La botellona no pasa de moda en Viapol: orines, vómitos y ruidos con una "mezcla explosiva de edades"
Vecinos denuncian las concentraciones masivas hasta altas horas de la madrugada en el entorno del Viapol Center
Esta es la basura que ha dejado una botellona junto al parque del campus de Viapol
Los vecinos de Viapol llevan denunciando las botellonas en la zona casi tantos años como tiene la Ley Antibotellón (7/2006 de 24 de octubre). Este fin de semana, la borrasca Claudia ha dado una tregua a una situación que se repite semana tras semana a pesar de las quejas históricas. El inicio del curso universitario da pie al arranque de concentraciones masivas de jóvenes -universitarios, pero también menores- en las zonas aledañas al Viapol Center y las Facultades de Educación y Derecho. Desde el jueves hasta el sábado, las calles que rodean a estos edificios y al parque Rectora Rosario Valpuesta se convierten en un espacio hostil para el descanso y el bienestar. Los ruidos hasta altas horas de la madrugada se mezclan con los olores a orines, vómitos y actitudes, en ocasiones, agresivas contra vecinos, trabajadores municipales y efectivos policiales.
Esta zona lleva de moda muchos años. Quedadas que se extienden a través de las redes sociales y provocan que los universitarios se hagan con la zona los jueves desde bien temprano y los viernes se unan otros tantos jóvenes, muchos de ellos menores, que llegan con sus bolsas cargadas de alcohol, refrescos y hielo hasta la madrugada. El problema no es exclusivamente el botellón y sus efectos colaterales como dejar las aceras llenas de cristales y las calles con un olor a orín y vómito que roza lo insalubre. También las actitudes incívicas de muchas de las personas concentradas que, a veces, ocupan la propia carretera impidiendo el tráfico fluido.
"Es un problema que lleva muchísimos años y, en los últimos tiempos, se ha agravado. Lo peor de todo es la mezcla explosiva de edades" que van desde los 14 hasta los 27 años. Así lo indica Carmen López, una de las vecinas de la zona, quien no ha dudado en trasladar el problema -a través de diferentes misivas- al Defensor del Pueblo Andaluz, al presidente de la Junta de Andalucía y al Ayuntamiento de Sevilla. Los dos primeros dieron respuesta a sus reclamaciones alegando que era una competencia municipal. Todavía espera la respuesta del Consistorio.
El origen de estas concentraciones, recalca, "no son las discotecas" ubicadas en el Viapol Center, "sino que su presencia como centro de ocio ha facilitado la celebración masiva de botellones en la zona". Los grupos de jóvenes comienzan sus reuniones en la calle Pirotecnia, frente a la Facultad de Educación y el parque Rectora Rosario Valpuesta. Con el paso de las horas, las masas se van extendiendo por todas las vías circundantes -Presidente Cárdenas, Miguel Rodríguez Piñero y Ramón Carande-, "llegando incluso a invadir la calzada, dificultando el tráfico normal de vehículos y provocando situaciones de peligro para conductores, autobuses urbanos y taxis".
Pegaron patadas al camión de Lipasam
Pone como ejemplo que, la noche del 10 de octubre, "la concentración fue especialmente grande". El botellón, explica, rodeó toda la urbanización de Miguel Rodríguez Piñero, "entrando incluso en la propiedad privada y dificultando tanto el acceso como la salida de vehículos y vecinos". Además, recuerda que llegaron a pegar "patadas al camión de Lipasam, que no podía pasar entre la masa de gente".
A las 3 de la madrugada y tras varios intentos de contactar con la Policía Nacional y Local, llegaron varios efectivos para dispersar las diferentes reuniones. A pesar de esta actuación, López considera que "el operativo policial ha consistido en una presencia limitada y puntual, insuficiente dada la magnitud del botellón".
Más contundencia policial
Una situación que volvió a repetirse apenas dos semanas después, durante la noche del 24 de octubre. A la 1 de la madrugada, diferentes agentes nacionales y locales dispersaron a los grupos tanto en coche como a pie. Pero recalca que se debería actuar con "mayor contundencia", porque incluso después de disuadirlos, los jóvenes vuelven a tomar las calles al poco rato como si nada hubiera pasado. "Se debería identificar a los menores y avisar a los padres", señala y hace hincapié en que "la presencia policial debería ser continua durante toda la noche y en puntos estratégicos, en vez de limitada a unas horas".
La situación no mejora cuando la mañana asoma. La manzana parece "un basurero con muchísimos cristales rotos" por las calles. El hecho de que Lipasam pase durante la madrugada parece "una aceptación tácita del enorme vertedero de basura que es esa zona desde los jueves", reflexiona. Lo peor no son los residuos, sino "que puede llegar un día en que alguien sea atropellado, porque ocupan las calles y beben directamente en las calzadas sin que pase nada".
En febrero de este mismo año, los vecinos denunciaron que la calle Pirotecnia amaneció un sábado con cientos de bolsas de basura, botellas y otros residuos tirados en la vía. No se trata de la única queja. En 2022, los vecinos de la cercana calle Enramadilla exigieron mayor control policial contra las botellonas y los ruidos en día laborables.
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