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Sevilla

Luis Agapito Cordero, un testigo

  • PRÓXIMA ENTREGA Miércoles, 2 de abril.

Ycomo tantos otros españoles que vivimos los avatares republicanos y bélicos durante los difíciles, dramáticos, años 1931-1939, y luego durante la traumática y larga posguerra, hasta el desarrollismo de los sesenta, nosotros, mi mujer y yo, nos quitamos el pan de la boca para que nuestros hijos no sufrieran las penalidades que nosotros sufrimos, y ellos pudieran tener la formación y bienestar que nosotros nunca pudimos tener". Quien así reflexiona en voz alta es Luis Agapito Cordero Núñez, sevillano, nacido el 24 de junio de 1915, criado y vecino en el Corral del Conde hasta el verano del 36. Una reflexión que es común a la generación perdida, la que después de protagonizar aquella etapa trágica de la historia española, en Sevilla fue también testigo de la ruptura generacional provocada, primero, por la guerra civil, y después, indirectamente, por la riada del arroyo Tamarguillo, en noviembre de 1961, y cuyos efectos sociológicos duraron hasta finales de los setenta, con la clausura del refugio de La Corchuela.

¿Cuáles son las diferencias de vida hoy con aquellos años 20, 30 y 40 del pasado siglo? Para Luis Agapito Cordero Núñez, como síntesis, la inexistencia, entonces, de una clase media y una clase obrera abandonada a su suerte en todos los aspectos sociales, y en cuanto a convivencia cívica, ahora no se valoran ni el respeto mutuo, al mayor; ni la educación, ni la solidaridad vecinal y ciudadana. Hemos ganado en algunos aspectos sociales básicos, desde luego, nos dice, pero hemos perdido en autoridad moral en la familia, en la enseñanza, en convivencia.

Para un hombre que, siendo niño con diez años, ya estaba trabajando y debe su sólida formación cultural al afán autodidacta de lecturas; que fue botones en el Hotel Royal y tapicero en Muebles Matamoros, y que con veintiún años fue soldado en los frentes de Aragón y Belchite, y que al segundo año de guerra civil fue herido de gravedad, en 1938; para un hombre que vio su vida profesional frustrada por el cruel enfrentamiento fratricida, no hay, sin embargo, ninguna amargura, ningún resentimiento. Soldado de Infantería en la guerra, trasladado al cuartel de Soria 9 en 1939, ya con el grado de sargento; mismo año en que ganó las oposiciones a la Policía Nacional y se trasladó al cuartel de la Alameda de Hércules. El cambio laboral en 1957, pasando a trabajar en la sucursal sevillana de SEAT, hasta su jubilación con 65 años, en 1980. Vio jugar al Sevilla en el Reina Victoria y al Betis en el Patronato, y asistió al partido inaugural del Stadium de Heliópolis.

Y de su larga vida plena de avatares solo recuerda y valora las experiencias positivas. Su rostro, su conversación, expresan paz interior, compartida con su esposa, sus hijos, sus nietos. Ya son anécdotas las once o doce horas de jornada laboral sin ningún día de descanso; el haber conocido a clientes famosos del hotel, como Manuel de Falla y Ernesto Halffter; futbolistas populares del R.C.D. Español; Gustavo Bacarisas, Rafael el Gallo, Cagancho…

Tiene Luis una memoria envidiable. Con la foto del grupo del Hotel Royal delante, va diciendo, sin titubear, los nombres, hasta el del perro, Chelín. El álbum gráfico que insertamos muestra a Luis Agapito Cordero Núñez con casi toda su familia: flanqueado por su mujer, Mercedes González López; su hijo, Ricardo Cordero González, y su nuera, Pilar Suriñach. El propio Luis Agapito Cordero Núñez, con sus casi 93 años. Mediado los años veinte, en la puerta del Hotel Royal con sus compañeros, donde él aparece el tercero por la izquierda, en primer plano. Con su flamante uniforme con gorra de botones. Y ya en plena guerra civil de 1936-1939, que marcó su vida.

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