Cursos de Verano de la Universidad Pablo de Olavide

Mercedes Atienza: “La obesidad afecta a los circuitos neuronales”

  • La psicóloga e investigadora experta en neurociencia explicó algunas claves para mejorar la alimentación en el desarrollo infantil en un curso de la Olavide en Carmona

La psicóloga Mercedes Atienza durante su ponencia en los cursos de verano de la UPO.

La psicóloga Mercedes Atienza durante su ponencia en los cursos de verano de la UPO.

Para implementar hábitos saludables en los más pequeños, es importante conocer Cómo aprenden los niños, que es el título de la ponencia de Mercedes Atienza, psicóloga del Departamento de Fisiología, Anatomía y Biología Celular de la Universidad Pablo de Olavide (UPO), dentro del curso Alimentación infantil: claves para mejorar el desarrollo y crecimiento del niño, que comenzó ayer en la Olavide en Carmona. "El problema es que muchas veces desconocemos que lo que hacemos durante las etapas más tempranas del desarrollo va a ser determinante sobre nuestros hábitos y preferencias alimentarias", puso de relieve Mercedes Atienza.

Si unos padres comen a diario patatas fritas, resulta misión imposible evitar que los hijos no reclamen lo que ven. "Es muy importante hacer llegar a la sociedad que nuestro comportamiento alimentario, sobre todo el de las madres, va a determinar cómo esos niños después muestran mayor aceptación o rechazo a determinados alimentos y muestran incluso mejores o peores capacidades para aprender, porque las experiencias tempranas, de alguna manera, determinan si un niño va a comer más o menos o si va a ingerir más o menos grasas en el futuro. Todo eso revierte en aumentar o disminuir la probabilidad de desarrollar obesidad. Y eso tiene una influencia directa sobre la cognición y, por lo tanto, sobre cómo aprendemos", añadió Atienza.

Es mucho más grave la grasa que se acumula en el abdomen que la de las piernas

La investigadora habla de periodos críticos: "Lo que hagamos o lo que no hagamos en esos periodos es determinante para lo que va a ocurrir después. ¿Significa eso que todo lo que hagamos en ese momento es irreversible? Afortunadamente no, pero es un obstáculo con el que nos vamos a encontrar. Entonces, a la hora de planificar cómo actuar no podemos olvidar que un niño obeso tiene una forma de procesar el ambiente diferente a un niño que no es obeso. La obesidad y la distribución de la grasa por el cuerpo afecta a los circuitos neuronales", agregó la experta. Es mucho más grave la que se acumula en el abdomen que la de las piernas, por ejemplo. Y eso tiene consecuencias directas sobre cómo se crea la estructura y la función del cerebro y, por lo tanto, sobre cómo aprendemos.

Cuando un niño obeso contempla una hamburguesa, que tiene un alto nivel de palatabilidad (cualidad de ser grato al paladar un alimento), "activa el sistema de recompensa (el mismo que se activa cuando se consume alcohol o drogas) e incluso se sobreactiva y, para lograr la satisfacción, necesita sobreactivarlo cada vez más, lo que le lleva a ingerir más ese alimento". Expertos como Griselda Herrero, directora del seminario, Carlos Casabona, Manuel Soto o Laura Coto intervienen también en este curso que finaliza hoy.

Emilio Ruiz del Río, un maestro de los efectos especiales

El cine no es solo Chris Pratt y Scarlett Johansson. El cine es, sobre todo, un trabajo de equipo de cientos de personas anónimas que se esfuerzan con denuedo para que una película salga lo más creíble posible y llegue al corazón del espectador. Y para que no se note el ordenador, actual cartón piedra del séptimo arte. Ésa era la función del director artístico Emilio Ruiz del Río, objeto de una ponencia en la Olavide en Carmona.

Miguel Olid, doctor en Comunicación Audiovisual, crítico de cine, autor de varios libros sobre cine español e iberoamericano y profesor de Lenguaje Audiovisual en el Centro Universitario San Isidoro, adscrito a la Universidad Pablo de Olavide, es el director del curso Los efectos especiales en el cine y ensalzó ayer la figura de Emilio Ruiz del Río: "Rodó por todo el mundo y trabajó mucho con gente de primera línea durante una carrera de 50 años. Él arranca con un trabajo muy simple en la posguerra y acaba trabajando para Hollywood integrando las maquetas que él hacía con los efectos digitales, algo que se ve en una secuencia muy importante de El laberinto del fauno. Quizá Dune fue su producción más ambiciosa, ya que intervino en las maquetas de las naves espaciales". El cine italiano recurría a Ruiz del Río porque era un maestro en simular figurantes. "Con un sistema de troquelado, conseguía que esos muñecos se movieran y parecieran reales", añadió Olid.

El doctor en Comunicación Audiovisual Miguel Olid, ayer en Carmona. El doctor en Comunicación Audiovisual Miguel Olid, ayer en Carmona.

El doctor en Comunicación Audiovisual Miguel Olid, ayer en Carmona.

Una de las imágenes más icónicas de este referente de los efectos especiales fue la ingente maqueta de la voladura del coche de Carrero Blanco construida para Operación Ogro (Gillo Pontecorvo, 1979), “unas imágenes que todavía se difunden en la actualidad como si fueran reales”, apostilló Olid.

El primer trabajo en el cine de Emilio Ruiz del Río fue con el director Florián Rey en La aldea maldita (1942). Las técnicas de efectos visuales que ingenió le dieron trabajo en más de 500 películas. No en vano, estaba considerado uno de los mejores del mundo en su especialidad. Entre sus trabajos más sonados figuran Espartaco (Stanley Kubrick, 1960), Rey de reyes (Nicholas Ray, 1961), Cleopatra (Joseph L. Mankiewicz, 1963), La caída del Imperio romano (Anthony Mann, 1964), Lawrence de Arabia (David Lean, 1962), Doctor Zhivago (David Lean, 1965), Patton (Franklin J. Schaffner, 1970) y Conan el Bárbaro (John Milius, 1982).

Su última película fue La mujer del anarquista (Peter Sehr y Marie Noëlle, 2007). Ganó tres Premios Goya y falleció en septiembre de 2007 a los 84 años de edad.

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