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El balón, un mundo en miniatura

  • El antecedente más próximo. En el enfrentamiento entre España y Chile del último Mundial, celebrado en Sudáfrica en 2010, Sevilla era una ciudad roja, morada, arcoiris y negra

LAS palabras tienen un campo magnético. Sudáfrica al cuadrado. Muere Mandela y un día después sabemos que España se enfrentará a Holanda en el primer partido del Mundial de Brasil. El mismo rival de la final del Soccer Citty y el gol de Iniesta. El arranque cae en viernes y 13. El Mundial es lo único que llega pronto: se retrasan la Semana Santa y la Feria y en pleno desmontaje de las casetas empezarán a montar las porterías.

El fútbol es el guardián en el centeno de la memoria, en la centena de los equipos centenarios. El segundo partido será el España-Chile. El día que mi hija Andrea cumple 23 años. Siempre cumple años en los Mundiales. Cumplió 19 años el mismo 18 de junio que Serbia le ganó a Alemania (para nada: después, los de Antic perdieron con Australia: aviso para navegantes) y que murió José Saramago.

Recuerdo perfectamente cómo estaba Sevilla el día del España-Chile del Mundial de Sudáfrica. Fue un partido duro. Salí del periódico para firmar en El Gusanito Lector ejemplares del libro que escribí sobre la Hermandad del Carmen Doloroso, y antes del partido la ciudad era una urbe abigarrada: colores de la Roja, morados de la gente que hacía cola para el desagravio al Gran Poder después de la agresión que sufrió la imagen el 20 de junio de 2010, arcoiris del día del Orgullo Gay y negros de la gente que la noche antes habían disfrutado del concierto de AC/DC en el estadio de la Cartuja.

Los cuatro equipos del grupo de España repiten Mundial, pero Honduras y Suiza están en el lote de Francia (y Ecuador). España perdió con Suiza el Boom's Day. Ese día se hizo una lectura del Ulises de Joyce en la que participó su traductor, Paco García Tortosa. No está Irlanda en el Mundial y se la echará de menos. La víspera del España-Honduras de 2010, que se enfrentaban en un Mundial 28 años después, la pasé con mis vecinos Manolo y Carolina. Él es un imaginero de Triana afincado en la Alameda; ella, su esposa, es hondureña de cuna. Los fotografiamos con un mapa del país centroamericano.

En el primer Mundial africano, España lo ganó enfrentándose sólo a equipos americanos y europeos. Esta vez amplía su espectro continental enfrentándose a Australia. En el Mundial de España, a Oceanía la representó Nueva Zelanda, que estuvo en el grupo andaluz (Sevilla y Málaga como sedes) que completaban Brasil, la Unión Soviética y Escocia.

Sevilla fue el verano del 82 una ciudad brasileña, una ciudad-torcida. Era alcalde Luis Uruñuela. Aquí surgieron los diseñadores del Naranjito y durante muchos años hubo en Amor de Dios una bodega con el nombre de Sevilla 82, en la actualidad el gimnasio de Diego Poley, junto al cine Cervantes y frente al instituto San Isidoro.

El año que viene hay Mundial de fútbol en Brasil y Mundial de baloncesto en España. El 13 de diciembre faltará medio año para el chupinazo en el único país que ha ganado cinco mundiales. Pentacampeones. En mi época todos los niños éramos brasileños. Aprendí a andar cuando Brasil ganó el Mundial de Suecia de 1958 (a los suecos los dejó fuera Cristiano Ronaldo) y cumplí cinco años cuando ganó el Mundial de Chile, que ha sustituido a Bélgica y a Yugoslavia como adversario de costumbre de la selección española. En vísperas del partido contra Chile del último Mundial, busqué episodios de aquel campeonato del 62, el año que murieron Marilyn y Belmonte, en el libro de Eduardo Galeano El fútbol a sol y sombra. Cuenta que Alfredo Di Stéfano estuvo concentrado con la selección española y no jugó ni un minuto. Un Mundial que sí jugaron Puskas y Luis del Sol. El coriano Manolo Ruiz Sosa se lamentaba de haber faltado a aquella cita por una lesión fortuita que le produjo su amigo Luis Aragonés.

Cada Mundial coincide con una legislatura y es un buen recipiente para calcular el paso del tiempo. La décima de segundo que el balón de Iniesta tardó en entrar en la meta de Stekelenburg se ralentiza en la memoria de los holandeses, que van a tener seis meses para conjurar esa escena. Holanda es el único país que ha jugado tres finales de un Mundial y las ha perdido. Las dos primeras, contra Alemania y contra Argentina en sus respectivos feudos (1974 y 1978), coincidieron con mi época universitaria. En la primera faltó España, que permaneció inédita durante doce años, entre Inglaterra 66 y Argentina 78. Pirri, el doctor José Martínez, es el único futbolista que estuvo en esos dos Mundiales, que cruzó el rubicón de las Malvinas.

Mundial de Brasil y elecciones europeas. En el centenario de la primera guerra Mundial, curiosa ambivalencia de una misma palabra. En realidad todo ha sido mundial en función de las dimensiones del mundo conocido. Las cuevas de Altamira fueron en su tiempo un ámbito mundial. En el centenario de la conflagración bélica que sembró Europa de cadáveres, aquel conflicto que se desencadenó con el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo, curiosamente Bosnia, nuevo país surgido de la crisis de los Balcanes que tiene en esa ciudad su capital, es el único debutante en un Mundial cuya puesta de largo será un Brasil-Croacia.

En Sudáfrica 2010 estuvieron Eslovenia y Eslovaquia (llegaron incluso a enfrentarse), Uruguay y Paraguay. Éstos, rocosos rivales de España entonces (me documenté sobre su fiereza consultando al americanista Luis Navarro García), estarán ausentes. Miro el calendario y compruebo que me ha salvado la campana. El 7 de julio vamos a celebrar las bodas de plata y curiosamente es jornada de descanso, antesala de las semifinales de los días 8 y 9 de julio. En Sudáfrica, el aniversario de boda lo celebramos con el gol de Puyol que eliminó a Alemania. Regalo para unos novios que se casaron el año que cayó el muro de Berlín y Cela entró en la Academia.

Recuerdos de los mundiales que pasaron y los que vendrán. Lección de geografía para la doble redondez del mundo y el balón, su hermosa y caprichosa miniatura. De los cinco continentes. Hasta las antípodas.

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