Saramago en la capital del mármol

Calle Rioja

Recuerdo. En el segundo aniversario de la muerte del Nobel portugués, el consulado de su país recibe al visitante con una guía hotelera escrita en inglés.

Un visitante salía ayer de ver la exposición fotográfica del interior.
Un visitante salía ayer de ver la exposición fotográfica del interior.
Francisco Correal, Sevilla

19 de junio 2012 - 05:03

EL canciller gerente del consulado de Portugal en Sevilla, Paulo Mesquita, no tiene competencias literarias para hablar de José Saramago en el segundo aniversario de su muerte y remite al periodista a Luis Chavy, conselheiro de Cultura de la Embajada de Portugal en Madrid. En la prensa portuguesa, la efeméride coincide con los dos goles de Cristiano Ronaldo a Holanda. Un destino que siempre les acompañó. El año que Saramago recibió el Nobel de Literatura, 1998, el Madrid ganó en Amsterdam la séptima Copa de Europa.

Saramago dejó una profunda huella en Sevilla: un cuñado, el antropólogo Ángel del Río, muchos lectores, una librería (Repiso) que lo tiene en los altares de su escaparate, y los numerosos rincones donde se le homenajeó, desde el bar La Palma de Oro (hoy bar Tarín), donde acudió a la invitación de Cuadernos de Roldán, al teatro de la Maestranza, en el que compartió con el presidente del Betis, José León, los honores del día de Andalucía de 2005.

El Consulado de Portugal se ubica en el edificio que fue pabellón de ese país en la Exposición Iberoamericana de 1929. "Es uno de los mejores", dice Joaquín González, que entró en su interior atraído por una exposición fotográfica de Joaquín Bérchez, imágenes de Vila Viçosa, pueblo del Alentejo próximo a Extremadura conocido como "capital del mármol". Joaquín ya está jubilado y se dedicó profesionalmente "a la arquitectura, al urbanismo, al turismo". No ha leído nada de Saramago ni de Camilo José Cela, premios Nobel capicúa del 98 y del 89. "Mi Nobel favorito es Ernest Hemingway". Está leyendo un ensayo de otro Nobel, el peruano Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo.

En las oficinas de cara al público trabajan cinco personas, incluida la simpática recepcionista. Están demasiado ocupados como para hablar de Saramago. Mayte, sevillana de Triana, nos remite al agregado cultural. Daniel es un joven siciliano de un pueblo próximo al Etna que hace prácticas en el Consulado. Le agrada saber que otro italiano, Antonio Tabucci, también cayó atrapado en la fascinación por ese país, primero con los fados de Amalia Rodriguez y los goles de Eusebio, después con el propio idioma. Al protagonista de Sostiene Pereira se le acumula el trabajo: a la necrológica de Saramago tuvo que añadir la del propio Tabucci.

En el precioso salón de acceso a las dependencias del pabellón hay algunas fotografías de la tierra del mármol, la mesa de un auxiliar administrativo, sillones para las visitas y un tirador de cerveza con las palabras Cruzcampo y Eventos. Hay un solo libro, una guía en inglés de hoteles de Portugal con palabras tan poco literarias como resort o spa. Lo más literario son los nombres de algunos de los gerentes de los complejos hoteleros: Margarida Ferreira dos Santos, Dulce Figueira o Antonio Machado Matos. Hay hasta un Cándido Mourinho que es mánager general del hotel Barra, en Aveiro. En el callejero, José Afonso, Francisco Sá Carneiro y una Avenida Joao Paulo II en Fátima. Ninguna Rúa Jose Saramago.

El Nobel portugués es autor de Viaje a Portugal, un texto con fotografías de Mauricio Abreu donde cuenta la hermosa historia del barquero que todos los días atravesaba el río entre Alcoutim y Sanlúcar del Guadiana. Una de las muchas figuras de su sueño ibérico que cuajó con los goles de Cristiano Ronaldo en el Madrid.

Ricardo, barcelonés afincado en Sevilla, técnico en mantenimiento aeronáutico, sólo lee libros de electrónica. Fue al consulado con su novia, Yosemari, brasileña de la Amazonia, para arreglar unos papeles. "Nos conocimos en una concentración de motos en Faro". Ella no cree que en Portugal se hable ahora menos de Saramago que de Cristiano Ronaldo. "Los portugueses leen mucho". Habrá que preguntarle al agregado cultural.

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