La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Sánchez aguanta más que el telexto
calle rioja
ES un posible tema para que Carlos Herrera le dedique la hora del oyente en Herrera en la Onda: esas personas que tienen el mismo nombre con los posibles equívocos. Lo podría hacer incluso en primera persona. Que se repitiera el malentendido de ¡Noticia Bomba!, novela de Ewelyn Waugh en la que un articulista de temas agropecuarios que siempre asocio con Bernardo V. Carande cuando dirigía desde su retiro pastoril de Almendral la revista Alor Novissimo es enviado a cubrir una guerra africana porque lo confunden con un prestigioso corresponsal británico que se llama como él.
Imaginen que en lugar de Carlos Herrera Crusset hubiera viajado hasta Washington para informar desde la capital de los Estados Unidos de la nueva toma de posesión de Barack Obama como inquilino de la Casa Blanca Carlos Herrera Maliani, académico numerario de la Real Academia Sevillana de Ciencias e investigador de la Estación Biológica de Doñana. Y que en justa reciprocidad, fuera el periodista Carlos Herrera el que hoy hablara en el Ateneo de Sevilla (19:30) de Levaduras nectarívoras, unos habitantes florales tan discretos como influyentes, tema sobre el que disertará el Carlos Herrera científico dentro del ciclo Los Martes de la Academia.
Hay otro Carlos Herrera ajeno al periodismo y a la botánica. La cita es de Marcel Proust, de Sodoma y Gomorra, el cuarto volumen de En busca del tiempo perdido: "Pero ¿no conoce usted Las ilusiones perdidas? Es tan hermoso aquel momento en que Carlos Herrera pregunta el nombre del castillo junto al que pasa su calesa: es Rastignac..." Las ilusiones perdidas es una novela de Honoré de Balzac perteneciente a su serie La comedia humana. "Ya sé que Balzac se lleva mucho este año", dice el narrador.
Proust es un gran defensor de los pregones, género en el que Carlos Herrera, discreto e influyente como esas levaduras nectarívoras, tuvo ocasión de cantar las alabanzas de los Carnavales de Cádiz y de la Semana Santa de Sevilla, hermanando dos ciudades y sus fiestas más señeras. Por cumplimentar al heredero de Abraham Lincoln, Herrera se perdió anoche el coro de Julio Pardo y la chirigota de Sevilla Los que salieron huyendo por la que está cayendo. Obama es Cádiz conmás negritos... "Soy el chico de la campana, el pregonero del buque", proclama uno de los marineros de Moby Dick, una novela del neoyorquino Herman Melville donde aparece Cádiz.
La homonimia produce curiosas coincidencias. Francisco Núñez Roldán, profesor titular de Historia Moderna de la Universidad de Sevilla, presenta mañana en la Casa de la Provincia (19:30: a la cultura le gusta jugar a las siete y media) el libro de Juan Cartaya Baños Para ejercitar la maestría de los caballos. La nobleza sevillana y la fundación de la Real Maestranza de Caballería en 1670. En Google aparecen sus datos e imágenes mezclados con los de Francisco Núñez Roldán, catedrático de instituto, que hasta su jubilación daba clases de Inglés. Este docente hace alarde de su segundo apellido y pertenece desde su fundación a la tertulia litero-picto-tabernaria Cuadernos de Roldán.
En cualquier caso, en las ocupaciones intelectuales de los dos profesores Núñez Roldán abundan los hombres que montan a caballo. Los dos son especialistas, uno como historiador, el otro como novelista, en el Siglo de Oro. El profesor de Universidad ha estudiado la vida cotidiana en la Sevilla del Siglo de Oro, mientras que el catedrático de Instituto se centró en la presencia de la lírica inglesa en ese periodo, en un estudio que subtituló De los isabelinos a los metafísicos.
Un Paco Núñez Roldán, el novelista, que ganó el premio de novela El Diablo Cojuelo con Guatarral, almirante y pirata, nació en Madrid, aunque ha desarrollado en Sevilla toda su trayectoria profesional, ciudad donde diseccionó sus casas de lenocinio y se adentró en la Sevilla napoleónica. Donde escribió alguna historia fantástica que contó con el correlato del editor Pedro Tabernero e ilustraciones del dibujante Heinz Eidelman, el checo que creó Curro, la mascota de la Expo. Otro Paco Núñez Roldán, el historiador, se remitió a su villa natal, La Puebla de Guzmán, en la provincia de Huelva, cuando publicó La vida rural en un lugar del Señorío de Niebla.
La síntesis entre estos dos Núñez Roldán, que además tienen amigos comunes y desdeñan con idéntico ingenio los cánones de lo políticamente correcto, sería una formidable novela histórica. Uno pondría las fechas y el otro los personajes. Uno la bibliografía y otro la fantasía.
Todos tenemos un doble o un triple. El tabernero Diego Alonso, que regentaba con maestría simpar el bar Porma, con ecos de Juan Benet, tenía nombre de futbolista. Si le salen bien las combinaciones de vuelo, con logística de Naranjo y Melgar, igual a Carlos Herrera Crusset le da lugar a hablar esta tarde en la calle Orfila de las levaduras nectarívoras para que a Carlos Herrera Maliani no le pese el madrugón de tener que dar los buenos días a la audiencia a las seis de la mañana.
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