A diferencia de las medidas habituales puestas en marcha por el Ayuntamiento de Sevilla para reducir el absentismo escolar, el nuevo proyecto incluye dos novedades que lo convierten en pionero en este ámbito. Por un lado, su carácter experimental, que obliga a realizar una evaluación de su impacto en las zonas donde se desarrolla y, por otro, la estimulación de la inteligencia emocional en el menor y su refuerzo escolar. 

Son dos características esenciales del nuevo plan financiado con fondos europeos Next Generation y sobre las que hace hincapié Emilia Barroso, directora municipal de Acción Social, área incluida en la Delegación de Hábitat Urbano y Cohesión Social, al mando del concejal socialista Juan Manuel Flores. 

Según Barroso, el control del absentismo escolar se ha seguido desde los centros educativos, donde quedan reflejadas en el sistema Séneca las faltas continuadas de los menores a clase. Ahí surge la primera señal de alarma, cuando un alumno no asiste de manera regular al colegio. Se trata de un proceso en el que intervienen los Servicios Sociales municipales y que, en los casos más graves, puede acabar en la Fiscalía de Menores. 

Aumentar la autoestima

En este trámite, tanto el equipo docente como el de Servicios Sociales, intervienen con las familias para concienciarlas de la importancia de que sus hijos acudan con regularidad al centro educativo y del riesgo que supone que no lo hagan. Ahora, con el nuevo plan piloto, se pretende dar un paso más estimulando la inteligencia emocional del menor para que se active su autoestima. "El logro será que el niño absentista confíe en sí mismo, crea en él y valore la asistencia a la escuela", refiere Barroso. 

La directora de Acción Social reconoce que hasta el momento la intervención contra el absentismo ha sido "muy genérica", ya que "la dotación de personal es limitada". Un déficit al que ahora pone remedio el mencionado plan con la contratación de medio centenar de profesionales, lo que permitirá que este problema se atienda "de forma colectiva, pero también personal, con la adaptación para cada grupo, que serán lo más homogéneos posibles, aunque con la atención necesaria para cada alumno". 

Barroso incide en que "el absentismo nunca es culpa de los niños", sino de la realidad que les rodea. "Circunstancias familiares y sociales provocan la falta al colegio y que al menor se le prive de su derecho a la educación". Por tal motivo, señala que en muchas ocasiones las indicaciones resultan más efectivas a través de los alumnos que mediante los padres. "Algunos veces son ellos los que le dicen a su familia que hay que poner el despertador para llegar puntual a clase", abunda esta especialista. 

Un hito "prudente"

El programa pretende llegar a 500 menores, la cifra que marca el hito del proyecto y que se ha tomado desde una perspectiva "prudente y razonable". "Seguramente podríamos abarcar más, pero siempre habrá familias reacias a participar en este plan. Si fijamos una cifra más alta y luego no se cumple, corremos el riesgo de tener que devolver los fondos europeos", explica Barroso.  

Este nuevo plan contra el absentismo escolar es uno de los 30 proyectos pilotos que el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones está poniendo en práctica en todo el país en distintos ámbitos sociales. Los datos más recientes del Ayuntamiento cifraban en 2.000 las actuaciones llevadas a cabo para prevenir y reducir la falta de los menores a clase.