Una escuela que nació con 30 ingenieros
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La Hispalense celebra el 50 aniversario de la implantación en Sevilla del título de ingeniero industrial
Una treintena de jóvenes se graduaron en 1972 en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería (ETSI). Era la primera promoción de ingenieros industriales de Sevilla. Hoy, 50 años después de la inauguración de la Escuela, hay matriculados más de 6.400 estudiantes entre grados, másteres y doctorados.
La Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universidad de Sevilla fue el primer centro en impartir enseñanzas de ingeniería superior en la mitad sur de España. "Las enseñanzas de ingenierías estaban concentradas en Madrid. Aquí estaban todas las escuelas. Sólo había una más en Barcelona y otra en Bilbao", recuerda Javier Aracil, primer catedrático de esta escuela, título que obtuvo en 1973, y uno de los propulsores de este centro. "En los 60, el país sufrió grandes transformaciones a nivel industrial. En ese momento se es consciente de la necesidad de que existan enseñanzas de ingenierías en el mayor número posible de capitales españolas y la primera que se eligió fue Sevilla", donde ya hubo una primera escuela en el siglo XIX, que se cerró en 1865, según anota Aracil.
El decreto de creación se aprobó en 1964 y las obras de la sede original, situada en Reina Mercedes, se iniciaron en agosto de 1965. Un año después comenzaron a impartirse las clases con el asesoramiento de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Pero su integración en la Universidad de Sevilla no se produjo hasta 1971, recuerda Aracil, profesor emérito de la Hispalense.
"Los primeros profesores eran profesionales del sector que estaban fuera del sistema universitario", comenta Aracil en una entrevista colectiva junto al actual director del centro, Jaime Domínguez, y Juan José Murillo, profesor del grado en Ingeniería de Telecomunicación, titulación que se implantó en Sevilla hace 25 años. "Venían con su mejor voluntad e ilusión, pero no todos tenían dotes ni conocimientos para dedicarse a la docencia", apunta el director, Jaime Domínguez. A partir de la década de los 70, la escuela recurrió a los alumnos de las primeras promociones, que se fueron incorporando al centro como profesores e investigadores.
"Durante los primeros años se siguió un plan de estudio establecido por la OCDE, por lo que había muchas diferencias con respecto a los planes de las otras escuelas", recuerda Domínguez. "Por ejemplo, cada día se impartía una asignatura sólo, todo el día con la misma asignatura, y primaban las clases magistrales y los seminarios teóricos y prácticos. Las clases estaban formadas por grupos pequeños, lo que las convertían en muy participativas, algo similar a lo que ahora están descubriendo con el plan Bolonia", señala el director.
Al igual que ocurría entonces, sigue existiendo una importante brecha de género y las mujeres continúan siendo minoría en la ETSI. La primera mujer no se graduó en la escuela hasta 1974. Formaba parte de la tercera promoción de ingenieros. "Habían salido ya 250 ingenieros de la escuela cuando se graduó la primera mujer", recuerda el director del centro. Hubo que esperar dos años más para que se graduara la segunda. "Las mujeres en aquellos años representaban en la escuela menos del 1%". Hoy, las féminas representan el 34% de los alumnos matriculados en la escuela. En el grado de Ingeniería de Tecnologías Industriales, el 67% son hombres, y en Telecomunicaciones esta cifra alcanza el 79%.
Durante el encuentro, Aracil reflexionó sobre el perfil de los estudiantes de nuevo ingreso: "Hoy, los estudiantes buenos son mejores que los de antes, y los malos, peores".
Los profesores destacaron también la evolución de la profesión en estos 50 años. "Antes, los ingenieros salían de la escuela y en muy poco tiempo estaban trabajando. Actualmente, un ingeniero entra como becario y hasta los seis o siete años no empieza a ser un técnico remunerado razonablemente", comentó el director del centro. La amplia oferta de ingenieros y la crisis económica han provocado, en opinión de Jaime Domínguez, una infravaloración de esta figura, especialmente en el ámbito económico, y su incorporación en puestos que requieren una menor cualificación.
Mientras que, según apuntó el director de la escuela, sólo el 10% de los ingenieros industriales se marchan al extranjero en busca de empleo, menos del 50% de los egresados en Telecomunicaciones se quedan en Sevilla. "Hay mucha gente que se marcha a Francia, Reino Unido, Alemania. Los hay que incluso han montado su propia empresa en Alemania", comenta el profesor Juan José Murillo. "Otros se van y luego regresan a Sevilla y fundan una empresa en la que aplica los conocimientos adquiridos".
Murillo destacó la trayectoria de un antiguo alumno, José González, fundador de Aoifes. Éste se marcho al extranjero, donde se dedicó al desarrollo de una tecnología para mejorar el rendimiento de las conexiones wifi en los aviones. Más tarde volvió a Sevilla para montar su empresa, y desde aquí vende esa tecnología por todo el mundo.
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