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los invisibles

"Los grupos poéticos son como los partidos, terminan todos peleados"

  • María del Valle Rubio. Su poesía es como ella: una fuerza de la naturaleza ajena a cánones y generaciones. Durante treinta años se dedicó a la enseñanza. Ahora aprende

María del Valle Rubio, en el jardín del hotel Hesperia, en Eduardo Dato.

María del Valle Rubio, en el jardín del hotel Hesperia, en Eduardo Dato. / juan carlos vázquez

De su pueblo, Chucena (Huelva), que le editó una selección de doce libros de poesía, a Madrid, donde reincide con Vitrubio, que le ha publicado Como si fuera cierto, su último libro.

-¿De Chucena a Madrid?

-En Sevilla me han silenciado porque no pertenezco a ningún grupo. No me gusta adosarme a nadie ni vivir en casas adosadas. Cuando mi padre volvió de la guerra dijo que no trabajaba para nadie y sus hijos lo hemos llevado a rajatabla.

-¿Mejor solo que mal acompañado?

-Los grupos poéticos son como los partidos políticos, terminan todos peleados unos con otros. A los partidos al menos les mueve la ideología, que sirve de poco.

-¿Es difícil vivir de la poesía?

-La poesía es vida, pero no se vive de ella. He dedicado 29 años de mi vida a enseñar a los niños de los demás como maestra y cuando llegaba a mi casa tenía que enseñar a mis tres hijos, que los tres hicieron sus oposiciones y tienen cada uno su casa.

Con la poesía y la pintura tienes que hacer como cuando montas a caballo, que no se desboquen"Es muy malo ser bueno en este país en algo. ¿Me tengo que hacer feminista o del humanismo solidario?"

-¿Qué enseñaba?

-Un día llegó un padre al colegio y me preguntó si daba inglés. Le dije que lo único que sabía decir en inglés era Westinghouse, la marca de mi lavadora. He dado Hitoria, Naturales, Matemáticas. La poesía es matemáticas y medida. No hay poesía sin ritmo.

-Su pueblo le puso una calle y le ha editado su poesía...

-No voy más porque no conduzco y no hay un hotelito. Me parece absurdo conducir, lo haría en una carretera para mí sola, tendré que pedírsela al Gobierno.

-Pinta y escribe. ¿Qué fue antes?

-Todo a la vez. Parece una frase bonita, una frase hecha.

-Tiene los premios Rafael Alberti, Rosalía de Castro y San Juan de la Cruz. ¿Referentes?

-Yo no me quiero parecer a nadie. Me quiero parecer a mí.

-¿Destinos de maestra?

-Carmona, El Viso del Alcor y Sevilla, en la barriada Juan XXIII. Me vine porque mi hija la mayor tenía que entrar en la Universidad. Y yo venir a esa ciudad que me enamoró de niña con esa torre tan grande. Sólo quería una ventana, una mesa y los libros. Me habitué a leer en los periódicos del notario que llegaban atrasados a mi casa. Yo le escribía cartas a mi abuelo, que vivía tres casas más arriba. Él decía que no eran cartas, que eran coplas.

-¿Coincide con Pérez-Reverte en que a los maestros habría que hacerles un monumento?

-Nunca tuve problemas con los niños. Mis hijos dicen que lo que yo hacía es lo que dan ahora. Mucho dibujo, unos teléfonos de plástico para enseñarles a hablar y vocalizar. Me ha obsesionado aprender en los libros de Dámaso Alonso, de Carlos Bousoño.

-¿Escribe lo que pinta?

-Yo pinto lo que siento. Con la poesía y la pintura tienes que hacer como cuando montas a caballo, procurar que no se desboquen. Aprendí a montar de niña. Primero en un borriquito, después en un caballo, me agachaba para no darme con los olivos.

-Tres veces finalista del premio Andalucía de la Crítica. Una más que el Valencia en la Champions y Alfonso Grosso en el Planeta.

-Hay unos premios que todos los años se repiten. En Sevilla los poetas se creen muy poetas. No me perdonaron que en un mismo año, 1986, me dieran los premios José Luis Núñez y Florentino Pérez Embid. Es muy malo ser bueno en este país en algo. ¿Tengo que apuntarme a las feministas o al humanismo solidario?

-¿Sus hijos siguen sus pasos?

-Mari Carmen, la mayor, está en la Universidad. Alicia y José Luis estudiaron Filología Francesa. Ella acaba de volver de París; él acabó la carrera pero quería ser policía. Le dije que policía, sí, pero mitad misionero, que ayude.

-¿Cómo surge la poesía?

-Siempre del sufrimiento. Yo tuve de niña un novio prematuro, pero su padre era guardia civil y se fueron. Me dediqué a estudiar y me casé con mi profesor.

-¿Qué aficiones?

-El refranero se equivoca cuando dice que el que mucho abarca poco aprieta. Me gusta el campo, la agricultura, pero no tengo tierras ni fuerzas para sembrar, una palabra que sale mucho en mis libros. Tengo que volver a cantar y a coser, soy modista de alta costura. Los sábados y domingos iba con mi padre al campo y los demás días iba al taller de sastra de mi abuela María del Valle.

-¿Su próximo libro?

-Mi primera y única novela, que está en un cajón. Lo real lo fabulo y a la fantasía le doy visos de realidad.

-¿Cómo se llevan en su vida lo real y lo fantástico?

-Han ido siempre juntos. Mi padre me compraba los libros sin que mi madre lo supiera. Yo era la mayor, tenía que trabajar en la casa. Cuando llego a Sevilla, le daba clase a los niños de los americanos de la base de Morón para pagarme una residencia de la Sección Femenina.

-¿Hay una literatura rural?

-Hay palabras que dicen los sudamericanos que ya oía yo de pequeña en mi pueblo, como donadío, el título de uno de mis últimos libros de poesía.

-¿Su mejor terapia?

-Ni veo la televisión ni leo a otros poetas. Prefiero el ensayo y me encanta Javier Marías. Cómo es capaz de sacar oro de nada.

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