El aniversario de la Giralda renacentista

Calle Rioja

Teodoro Falcón actuó como asesor artístico en los trabajos en la Giralda de 1980-81, rematada por un Giraldillo, Coloso de la Fe, que fue objeto de trece restauraciones

Teodoro Falcón, catedrático emérito de Historia del Arte
Teodoro Falcón, catedrático emérito de Historia del Arte / Belén Vargas

EN la inauguración del centro comercial Torre Sevilla se proyectó un vídeo donde el arquitecto argentino César Pelli, autor del rascacielos, dedicó encendidos elogios a la Giralda. Pocas personas pueden presumir del doble privilegio de Teodoro Falcón (Sevilla, 1941). Este catedrático emérito de Historia del Arte fue asesor artístico durante la restauración de la Giralda en 1980-81 y todos los días subía a lo alto de la torre y es de los que ha pernoctado en el hotel de la Torre Sevilla y ha divisado desde su azotea las impresionantes vistas.

Se mueve a gusto entre torres, como acreditan sus libros La Giralda: rosa de los vientos, La Torre del Oro o Los Faros de la Costa Atlántica Andaluza. Falcón dio la lección inaugural del Curso de Temas Sevillanos que dirige Antonio Bustos sobre un aniversario que en esta ciudad, ahogada por sus conmemoraciones, pasó desapercibido: el 450 aniversario de la Giralda renacentista.

El símbolo de esa transformación empequeñecería cualquier retórica de alianza de las civilizaciones. El 26 de julio de 1568, 18 moriscos llevaban “como costaleros” a los pies de la antigua torre islámica el Giraldillo desde el taller de fundición de Bartolomé Morel en el barrio de San Bernardo. La torre todavía no se llamaba Giralda, sinónimo de veleta, le decían Torre de Santa María.

Dos años después de acabar la mezquita almohade, el emir Abu Yacub Yusuf ordena construir una torre.Los trabajos empiezan el 26 de mayo de 1184 y terminan el 10 de mayo de 1198. Dos mayos sevillanos para una torre que pasaría de islámica a renacentista en 1568, cuatro siglos antes del mayo francés. El río pasaba entonces mucho más cerca de la mezquita y había problemas con el alcantarillado romano.

“Con el cambio de mezquita a cateral se cambia el giro de orientación”, explica Teodoro Falcón. La torre se construye con piedra ostionera, la parte inferior procedente del palacio de Ibn Abbás. La torre fue sucesivamente islámica, medieval y renacentista. Para este último tránsito, Falcón parte de un hecho luctuoso: la muerte de Martín de Gaínza, maestro mayor de la Catedral de Sevilla. Entonces empieza una pugna entre lo que el medievalista Rafael Cómez llamaría los constructores de la Edad Media, los artífices de las catedrales.

El Cabildo de la Catedral convoca un concurso para recrecer y decorar la Giralda. Presentan sendos proyectos Diego de Vergara, maestro mayor de la catedral de Málaga, y Hernán Ruiz II, maestro mayor de la de Córdoba. Gana este último, que se incorpora con un equipo muy cualificado. Francisco Pacheco es canónigo y tío del suegro de Velázquez. Luis de Vargas es el pintor que decora. Juan Bautista Vázquez el Viejo, introductor en España del estilo de Miguel Ángel, pone su impronta. El equipo lo completa el fundidor Bartolomé Morel, fundamental en este Coloso de la Fe que hay que entender, dice Falcón, “en el contexto de la Contrarreforma”. La mayor estatua de bronce del Renacimiento.

Toda la torre se llena de azulejos “para ocultar los mechaniles, las huellas de los palos de los andamios”. El equipo artístico de la Giralda renacentista incorpora diferentes cuerpos: el del Pozo, el de las Estrellas, el de las Carambolas que precede a la cúpula. Las azucenas tienen un recipiente de piedra donde colocaban sartenes con maromas de barco embreadas, luminarias con motivo de víspera de Corpus, una victoria en Flandes o un acontecimiento de la realeza. En la Catedral hay más de un centenar de iconografías de las santas Justa y Rufina por su mediación ante los efectos del terremoto de 1504.

La torre de forma íntegra sólo se podía ver desde la calle Placentines. Mateos Gago se abre a partir de las obras para la Exposición de 1929. El cambio de credo se certifica con la leyenda en latín: Turris Fortissima Nomen Domini (con la abreviatura DNI, que no es el documento nacional de identidad). Una frase del Proverbio 18: “El nombre del Señor es una torre muy fuerte”.

Antes de que derribaran la muralla en 1780, desde el Palacio Arzobispal se podía entrar en la Catedral por una de las ventanas de la Giralda. La torre fue almacén de grano y vivienda de hasta siete familias de campaneros. El Giraldillo fue objeto de doce restauraciones. Perdió un pie, un brazo y la banderola. Le pusieron un nuevo pararrayos y un anemómetro. En 1997 se bajó por primera vez para su estudio en el Instituto de Patrimonio Andaluz. Se colocó una copia y, contra la opinión de los técnicos, la entonces consejera de Cultura, después ministra y hoy vicepresidenta del Gobierno, una mujer-torre, decidió que el 22 de julio de 2005 se subiera el original.

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