Castas en la Universidad de Sevilla. No quieren “intocables” en el trono del rector
Tribuna de Opinión
El autor alerta de las nuevas condiciones para dirigir la Hispalense
Manuel Marchena: "el nuevo estatuto de la US está concebido para que no me pueda presentar a rector"
Quien haya leído Animal Farm de Orwell habrá recordado en muchas ocasiones eso de “todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”. Pues bien, algo parecido a lo que ocurre en la granja de Orwell está ocurriendo en la Universidad de Sevilla, donde, de soslayo, el rector ha incluido el principio de igualdad orwelliano en las condiciones para poder ser candidato a rector o rectora.
Para explicarlo, adentrémonos en la cuestión retrotrayéndonos a la aprobación reciente de la Ley Orgánica del Sistema Universitarios (LOSU). Dicha ley quería ampliar las posibilidades de ser rector/a, más a allá de los catedráticos/as, con el fin de que las universidades catalanas insumisas a Aneca pudieran liberarse en materia de gestión. Para ello, el ministro eliminó el requisito de catedrático para ser rector y lo sustituyó por unos requisitos de investigación, docencia y gestión que tendría que cumplir cualquier candidato o candidata. El objetivo era ampliar la posibilidad de plantear candidatura a otros cuerpos y profesores laborales. En la US había en 2023 más de 690 catedráticos y catedráticas, con lo que el nuevo estatuto adaptado a la LOSU debería ampliar ese número de posibles candidatos a rector/a.
Desgraciadamente el ministro, obviamente poco curtido en la vida palaciega universitaria del tipo US, no pensó detenidamente la cuestión y no se planteó que con su norma creaba un arma de destrucción masiva de candidaturas a rector. Sólo era necesario que cayera en las manos equivocadas, que es precisamente lo que ha ocurrido en la Universidad de Sevilla.
Reticencias al sufragio universal
En efecto, nuestro rector, contrario confeso al sufragio universal, obviamente no iba a utilizar la norma para abrir la universidad al cambio y lo que ha hecho es usar esa norma teóricamente aperturista para producir el efecto contrario: destruir la mayor cantidad posible de candidaturas que puedan ser opositoras a quien él designe delfín/a.
De hecho, le ha bastado cambiar una palabra para revertir el efecto de la medida. Me explico. La disposición transitoria primera de la LOSU fija provisionalmente que el mérito de gestión se acredita con “cuatro años de experiencia de gestión universitaria en algún cargo unipersonal” y lo que ha hecho en el proyecto de estatuto es sustituir la palabra “cargo” por la palabra “órgano”: “cuatro años de experiencia de gestión universitaria en algún órgano unipersonal”.
El cambio de esa palabra, propio de alguna mente jurídica avezada en conspiraciones, no es baladí. De facto, supone eliminar de un plumazo cualquier posibilidad de ejercer el derecho de presentarse a las elecciones a rector a centenares de profesores/as que han ocupado secretarías de departamentos, vicedecanatos y secretarías de facultad, coordinaciones de grupos de investigación, coordinaciones de título oficiales y títulos propios, puestos de investigador/a principal de proyectos de investigación; direcciones generales, secretariados;... Ninguno dispone de experiencia de gestión según el proyecto de estatuto. Tabula rasa. ¡Ni un misil de crucero produce tal cantidad de bajas!
Los "privilegiados"
Y dirá usted, interesado lector o lectora: ¿entonces quién puede ser candidato a rector en la nueva/vieja Universidad de Sevilla que nos propone Miguel Ángel Castro? Fácil, si repasa el proyecto de estatuto verá que sólo podemos presentarnos un grupo de privilegiados, en concreto quienes hayan ocupado previamente los órganos de: vicerrector/a, secretario/a general, gerente/a –cargos todos ellos nombrados por el rector–, defensor/a universitario, decano/as o director/as de escuela y directores/as de departamento (estos últimos no por el proyecto de estatuto sino por el art. 52 de la LOSU). ¡Fin! ¡No va más!
Es decir, el proyecto de “estatuto castrista” crea un sistema de dos castas, con una casta de “bráhmanes”, calculo que con no mucho más de 200 personas, que dispondríamos del derecho de sufragio pasivo para presentarnos a las elecciones a rector (los animales más iguales que otros), y una plebe de “intocables”, que sólo tiene derecho de sufragio activo, y porque lo ha dado la LOSU al imponer el sufragio universal.
"Delirios castistas"
La cuestión es lo suficientemente grave para que los miembros del Claustro de la Universidad de Sevilla reaccionemos y pongamos fin inmediato a estos delirios castistas. Obligación que es aún mayor para los que hemos sido designados como Bráhmanes, si queremos mantener nuestra dignidad personal. Por mi parte ya he presentado una enmienda para acabar con esa barrabasada, y desde aquí hago un llamamiento a la Conferencia de Decanos/as y Directores/as de Escuelas para que realice un pronunciamiento oficial desligándose del artículo 24.2 del proyecto de estatuto y comunicando que presentarán enmienda para evitar ser cómplices.
De hecho, creo que estamos siendo lentos en reaccionar y que deberíamos haberlo hecho inmediatamente después de la denuncia realizada por el profesor Marchena, que desde que comenzó el plazo de enmiendas advirtió que el estatuto cercenaba injustamente cualquier posibilidad a su candidatura por esta cuestión.
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