Sevilla

Semana negra

  • Los vehículos de alquiler con conductor sufren ataques a diario y están desprotegidos en Sevilla

La semana que ahora acaba ha sido especialmente difícil en el sector del taxi, con continuos ataques y agresiones por parte de un reducido grupo de taxistas contra los vehículos de alquiler con conductor, sobre todo a los que prestan servicio para la empresa Cabify. Lanzamiento de piedras y huevos y daños en la carrocería se han sucedido en los últimos días, después de que la semana pasada se rociara con ácido a algunos de estos vehículos cuando circulaban por la ciudad. Esta escalada de violencia ha provocado que dos conductores se hayan dado de baja.

Pese a que los servicios que prestan estos vehículos son absolutamente legales, lo cierto es que se han visto completamente desprotegidos en Sevilla. Ni el Ayuntamiento -que ahora centra el foco en el intrusismo ignorando el problema histórico del monopolio en el aeropuerto- ni la Policía han conseguido frenar estas agresiones, amenazas y sabotajes, que están siendo continuas desde hace aproximadamente un mes. El delegado de Movilidad y Seguridad, Juan Carlos Cabrera, parece olvidarse ahora de la violencia entre taxistas, que existe desde hace muchos años en Sevilla. No hace ni dos semanas que al presidente de la asociación Foro Taxi Libre, Juan Martín Caparrós, le rociaron la puerta de su casa de excrementos por pedir que se imponga el turno rotatorio de taxistas en el aeropuerto de San Pablo. Pero el delegado no hizo referencia alguna a este problema ayer durante su intervención pública. Hace quince años no había Cabify y sí agresiones entre taxistas en el aeropuerto.

El Ayuntamiento ignora el problema histórico del monopolio y sólo habla de intrusismo

Parece, por tanto, que los taxistas que prestan servicio en la terminal aérea han conseguido desviar la atención hacia el problema del intrusismo por parte de las VTC. Alegan que ocupan espacio en las paradas y que captan clientes por la calle. Si así fuera, si se detectara alguna irregularidad por parte de algún vehículo, lanzarle piedras, ácido, huevos, amenazar al conductor o bloquear el coche con los clientes dentro no parece que sea la solución más cívica.

Hace semanas que el aeropuerto es una balsa de aceite y no se registran pinchazos ni agresiones entre taxistas. Ya lo dijo en la asamblea celebrada el lunes en Santa Justa el presidente de Solidaridad del Taxi, Enrique Filgueras. "El enemigo no es otro taxista", exclamó, megáfono en mano, en un intento claro por desviar el foco del problema, pese a que durante años un reducido grupo de taxistas no permite al resto del colectivo recoger clientes en el aeropuerto.

La salida fácil era hablar de intrusismo y no de monopolio, culpar a las VTC de todo el problema actual del sector, que es histórico en Sevilla y, como definió el ex Defensor del Ciudadano José Barranca, uno de los principales males de la ciudad. En la reunión de ayer hasta se culpó a la prensa. El delegado Cabrera no quiere ni oír hablar de un turno rotatorio en el aeropuerto. La reforma del sector es urgente. Si no, el encuentro sólo habrá sido una huida hacia delante.

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