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Sevillanos en La Palma: "Esto es un drama del que es imposible abstraerse"

  • Tres residentes en la isla cuentan cómo están viviendo la erupción del volcán de Cumbre Vieja, que cumple 70 días expulsando lava

  • Piden que no se quede el asunto en el olvido y desean viajar pronto a Sevilla

Un hombre fotografía el volcán de Cumbre Vieja, en La Palma.

Un hombre fotografía el volcán de Cumbre Vieja, en La Palma. / Miguel Calero / EFE

Tres sevillanos que residen en La Palma explican a este periódico cómo están viviendo la crisis desatada por la erupción del volcán de Cumbre Vieja, de la que se cumplen ya 70 días. Sectores claves para la isla como la agricultura o el turismo se han visto muy afectados, hay problemas de abastecimiento en determinados lugares y la mayoría de empresas y trabajadores se preparan para un proceso de reconstrucción que se antoja largo y difícil.

Mientras, toda la isla está cubierta por la ceniza y es prácticamente imposible sentarse a tomar algo en la terraza de un bar. La mayoría de las noches, el impresionante rugido del volcán les hace vivir como si acechara una tormenta continua. "O como si estuviéramos viviendo en Mordor y esto fuera una película del Señor de los Anillos", dice Ricardo García Ducha, de 50 años, sevillano criado entre las calles Feria y Bailén y que lleva casi toda su vida en La Palma, donde es el gerente de la Federación de Empresarios de la isla (Fedepalma).

Una colada de lava se traga una casa en La Palma. Una colada de lava se traga una casa en La Palma.

Una colada de lava se traga una casa en La Palma. / Kike Rincón / EFE

Los tres protagonistas de este reportaje, como todos los palmeros, temen que el asunto caiga en el olvido, que la sobreexposición del volcán en los medios de los primeros días pase a un hartazgo o desidia y que las ayudas prometidas no lleguen. Por el momento, nadie ha visto un solo euro, pese a que hay personas que lo han perdido todo.

Aunque ninguno de los tres ha tenido que dejar su casa ni ha perdido su patrimonio por las coladas de lava, admiten que es difícil abstraerse de esa situación, pues La Palma es una isla pequeña, en la que todo el mundo conoce a alguien que ha perdido su casa. "Es un drama, un verdadero drama, del que es difícil abstraerse", cuenta Ignacio Sánchez, de 45 años, natural de San Juan de Aznalfarache y gerente de una empresa que se dedica al cultivo y la exportación de aguacates.

Cuenta que en la cafetería en la que toma café a diario hay una mujer y su hija, que acaba de dar a luz, que han perdido sus casas, engullidas por la lava. "La madre perdió la casa al principio de la erupción. Y la hija después, sólo tres días antes de dar a luz. Todos los días veo a esas criaturas. Y te afecta, claro. Sólo a un psicópata no le afectaría", explica, dejando en el aire la pregunta sobre qué va a ser de esa familia, con un bebé recién nacido y sin hogar.

Un agricultor lleno de cenizas recoge unos plátanos. Un agricultor lleno de cenizas recoge unos plátanos.

Un agricultor lleno de cenizas recoge unos plátanos. / Kike Rincón / EFE

Ricardo García e Ignacio Sánchez residen en Los Llanos de Aridane. Por trabajo se mueven mucho por la isla. Como también lo hace Jesús López Gutiérrez, de 32 años, sevillano del Polígono Sur que lleva ya casi una década en Canarias. Es panadero y trabaja en una empresa que lleva más de ochenta años en marcha, que tiene varias tiendas en la isla y abrió no hace mucho una en Tenerife. Zulay se llama. Reside en Fuencaliente, cerca del volcán, cuyas coladas tomaron afortundamente la dirección contraria.

Ninguno de los tres tiene acento sevillano. Llevan muchos años en la isla y lo han perdido, aunque Ignacio bromea y asegura que el suyo está camuflado y lo recuperará en cuanto llegue a Sevilla y se tome una Cruzcampo. Los tres quieren regresar pronto, porque entre la pandemia del covid y el volcán llevan tiempo sin venir a su ciudad.

Lo que peor lleva Jesús es no poder estar con su hija de 12 años, que vive en Sevilla. Ricardo anda preparando un viaje a la capital andaluza, pero tiene que estudiar las fechas para que coincida con algún partido del Sevilla en el Sánchez Pizjuán. Todos viven con la incertidumbre de no saber cuándo parará el volcán.

Ricardo García: "No ha llegado un euro de ayudas"

Llegó a La Palma con cinco años, en el año 1976. Hoy tiene 50 y ha vivido en la isla la mayor parte de su vida, aunque no reniega de sus orígenes sevillanos y, al menos antes del covid, solía hacer como mínimo un viaje al año a la capital andaluza, donde tiene mucha familia. Tanto es así que su foto de perfil de WhatsApp es su hijo con la Torre del Oro al fondo. Es muy sevillista y trata de adaptar sus viajes para poder ir al menos una vez al Sánchez Pizjuán a ver a su equipo. Su padre llegó a La Palma para dirigir el antiguo hospital de la isla. Iba a ser por un año, pero terminaron quedándose.

Ricardo García Ducha. Ricardo García Ducha.

Ricardo García Ducha.

"Vieron la calidad de vida que había aquí y la vuelta se fue prorrogando y se fue prorrogando. Mis padres ya fallecieron y se quedaron para siempre en La Palma. Yo creo que mi padre querría haber vuelto al jubilarse, pero murió antes". Son cinco hermanos que han hecho su vida en La Palma. El pequeño, de hecho, nació allí. Ricardo García Ducha es el gerente de la Federación de Empresarios de La Palma (Fedepalma) y se dedica a "actividades de todo tipo vinculadas al sector empresarial". Ahora mismo trabaja sobre todo en el asesoramiento y en la bolsa de empleo.

"Todo el sector agrícola se ha quedado sin trabajo, con los trabajadores en ERTE. Estamos en época de asesorar mucho y recualificar para otros trabajos que puedan surgir, pues habrá planes de reconstrucción que necesitarán de muchos puestos de trabajo".

A los empresarios les asesoran en cómo pedir las ayudas. "Ya lo hacíamos con el covid y ahora con el volcán. Los políticos prometen y prometen pero a la Palma no ha llegado todavía ni un euro. El miedo es el olvido, que no ocurra como con Lorca u otros sitios, en los que se prometió el oro y el moro y luego no llegó tanto". Explica que toda la economía de la isla se ha visto afectada, pues el turismo y la agricultura son los dos pilares, pero también el comercio, pues la gente está comprando menos.

Ignacio Sánchez: "Venía una cosecha preciosa"

Ignacio Sánchez, de 45 años y natural de San Juan de Aznalfarache, llegó a La Palma "por culpa de una palmera", a la que conoció en Madrid. "Yo estaba trabajando allí en Caución y Crédito, y llevaba tres años fijo. Pero mi mujer es de aquí y le salió una oportunidad en La Palma. Yo también la tuve y aquí nos vinimos en 2005. Desde entonces cayó agua para que nacieran dos chiquillas", explica.

En la isla se pasó catorce años llevando la direccioón financiera de una de las exportadoras de plátanos más importantes de Canarias, empresa que dejó hace dos años para enrolarse en otra dedicada al negocio de los aguacates, de la que lleva la gerencia. Vive en Los Llanos, pero en una zona alejada del volcán. Cuenta que la erupción de la Cumbre Vieja es algo que preside la vida en la isla desde el primer día, pues siempre se cruza uno con alguien que ha perdido su casa o su trabajo, "o que no sabe cuál va a ser su futuro".

"No te lo puedes quitar de la cabeza en todo el día". Cuenta el caso de un compañero de Cádiz que llegó a La Palma con él y que ha perdido su trabajo y se ha marchado a Gran Canaria. "La Palma es una isla eminentemente agrícola, y esta zona más todavía. Y no hay trabajo. Él atendía un par de fincas que se desalojaron o se las comió el volcán".

Su negocio, el del aguacate, también está sufriendo los efectos del volcán. "Este año venía una cosecha preciosa. Y al final, si nos hemos quedado con el 20% de la fruta, mucho es. Con los plátanos ha pasado lo mismo. Toda la agricultura está muy castigada. La que no se ha llevado el volcán la está jodiendo la ceniza, que es como una lija. Los mangos también están echados a perder. O las flores, que hay aquí un importante cultivo de próteas". Y de momento no ha llegado dinero del Estado en forma de ayudas. "La gente lleva diez semanas malviviendo, sin saber si se les va a compensar o no. Vamos a pasar necesidades muy duras".

Jesús López: "La ceniza averió el horno de la panadería"

Jesús López Rodríguez tiene 32 años y lleva siete trabajando como panadero en La Palma. Criado en el Polígono Sur en el seno de una familia originaria de Triana, se marchó de su Sevilla natal con 23 años, siguiendo la estela de su hermano, que había encontrado un trabajo en Tenerife. Empezó a trabajar en un hotel y después pasó a la hostelería.

Después llegaría a La Palma y a su oficio actual, en el que se dedica principalmente a fabricar el pan. La empresa también hace pasteles y tiene el obrador muy cerca de la zona del volcán. Como trabaja principalmente por las noches, se encuentra algunas escenas apocalípticas cuando acude a elaborar el pan. "En el silencio de la noche, el rugido del volcán se escucha atronador. Todo está cubierto como de una bruma, que es la ceniza, y el olor a azufre, que huele como a huevo podrido, es permanente".

Jesús López Gutiérrez, en su trabajo. Jesús López Gutiérrez, en su trabajo.

Jesús López Gutiérrez, en su trabajo.

Vive en Fuencaliente y, aunque no ha tenido que dejar su casa, se ha visto afectado en cierta forma por el volcán. Para empezar, porque si tiene que repartir tiene que hacer muchos más kilómetros para ir de un punto a otro, ya que se encuentra con una carretera cortada y tiene que darle la vuelta a la isla.

Y también se está notando en una falta de suministros, que no es grave pero que sí les afecta en su trabajo diario. "Hay días que nos hemos encontrado que no hay harina, que no ha podido llegar. Y a ver con qué hacemos el pan nosotros".

Jesús López, en plena faena. Jesús López, en plena faena.

Jesús López, en plena faena.

Otra cuestión es la de la ceniza, que se metió en las tuberías del horno de gasoil de la panadería y terminó bloqueando el funcionamiento de la máquina. "Hubo que extraer un montón de litros de gasoil porque la ceniza se había compactado y bloqueaba los conductos. Tuvimos que limpiarlo todo bien y tirar el combustible, claro".

Quiere estar pronto con su hija, de 12 años, que vive en Sevilla. "Iba a ir justo antes del covid y me cancelaron el vuelo. Y ahora esto. Llevo casi dos años sin poder viajar".

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