'Goyas' bajo sospecha en EEUU

El detective que descubrió una trama de falsificación de obras de arte en Sevilla duda de la autenticidad de tres cuadros del pintor aragonés que pertenecieron a los Montpensier

El falso greco de EEUU que fue pintado en la capital andaluza

'Majas al balcón', 'Mujer joven con mantilla' y 'Cabezas en un paisaje', tres obras atribuidas a Goya.
'Majas al balcón', 'Mujer joven con mantilla' y 'Cabezas en un paisaje', tres obras atribuidas a Goya. / D. S.

El detective privado que descubrió una trama de falsificación de obras de arte en la Sevilla de mediados del siglo XX, Juan Carlos Arias, centra ahora sus sospechas en unas obras de Goya. Son varios cuadros, algunos de los cuales se encuentran en el Metropolitan de Nueva York o en la National Gallery de Washington, que el investigador sostiene que pudieron ser pintados por un imitador sevillano en los años sesenta o setenta del pasado siglo. La clave del asunto está en que habrían pasado por las manos del marchante de arte Stanley Moss, a quien este detective sitúa en el centro de una trama de venta de obras de arte falsificadas con origen en la capital andaluza.

Así lo contó Arias en su libro El falsificador de Franco, en el que destapaba lo que en su día se llamó Operación Sevilla, una trama de falsificación de obras de arte que investigó la Policía pero se paró porque una de las víctimas fue Carmen Polo, la esposa del dictador. El padre del detective, el comisario José Arias Galán, fue quien llevó en su día la investigación, que décadas después ha continuado su hijo. En dicha trama estaban implicados el anticuario Andrés Moro y el pintor Eduardo Olaya, un auténtico genio de las falsificaciones. Olaya falsificó numerosos cuadros de los grandes maestros, especialmente del Greco. Tenía la particularidad de que recuperaba lienzos antiguos que iba encontrando en iglesias expoliadas, o que habían sido bombardeadas y quemadas durante la Guerra Civil, y pintaba sobre ellos, de ahí que algunas de sus obras puedan superar las pruebas de antigüedad.

Olaya fue un homosexual perseguido por el franquismo y estuvo saliendo y entrando de la cárcel (cumplió condena en La Ranilla) por distintos motivos, como estafas, apropiación indebida y abuso de menores. Era conocido en la Sevilla de la época con el sobrenombre de la Baronesa. Trabajaba para Andrés Moro, alias el Moro, que tenía sus tiendas de antigüedades en el centro de la ciudad, entre las calles Alemanes y Argote de Molina. Llegó a disponer de toda una manzana a los pies de la Giralda y estuvo activo hasta los años noventa, con estrechos vínculos con la aristocracia sevillana. Murió en 1999.

El detective Juan Carlos Arias, con algunas láminas de cuadros que él cree falsos.
El detective Juan Carlos Arias, con algunas láminas de cuadros que él cree falsos. / Juan Carlos Muñoz

Fue este anticuario quien vendía las falsificaciones de Olaya a Stanley Moss, escritor, poeta y comerciante de arte neoyorquino que se estableció en España en los años cincuenta y sesenta. Copias de obras de Velázquez, Murillo, Ribera y el Greco, entre otros, pasaron por sus manos. Y, ahora, Arias sostiene que también hubo falsificaciones de Goya. El detective apunta en concreto a tres obras: Mujer con mantilla blanca (Washington, National Gallery); Cabezas en un paisaje (Nueva York, colección privada de Stanley Moss); y Majas al balcón (Nueva York, Metropolitan Museum of Art). Además, apunta a la autoría incierta de otra obra que se conserva en una colección particular de París, titulada Grupo de cabezas.

Ya el origen de estas obras es incierto, como señala José Ignacio Calvo Ruata, en su estudio Coleccionistas de Goya en el siglo XIX, publicado por el Centro de Investigación y Documentación de la Fundación Goya en Aragón. Estas obras pertenecían a los duques de Montpensier, que publicaron en 1866 el catálogo de las colecciones que tenían en su palacio sevillano, actual sede de la Junta de Andalucía. Antonio de Orleans (1832-1897), duque de Montpensier, fue el hijo menor del rey Luis Felipe I de Francia. En 1849, un año después de la revolución que derrocó al rey, se estableció con su esposa, la infanta Luisa Fernanda de Borbón, en el palacio de San Telmo, “donde reunieron una valiosa colección artística”.

Según este especialista, el duque “recuperó por compra algunas de las obras que habían formado parte de la Galerie Spagnole de su padre”. De Goya, en concreto, El Lazarillo de Tormes y Majas al balcón. “Por su parte, Luisa Fernanda aportó pinturas que estaban en el palacio de Vista Alegre de Madrid, que su madre, la reina viuda María Cristina, le había legado a ella y a su hermana Isabel II en 1846, de donde en relaidad procedía el pequeño Retrato de Asensi o Asensio Juliá (Madrid, Museo Thyssen-Bornemisza) y cuatro retratos de la familia real española, de incierta autoría, afines a los estudios preparatorios de rostros que Goya hizo para el cuadro de La familia de Carlos IV”. Son un Retrato de Carlos IV (colección particular); Retrato de la Reina Doña María Luisa (Cincinnati, Taft Museum of Art); Retrato de Don Fernando VII, siendo Príncipe de Asturias (Nueva York, Metropolitan Museum of Art); y el Retrato de la Reina viuda de las Dos Sicilias, siendo Infanta de edad de doce años (colección particular).

Andrés Moro, en su tienda del centro de Sevilla.
Andrés Moro, en su tienda del centro de Sevilla. / D. S.

En 1866, los duques de Montpensier publicaron el catálogo de las colecciones que tenían en su palacio sevillano, “adjudicando todos estos cuadros a Goya, así como los también inciertos Una señora con mantilla blanca y Un grupo de cabezas o Cabezas en un paisaje”. La relación de obras incluía asimismo el cuadro de las majas asomadas a un balcón, aunque no el del Lazarillo. A pesar de su incierto origen, fueron catalogados como cuadros de Goya. El detective sostiene que los herederos de los Montpensier vendieron buena parte de su colección a Stanley Moss.

Es ahí donde aparecen las sospechas, pues era habitual que Moss comprara cuadros a Moro y éste le encargara las falsificaciones a Olaya. Obviamente, Moss también vendió obras originales. Este periódico contactó tanto con el Metropolitan como con la National Gallery, sin haber obtenido respuesta. En las páginas web oficiales de ambas instituciones, los cuadros referidos aparecen como “atribuidos a Goya”. En el caso de la pinacoteca neoyorquina, incluso admite que Majas al balcón pudo ser obra de un discípulo del pintor aragonés. El museo de Washington, sin embargo, destaca que el cuadro de la Mujer joven con mantilla lleva la firma de Goya y detalla el recorrido que ha seguido la obra, que pudo formar parte en su origen de la colección privada del madrileño Serafín García de la Huerta. En la relación de propietarios que incluye el museo no figuran los Montpensier.

Stanley Moss.
Stanley Moss. / D. S.

En 1997, el entonces director del Metropolitan, Thomas Hoving, admitió que aproximadamente el 40% de los fondos que posee el museo eran falsos, una declaración que provocó gran controversia en el mundo del arte.

Recientemente, el trabajo de Juan Carlos Arias sirvió para identificar un Greco falso que se conserva en el Museo Meadows de Dallas. La pinacoteca admite desde hace años en su web oficial que La Anunciación no es obra del Greco, sino que es una falsificación moderna. No precisa quién es el autor de la copia, pero sí la data entre los siglos XIX y XX. Arias descubrió que el cuadro había sido comprado por el magnate del petróleo y fundador del museo, Algur H. Meadows, al marchante de arte neoyorquino Stanley Moss, en 1956. Fue a través de Moss cómo algunos millonarios americanos compraron obras de los grandes pintores de los siglos XVI y XVII creyendo que éstas eran originales. Uno de estos magnates fue Algur H. Meadows, que había hecho una inmensa fortuna en su país con el petróleo y pasó temporadas en Madrid a partir de 1953, viviendo en el hotel Ritz, a un paso del Museo del Prado, donde se enamoró de la pintura española.

Detalle del cuadro 'La Anunciación' del Museo Meadows.
Detalle del cuadro 'La Anunciación' del Museo Meadows. / D. S.

Fuentes del Meadows explicaron a este periódico que conocían desde los años sesenta que el cuadro de La Anunciación era falso. La colección fue evaluada por el primer director del museo, William B. Jordan, en 1966, y ya entonces se determinó que éste y otros cuadros comprados en España por el magnate Algur H. Meadows eran falsos. Entre los años 2015 y 2018 publicaron en su web que el cuadro era una copia. La institución mantuvo la pintura expuesta para que los estudiantes de la Universidad Metodista del Sur, de la que depende el Meadows, pudieran apreciar la gran calidad de las falsificaciones y compararlas con obras originales que también tienen. De hecho, las mismas fuentes recuerdan que cuentan con un San Francisco arrodillado en meditación, que sí es obra del Greco, así como otras obras de grandes maestros españoles, por lo que el museo es conocido popularmente como el Prado de Texas.

El Greco era precisamente la especialidad de Olaya, que falsificó cientos de obras del pintor cretense. Arias está convencido de que tanto el Museo del Prado como el Thyssen tienen también sendas obras falsas del Greco que fueron pintadas por Olaya. En el caso del Prado, se trata del cuadro Una fábula, del que hay tres versiones originales en el mundo, dos de ellas sin firmar. La del Prado la vendió Stanley Moss en 1993 por más de tres millones de euros. La obra del Thyssen a la que el detective se refiere es una Anunciación que fue comprada por el barón a Moss en 1975. El detective ha preguntado a ambos museos si tienen pruebas de la originalidad de estas dos obras, sin obtener respuesta. La prensa griega también se hizo eco recientemente de la llamada operación Sevilla y la trama de falsificación de obras de arte surgida en la capital andaluza, pues hay tres cuadros del Greco en el Museo Nacional que podrían haber sido obra de Olaya.

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