de cola, académica de una legión de bailaoras. Una de las mejores interpretaciones de la trianera Matilde Coral la hizo el pintor Juan Valdés. Los destinos de estos artistas se cruzan estos días. A Juan Valdés lo homenajean sus amigos mañana en el Cortijo del Alamillo.
La guitarra de Serrat en Córdoba sabe a salmorejo, el legado de Diego del Gastor en Morón sabe a gazpacho. Las bicicletas sí son para el verano. Los arquitectos Cruz y Ortiz tropezaron con el lobby de los ciclistas de Amsterdam, cuando rehabilitaron el Rijsmuseum. No les guardan rencor. Arquitectos en bicicleta pese a construir estaciones de tren, de autobuses y estadios. Los miuras emularon ayer en Pamplona a Usain Bolt. Hijos del viento en dehesas de Jamaica andaluza.
Diego Romero de Solís llevaba atuendo deportivo, más de peregrino veraniego que de ciclista, con su bicicleta por la calle Rioja. Catedrático de Estética, fue discípulo de Agustín García Calvo, que en los dominios de Anquetil y Poulidor creó la Comuna Antinacionalista Zamorana mucho antes de que Zamora tuviera el primer alcalde comunista de su historia. Sevilla tiene desde hace casi ocho siglos el primer y único rey zamorano de la suya. Salía de la Universidad en su bicicleta, Platero de pedales, Manuel Marchena. Está releyendo (y subrayando) el Ulises de Joyce y en agosto viajará a Tiflis, la capital de Georgia, para ver la apertura del curso balompédico entre los dos equipos de Ivan Rakitic.
La realidad se enreda con lo que uno lee en los libros. La acción de Cartas de Siracusa, de Lucía Feliu, se inicia en la carretera que une Alejandría con El Cairo. Sus protagonistas, una bióloga y un antropólogo, hacen una escapada a Zahara de los Atunes, donde ha muerto Javier Krahe, ese Moustaki nacional al que entrevisté en Becerrita. Una hamburguesería de la Campana organizó el otro día un homenaje a Marco Ferreri: una grand bouffe con un menú gratis para las cien primeras personas. La gente triplicaba las colas del 27 y el 32. Antonio Mendoza, campanero del Salvador, no daba crédito en la Campana. Y el cronista pasaba con un libro de Amélie Nothomb titulado Biografía del hambre.
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