Huelga indefinida en Lipasam

La huelga se incendia

  • La quema de contenedores se multiplica durante el fin de semana y son ya 108 los recipientes destrozados. Unas 5.000 toneladas de basura se acumulan en las calles.

La huelga en la recogida de basura cumple una semana con más de 5.000 toneladas de residuos en las calles y con los posicionamientos más distantes que nunca. Mientras el alcalde, Juan Ignacio Zoido, se mantiene firme en su postura de no sentarse a negociar con los huelguistas mientras sigan los casos de sabotaje y vandalismo, cada noche aumenta el número de contenedores que se incendian. 

La del sábado al domingo fue la más violenta desde que empezó el paro, con 37 recipientes quemados entre las seis de la tarde del sábado y las siete de la mañana del domingo. Con ellos, son en total 108 los contenedores destrozados a lo largo de la semana. El comité de empresa de Lipasam se desvincula de estos incidentes y lamenta que no haya recibido aún ni una llamada telefónica del alcalde. 

Los efectos de la huelga empiezan a ser sumamente desagradables en toda la ciudad e insoportables ya en algunas zonas. Decenas de bolsas de basura se agolpan sobre las tapas y forman montañas en los alrededores de los contenedores. Los vecinos lanzan las bolsas desde unos metros y ya ni siquiera los rebuscadores pueden acercarse al recipiente al toparse con la barrera de los residuos. Algunos abren las bolsas, escarban en busca de algún objeto metálico que revender como chatarra, pero la mayoría son residuos orgánicos. 

En algunas calles del centro es difícil andar por la acera, en algunas avenidas la basura invade el carril bici y en otras directamente la calzada, obligando a los conductores a realizar maniobras peligrosas. En la avenida de la Cruz Roja, por ejemplo, hay coches que tienen que subirse al carril bici para sortear las bolsas esparcidas por el asfalto. En el carril bus de María Auxiliadora se aprecian restos de residuos aplastados por los autobuses. El viento que ha soplado con más fuerza durante el fin de semana que en los días anteriores ha esparcido papeles, botellas de plástico y latas vacías y hojas de árboles por toda la ciudad. Y ese mismo aire ha provocado que el mal olor ya no sólo se aprecie cerca de los contenedores, donde la pestilencia es total. 

Una mañana de domingo con sol y buen tiempo es bastante menos idílica si junto a la terraza en la que se toma un aperitivo se acumulan kilos de basura. En la Alameda de Hércules ni se ven ya los contenedores de la recogida neumática. "Ya sin huelga había siempre bastante basura porque tienen muy poca capacidad. Esto es una guarrada, en una plaza en la que juegan muchos niños cada tarde", decía una mujer que se acercaba al quiosco de prensa de la plaza. 

En el centro, por su propia configuración de calles estrechas en las que caben menos contenedores, las consecuencias de la huelga se notan especialmente. La Alameda, la Encarnación o San Vicente son zonas saturadas ya de basura. En los barrios los problemas van a más. En la Oliva, donde se quemaron contenedores la noche del domingo, hay paradas de autobús situadas cerca de contenedores en las que ya la gente ha decidido apartarse unos metros. En Sevilla Este los vecinos andan preocupados con el mercadillo, que cada fin de semana genera toneladas de residuos por sí mismo y esparce cientos de bolsas y papeles por las inmediaciones. 

El Polígono Sur, el Cerro, Palmete y el Polígono Norte fueron los barrios más afectados por los incendios del fin de semana. Si hasta el viernes eran 59 los recipientes quemados, la cifra se ha duplicado en tan sólo dos días. A la hora de cierre de esta edición, eran ya 108 los contenedores destrozados, más dos papeleras. El Ayuntamiento asegura que sólo repone los que puede porque en la mayoría hay un cerco de bolsas de basura que impide la colocación de uno nuevo. El coste de los daños asciende ya a 30.000 euros. 

A los incendios se unen actos de sabotaje, según el Consistorio, como el retranqueo de los contenedores de carga lateral para que los camiones no puedan recoger la basura, la desaparición de llaves de los vehículos y problemas para descargar los residuos en las plantas de tratamiento. Un trabajador de Lipasam fue identificado por la Policía en uno de los incidentes, según informó el alcalde, que no precisó más datos sobre este hecho. 

El comité de empresa de Lipasam eleva a 4.500 las toneladas de desechos, se desvincula de los actos vandálicos y los achaca "a pirómanos o a gente que trata de desprestigiar a los huelguistas", en palabras del presidente del comité, Antonio Bazo. Los sindicalistas también aseguran que se están cumpliendo los servicios mínimos pactados.

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