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Un madridista canta a Kubala por Serrat

  • El mismo día llegaron Luis Enrique a la selección y García Montero al Cervantes. El verano del codazo de Tassotti, el poeta granadino habló de fútbol y literatura en La Rábida

Luis García Montero, con el autor de la crónica, en el curso de La Rábida sobre fútbol y literatura.

Luis García Montero, con el autor de la crónica, en el curso de La Rábida sobre fútbol y literatura. / Juan Carlos Cazalla

CERVANTES fue portero del Betis y Luis García Montero eligió Orihuela, la cuna de Miguel Hernández, autor de una Elegía al guardameta, en su primer acto como director del Instituto Cervantes. El poeta y catedrático granadino es del Madrid de los García y del Granada de los Montero. Le prologó a Ramón Ramos su libro Adiós a Los Cármenes.

El fútbol y la política vienen últimamente en tándem de sidecar. La salida de Rajoy de la Moncloa y de Lopetegui de la selección; la dimisión de Màxim Huerta como ministro de Cultura y el nombramiento de Fernando Hierro como seleccionador, tan efímero como aquél. Y ahora el mismo día que Luis Enrique es elegido seleccionador nacional, Luis García Montero llega al Instituto Cervantes.

Luis Enrique participó en tres Mundiales, pero el codazo de Tasotti en el España-Italia del Mundial de Estados Unidos 94 eclipsó todo lo demás, incluso el empate de Caminero en ese partido, el fallo de Julio Salinas ante Gianluca Pagliuca y el gol postrero de Roberto Baggio.

Un mes y nueve días después de aquel partido, Luis García Montero y quien firma esta crónica fueron convocados para participar en un seminario sobre fútbol y literatura en la Universidad de La Rábida, junto a los frescos marineros de Vázquez Díaz y muy cerca del lugar por donde el balompié entró en España. Nos convocó el periodista y amigo José María Gutiérrez.

Aquel 16 de agosto de 1994 era un nuevo aniversario de la muerte de Elvis Presley. El hilo conductor de mi ponencia fue el efecto Leopold Bloom en virtud del cual la selección de Irlanda, entrenada por Jackie Charlton, fue la única que venció a Italia en ese Mundial.No lo hizo ni Brasil, que le ganó la única final sin goles de la historia en la tanda de penalties. En un seminario sobre Joyce que había organizado en Sevilla Francisco García Tortosa, un cura irlandés aseguró que el Finnegans Wake, la obra más difícil del escritor dublinés, era una profecía literaria de Elvis Presley.

En su intervención, García Montero hizo una atinada selección de textos poéticos relacionados con el fútbol, leídos por él, que lee casi tan bien como escribe. Empezó con la Oda a Platko, auténtica crónica de la final de Copa disputada en 1928 en el Sardinero por Barcelona y Real Sociedad, exaltación de las virtudes de ese oso húngaro, portero blaugrana, cantadas por Rafael Alberti, que vio el partido en Santander con Carlos Gardel y José María de Cossío. A esa oda de Alberti contraatacó Gabriel Celaya en una contraoda en la que planteaba que el artífice de la derrota donostiarra no fue el portero magiar sino el árbitro. El VAR con nueve décadas de anticipación.

El segundo poema que recitó se titula Fútbol Modesto y en él Leopoldo de Luis, hermano de padre de Francisco Umbral y padre de Jorge Urrutia, muy vinculado al Instituto Cervantes, utiliza la estratosfera del fútbol para hacer crítica social y antifranquista. El tercer poema lo compuso Joan Manuel Serrat. Érase una vez (Temps era temps) empieza con el oro de Moscú y acaba con la señora Francis. Tiempos de Una, Grande y Libre y las vías de escape. Una, el cine, Metro Goldwyn Mayer. De las más eficaces, Serrat las resumía en un trío y en un quinteto: Quintero, León y Quiroga, reyes de la tonadilla; y Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón, mítica delantera del Barça. Otro húngaro, como el de Alberti. García Montero me contó que los cuatro goles del Buitre a Dinamarca en el Mundial de México 86 los vio con el poeta de El Puerto y sus cachorros Benjamín Prado y Cristina Rosenvinge.

García Montero es un poeta futbolero. Madridista y comunista, como Simón Sánchez Montero. Su hermano Juan, que fue concejal del PP, me contó que es mucho más llevadera la relación entre dos hermanos del Pecé y del PP que la de un marido del Madrid casado con una colchonera, por Almudena Grandes.El nuevo director del Cervantes editó con Jesús García Sánchez El balón envenenado, una antología de Fútbol y Poesía que editó Visor. Un libro muy recomendable que incluye el poema Domingos por la tarde, versos de García Montero que se leen como se ve una película de Rossellini: “son noventa minutos en un vaso de agua. / Pero a mí me han quitado muchas veces la sed”. En Los Cármenes del Granada, que jugó la final de Copa del 59 y dio hasta un Pichichi, Porta.

Fútbol y letras el verano del codazo de Tassotti a Luis Enrique. Cité la greguería de Ramón Gómez de la Serna: “Cuando el futbolista hace gol con la cabeza da un puntapié con el cerebro”.

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