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'Mano a mano' en Cajasol

El fútbol, el toro y los valores “en desuso”

  • El seleccionador nacional, Luis de la Fuente, y el diestro Emilio de Justo reivindican en Sevilla “el sacrificio, el esfuerzo, la superación y el trabajo”, virtudes que "deberían ser normales pero son extraordinarias"

  • El entrenador también se muestra contrario a las "nuevas palabras" y apuesta por "volver a la normalidad y la naturalidad": "El falso delantero centro, el tiquitaca... No me gusta", confiesa

  • La visita del seleccionador De la Fuente a El Cachorro

  • El pasado sevillista de Luis de la Fuente

Luis de la Fuente y Emilio de Justo posan en la entrada de la Fundación Cajasol, este miércoles.

Luis de la Fuente y Emilio de Justo posan en la entrada de la Fundación Cajasol, este miércoles. / Antonio Pizarro

El fútbol y la tauromaquia se dieron anoche un abrazo en Sevilla, metafórica y literalmente hablando. Los Mano a mano de la Fundación Cajasol celebraron su edición número 69 y los protagonistas fueron el entrenador de la selección de fútbol masculino, Luis de la Fuente, y el torero Emilio de Justo. Riojano el primero, extremeño el segundo, amigos en definitiva y admiradores el uno del otro y el otro del uno, los tertulianos ahondaron durante una hora en su amor por Sevilla y en los puntos donde convergen la pelota y la muleta, dos universos aparentemente distintos a los que ambos, sin embargo, igualaron en determinados valores comunes. Aunque, como reconoció el hombre que acaba de clasificar a España para la Eurocopa de 2024, “por muchas patadas que te dé el rival, no es lo mismo que ponerse delante de un toro”.

Lo primero, por orden cronológico y porque seguramente aún coleaba la primera polémica que rodeó a De la Fuente tras su nombramiento (pidió en público que se fuese a ver una corrida de su amigo Emilio en Las Ventas y muchos antitaurinos lo empitonaron con sus críticas), fue el reconocimiento del torero al futbolero: “Que una persona de su talla apoye la tauromaquia no es fácil”. Los elogios mutuos fueron una constante. No en vano, De la Fuente es un habitual en las faenas del diestro cacereño e incluso lo vio vestirse en el hotel y lo acompañó hasta la plaza de toros de Madrid el día que reapareció después de que un “bicho” le partiese el cuello unos meses antes. “Yo estaba acomplejado, él me hablaba de fútbol y yo pensando que en una hora salía a Las Ventas”, recordó el seleccionador, que también vivió la fatídica tarde de la cogida: “Podía haberse quedado en silla de ruedas. Es un ejemplo, claro que sí”.

La reivindicación de valores que “desgraciadamente están en desuso”, en palabras del técnico, ocupó buena parte de la charla. “Los dos campos tienen muchos puntos en común: el sacrificio, el esfuerzo, la superación, el trabajo... Que deberían ser normales, pero ahora son excepcionales”, reclamó De la Fuente. “Son dos espectáculos clave en nuestra sociedad y hay muchísimos futbolistas que ven en los toreros unos valores que después trasladan al campo”, apoyó De Justo, quien por cierto confesó que cuando era pequeño soñaba con ser futbolista del Real Madrid. “Un sueño fugaz”, asumió.

Esos valores, según insistió el seleccionador, ya no tienen la misma cabida que antes. Y lo dice alguien que ha guiado a muchos equipos de categorías inferiores y, por tanto, a muchos jóvenes. “La sociedad ha cambiado. Los jugadores tienen que venir aprendidos de casa, pero a veces ves carencias: falta de respeto, de educación, de ganas de trabajar... Es incomprensible que esos valores no sean de uso común”, lamentó. “En mi casa me enseñaron a no ser egoísta”, puso como ejemplo justo antes de saludar a un mito del Sevilla FC, Francisco López Alfaro, sentado en primera fila. “Arte puro, de lo mejor que he visto”, proclamó.

La hora de conversación dio para mucho más. Las referencias ochenteras y noventeras del torero (Manzanares, Julio Robles, Joselito...), la admiración de la madre del seleccionador por Curro Romero, el nuevo vocabulario (“el falso delantero, el tiquitaca... no me gusta”, confesó De la Fuente)... Y Sevilla. “Fue un gran descubrimiento, me sentí integrado y feliz desde el primer momento”, admitió el entrenador. “La Maestranza tiene esa magia especial que no tiene ninguna otra plaza en el mundo. Pesa mucho su silencio. Fue un sueño verla entregada y oír sus olés”, contó De Justo.

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