¿Quién fue Eduardo Dato, político que da nombre a la conocida avenida de Sevilla?
Fue presidente del Gobierno de España y sufrió un atentado anarquista que acabó con su vida
De Prim, Cánovas, Eduardo Dato... la larga lista de presidentes asesinados en España
Pocos sevillanos se detienen a pensar en el origen de los nombres que conforman el mapa urbano de su ciudad. La transitada Avenida de Eduardo Dato, que conecta el centro con el barrio de Nervión, es una arteria vital del tráfico local y un enclave comercial y administrativo clave. Pero ¿quién fue Eduardo Dato, el hombre que da nombre a esta importante vía sevillana?
Un hombre entre dos siglos
Eduardo Dato e Iradier nació en La Coruña el 12 de agosto de 1856, en una España aún marcada por las convulsiones del siglo XIX: guerras carlistas, pronunciamientos, cambios de régimen y una incipiente industrialización. Dato fue abogado, periodista y político, y una de las figuras más influyentes de la política española durante la Restauración borbónica.
Miembro del Partido Conservador, Dato destacó pronto por su inteligencia jurídica y capacidad de negociación. Fue elegido diputado a las Cortes por primera vez en 1884, cuando apenas tenía 28 años, y desde entonces su ascenso fue imparable: ministro en varias ocasiones, presidente del Congreso de los Diputados, alcalde de Madrid (1907), presidente del Consejo de Ministros (cargo equivalente al de primer ministro) en tres ocasiones, y figura clave en la articulación institucional del Estado en tiempos convulsos.
Político pragmático y reformista moderado
En un contexto de bipartidismo artificial, en el que el turno entre liberales y conservadores era más pactado que fruto de un sufragio plenamente representativo, Eduardo Dato logró destacar como un político con voluntad reformista y preocupado por los problemas sociales.
Impulsó la Ley de Accidentes de Trabajo de 1900, la primera gran norma de protección laboral en España, y defendió la creación del Instituto de Reformas Sociales, antecesor del actual Ministerio de Trabajo. Estas medidas le valieron tanto el respeto de ciertos sectores progresistas como la animadversión de sectores inmovilistas dentro de su propio partido.
Fue también un defensor del catolicismo en la esfera pública, y mantuvo una actitud firme frente al anticlericalismo que crecía en la sociedad española. Sin embargo, trató de ejercer la moderación y evitar la polarización violenta que acabaría sacudiendo a España en las décadas siguientes.
Su relación con Sevilla
Aunque Eduardo Dato no era sevillano de nacimiento ni de residencia, su impronta política y sus reformas sociales tuvieron un eco importante en toda España, incluida Andalucía. Durante sus mandatos, mantuvo estrechos vínculos con las élites económicas sevillanas y promovió políticas que beneficiaron la infraestructura y la estabilidad de regiones tradicionalmente desatendidas.
La ciudad de Sevilla le dedicó una de sus principales avenidas como reconocimiento a su labor como estadista. La Avenida Eduardo Dato, antiguamente conocida como Avenida de Oriente, fue rebautizada tras su asesinato como tributo a su figura y en señal de condena a la violencia política.
Un magnicidio en la Puerta de Alcalá
El 8 de marzo de 1921, cuando Eduardo Dato salía del Senado y se dirigía en coche hacia su domicilio, fue asesinado en la madrileña Puerta de Alcalá por tres anarquistas catalanes: Pedro Mateu, Luis Nicolau y Ramón Casanellas, quienes le dispararon desde una motocicleta con sidecar. Dato falleció al instante, con 65 años de edad. Su chófer y su secretario resultaron heridos.
El atentado sacudió a la opinión pública y marcó un punto de inflexión en la historia contemporánea de España. El magnicidio fue interpretado como un símbolo del deterioro político y social del país: la crisis del sistema de la Restauración, el auge de los movimientos obreros radicalizados y el fracaso de las élites para canalizar los cambios sociales por vías democráticas.
La investigación determinó que el crimen fue planificado desde Barcelona, en el contexto de una escalada represiva contra el movimiento anarquista, que a su vez respondía con atentados, huelgas y sabotajes. Eduardo Dato, pese a su moderación, era visto por sectores radicales como parte del aparato represor del Estado.
Un legado complejo
La figura de Eduardo Dato ha sido reivindicada por sectores conservadores y liberales como un ejemplo de integridad política, patriotismo y compromiso con la modernización del Estado. Su asesinato es recordado como uno de los magnicidios más impactantes de la historia reciente de España, junto con los de Cánovas del Castillo y José Canalejas.
En Sevilla, su nombre resuena diariamente en los labios de miles de ciudadanos que cruzan la avenida Eduardo Dato para ir al trabajo, a la universidad o al estadio Ramón Sánchez-Pizjuán. Pocos saben, sin embargo, que ese nombre pertenece a un hombre que intentó, con más éxito que la mayoría de sus contemporáneos, reconciliar orden y justicia social en un país en ebullición.
Eduardo Dato descansa en el Panteón de Hombres Ilustres de Madrid, y su memoria sigue viva en el callejero de muchas ciudades españolas. En Sevilla, su presencia no es solo la de una calle: es el eco de una historia que aún tiene lecciones que ofrecer.
También te puede interesar
Contenido ofrecido por SO/Sotogrande Spa & Golf Resort
Contenido Patrocinado
Contenido ofrecido por Restalia