Francisco Gil Chaparro: "Ha pasado el tiempo, pero el crimen de Los Galindos sigue vivo"

Es uno de los periodistas que más ha tratado el caso y todavía hoy se hace preguntas que puede responderse, "pero sin pruebas"

Los Galindos, medio siglo de incógnitas

Francisco Gil Chaparro, periodista.
Francisco Gil Chaparro, periodista. / Antonio Pizarro

Dice Francisco Gil Chaparro que el tiempo ha pasado, pero que el crimen de Los Galindos sigue "absolutamente vivo". Es uno de los periodistas que más ha investigado sobre el asunto, en el que se adentró a mediados de los años noventa, cuando el caso estaba a punto de prescribir e hizo una serie de reportajes para El Correo de Andalucía, periódico en el que trabajaba entonces como redactor de sucesos.

"Cuando ocurrió, yo tenía 16 años y una vaga idea de lo que había pasado. Cuando ya conseguí entrar en el caso, empecé a informarme y hablar con la gente y más o menos orientarme en torno al crimen, a mí me atrapó. Y creo que cualquier persona que hoy en día, cincuenta años después, se meta un poquito en el tema y lea sobre el caso, le atrapará básicamente por dos motivos. Uno, porque no se sabe nada del autor o los autores. Y otro, por la gran cantidad de incógnitas, que dejan un panorama muy abierto y sin respuestas", explica este veterano periodista.

Por qué no hay respuestas. "Porque todas las personas que tuvieron algo que ver con el tema, o conocían los motivos, no están vivas. O murieron ese día, o algunos fueron silenciados. Otros, por supuesto, callaron voluntariamente". Gil Chaparro obtuvo información que no había salido a la luz y una gran cantidad de material gráfico inédito cuando hizo la serie de reportajes para el 20 aniversario del crimen, que suponía también la fecha de prescripción.

Por entonces, cuenta, se esperaba que alguien apareciera confesando la autoría, pero no fue así. Lo que iba a ser una doble página fue finalmente una serie de 13 artículos, que siguen estando absolutamente vigentes y que son la base del libro que publicó el año pasado y que lleva el evocador título de Los Galindos, el crimen de los silencios.

"Todas las personas que quedaron con vida y que tenían conocimiento de lo que pasó, bien porque fueran autores bien porque fueran cómplices, todas callaron". La única posibilidad de que el caso se esclareciera, dice, es que alguien confesara y nadie lo ha hecho y ya difícilmente lo hará. "El primer juez del caso me transmitió en su momento que la Guardia Civil le trasladaba casi a diario que el asunto iba a cerrarse pronto, y se sorprendió cuando se cerró echándole la culpa a González. Esto hizo que el caso durmiera en un cajón del juzgado de Marchena durante unos años clave".

Luego lo reabrió el juez Heriberto Asencio, que ordenó la exhumación de los cadáveres y la segunda autopsia que exculpó a José González. "Pero ya era muy difícil retomarlo todo e intentar buscar a los autores, salvo que confesaran y estas personas nunca confesaron".

Gil Chaparro cree que aquel día no estaba previsto que muriera nadie en Los Galindos. "Lo que ocurrió allí fue una consecuencia del mal ambiente que se había creado dentro del cortijo, entre los trabajadores, el capataz y los dueños, y el posible fraude económico que se daba allí. Esa mezcla casi explosiva saltó un día concreto, en el que no estaba previsto que se matara a nadie allí. La prueba más evidente es que se mata con lo primero que se encuentra a mano, a las personas que se van encontrando".

"Surge una primera muerte como consecuencia de una discusión, que se produce entre el capataz y la persona que lo mata, o un tercero que acompaña a la persona que lo mata. Todo hace pensar que esa persona con quien discutía era el administrador, porque ese día estuvo allí y así lo declaró a la Guardia Civil. Dijo que llegó a las 11:30, que no vio a Zapata, que estuvo como una media hora y se fue sin verlo. Es difícil encajar eso, porque Zapata ese día se fue muy temprano a Paradas, hizo allí dos o tres tareas que tenía pendientes y regresó al cortijo. Y regresó prácticamente casi sobre esa hora, a lo mejor un poco antes".

A Zapata, además, lo encontraron con la ropa con la que había ido a Paradas, que no era la de faena para trabajar en el cortijo. "No le dio tiempo a cambiarse. El caso es que hubo una discusión y alguien lo golpeó en la cabeza, por la espalda, y se convirtió en la primera víctima. Esto pudo ocurrir entre las 11:30 y las 12 de la mañana, y la última muerte pudo suceder sobre las cuatro de la tarde. A los asesinos les da tiempo a planificar qué hacen tras matar a Zapata. Y lo primero que se les ocurre es eliminar testigos, por eso matan a Juana, la mujer del capataz".

Una de las grandes preguntas del caso es por qué José González se marchó del cortijo a una hora intempestiva, fue a recoger a su mujer a Paradas y volvieron ambos a la finca. "No sabemos qué le contó, no sabemos por qué regresaron al cortijo, donde los estaban esperando para matarlos. Creo que alguien superior le ordenó que fuera a por su mujer. ¿Por qué? Quizás ella tenía conocimiento de los tejemanejes". Todo es una suposición, porque los libros de contabilidad de los cinco años anteriores a 1975 habían desaparecido y no se encontraron nunca. El quinto muerto, Ramón Parrilla, apareció en el momento inadecuado. "Llegó allí sin sospechar qué estaba pasando y tuvo la mala suerte de que llegó cuando los asesinos estaban allí todavía".

El periodista cree que con los métodos actuales de investigación, el caso se habría resuelto "con facilidad, en muy poco tiempo". Para empezar, nadie habría entrado en el escenario del crimen, que quedo "contaminadísimo por la gran cantidad de personas que fueron allí a intentar ayudar". "Es que se tocó todo, la escopeta con la que mataron a Parrilla, con la que supuestamente también golpearon en la cabeza a González hasta matarlo, se tocaron los pajaritos, se cambiarios cosas de lugar para que las cámaras de televisión pudieran grabar mejores planos. Hoy sería inconcebible que el juez del caso no pisara el escenario del crimen hasta 24 horas después. El caso se hubiera descubierto en poco tiempo. Pero entonces influyó muchísimo la época en la que estábamos".

Hay que recordar que faltaban unos meses para que muriera Franco, España seguía siendo una dictadura en la que mandaban los militares. "Debemos recordar que el dueño del cortijo era una ex militar, con un título de grande de España, y tenía influencia. Se llega uno a preguntar, ¿es posible que se hubiera paralizado la investigación y se hubiera cerrado en falso para que no se manchara el honor y el nombre de un grande de España? Pues es posible. En aquella época, sí lo era".

Asegura el periodista que el crimen de Los Galindos marcó un antes y un después en su trayectoria profesional. "Fue una historia en la que me metí muy de lleno, me impliqué mucho, y me quedé con la frustración de que se cerrara sin autores. Pero el caso me atrapó y me queda la satisfacción de que pude aportar algo no sólo al periodismo, sino también a la historia del crimen. Yo no dejo de hacerme preguntas preguntas que yo mismo me puedo responder, pero sin pruebas".

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