Demografía

La natalidad se desploma en Sevilla con 3.000 niños menos en una década

  • Las muertes superan en más de mil a los nacimientos desde que comenzó el siglo XXI

  • La educación es uno de los principales sectores perjudicados por el descenso demográfico 

  • Socios de fin de semana en las casetas

Un padre llevando a sus dos hijos al colegio.

Un padre llevando a sus dos hijos al colegio. / Redacción Sevilla

Los nacimientos en Sevilla han entrado en caída libre. Hay que bucear mucho en la historia demográfica de la provincia para encontrar una época con índices de natalidad tan bajos, poco más de 7.000 al año. Una cifra que, si se relaciona con la que se registraba hace una década, supone 3.000 niños menos. Tales cantidades, al compararlas con el número de muertes, provoca que el crecimiento natural sea el más negativo desde que comenzó el siglo XXI. La provincia pierde mi habitantes. La tendencia no tiene visos de cambiar a corto plazo, por lo que la inmigración se convierte en la principal baza para equilibrar la balanza. Uno de los sectores más afectados por este invierno poblacional es la educación, donde la falta de niños empieza a dejar vacías muchas aulas

"No hay que hacer un drama de esto". Quien así se expresa es Víctor Fernández Salinas, catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Sevilla (US). Este experto lleva años analizando el comportamiento demográfico de la capital andaluza y su provincia. Lejos de alarmismos, afirma que "no se trata de un proceso nuevo ni único en Sevilla". "Es la consecuencia de factores culturales y socieconómicos", señala. 

Los condicionantes económicos son de sobra conocidos. Hipotecas y alquileres desorbitados para salarios alejados de la media europea. Todo ello en un contexto de constante inflación de los precios. Pero Fernández apunta también a las condiciones culturales que han llevado a esta situación. "Vivimos en una sociedad de consumo, con parámetros del bienestar lanzados desde los medios de comunicación, que inciden de pleno en el concepto de familia. Ahora, por ejemplo, se valora mucho viajar, lo que muchas veces resulta incompatible con las responsabilidades de un hogar”, explica. 

El "invierno poblacional"

Las últimas cifras sobre la natalidad en Sevilla las aporta el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA). Los datos más recientes están tomados de 2022, cuando en la provincia se contabilizaron 7.434 nacimientos. Para comprobar la evolución de los alumbramientos hay que echar la vista atrás y tomar como referencia la última década. En 2012 tal cifra era de 10.843, por lo que en este periodo han dejado de nacer 3.400 niños, número que simboliza una época que los expertos han denominado "invierno poblacional". 

En el análisis de los datos debe tenerse en cuenta que desde 2012 los nacimientos siempre han ido a la baja, excepto en 2020, ejercicio condicionado por la pandemia del Covid, donde se registró un levísimo repunte. Los inicios de la década pasada estuvieron marcados por los efectos de la crisis económica desatada a finales de 2007. El desplome financiero provocó el cierre de numerosas empresas, la paralización de muchos proyectos y una continua sangría del paro.

Un periodo adverso para las familias del se empezó a salir en 2015. Esta breve bonanza duró poco. En 2020 llegó la pandemia del Covid, que también tuvo sus consecuencias económicas. Aquel año, sin embargo, se produjo el único incremento de esta serie. De los 8.010 nacimientos de ese ejercicio se pasó a los 8.110 de 2021. Una recuperación bastante efímera, pues en 2022 volvieron a descender, hasta situarse por debajo de los 8.000. En un solo año han dejado de nacer 676 bebés

La pirámide se invierte

La estadística del IECA refleja el crecimiento natural de la población sevillana, es decir, la diferencia entre los nacimientos y defunciones. Del balance ampliamente positivo de 2021, con un saldo de 3.110 nuevos habitantes, a uno de los resultados más negativos que se recuerdan y el más alto, en este sentido, desde que se inició el siglo XXI: -1.410. Todo ello, además, en un año en el que ya se habían dejado atrás los peores efectos de la pandemia en cuanto a muertes. La pirámide poblacional, por tanto, se invierte. Más fallecimientos que alumbramientos, lo que dibuja una base cada vez más reducida para una cúspide bastante ancha. 

La coyuntura que atraviesa Sevilla no es única ni la más alarmante de España. En provincias del norte las cifras son más abultadas. Sin olvidar otros países del sur de Europa, como Portugal e Italia. "Han sido los últimos países en sumarse a la bajada de la natalidad, pero lo han hecho de forma muy potente", asegura el catedrático de la US, que resta "dramatismo" al crecimiento negativo. Por tal motivo, prefiere mantener "cautela" ante las proyecciones demográficas y apremia a tomar medidas para "un nuevo modelo de sociedad". 

"Se requieren políticas pro-natalistas realmente efectivas, y no parches, como lo que tenemos en España", defiende Víctor Fernández, que en este aspecto recomienda fijar la mirada en las medidas que llevan años poniendo en práctica países europeos como Francia y Alemania.

La inmigración juega a favor

Pero también aquí juega un papel fundamental la inmigración, el colectivo que puede equilibrar la balanza. "Aunque sea desde una perspectiva egoísta, necesitamos personas que vengan a trabajar y cotizar, para las que también se requieren verdaderas políticas de integración", comenta este experto, quien agrega que sufrir durante tantos años unas altas tasas de paro "nos hizo creer que éramos un país superpoblado, pero esta percepción dista mucho de la realidad". 

La bajada de la natalidad tiene también sus efectos en los servicios públicos, entre ellos, la educación. La falta de niños deja vacías las aulas de los colegios. En algunas localidades ya se ha optado por agrupar a alumnos de distintas edades en una misma clase. Desde la comunidad educativa se reclama que la Junta de Andalucía (que tiene las competencias en este ámbito) aproveche la coyuntura para bajar la ratio (número de escolares por aula) y así proporcionar una enseñanza de mayor calidad. 

Los efectos en los colegios

Este efecto incide en la escolarización. Previamente, en la planificación que acomete la Delegación territorial de Desarrollo Educativo se decide las líneas a suprimir en un colegio según los datos del padrón de la población en el tramo de edad correspondiente con la enseñanza universal (de los 3 a los 18 años). A esta primera lista se pueden sumar otros centros cuando se obtengan los datos de las solicitudes. Los últimos años han estado protagonizados por protestas de asociaciones de padres de alumnos en contra de esta eliminación. 

De cara al proceso que comenzará el próximo 1 de marzo, conviene atender a los nacimientos de 2021, niños que en su mayoría se escolarizarán en el curso que comenzará en septiembre en el segundo ciclo de Infantil (de 3 a 6 años) en los colegios. Como se dijo anteriormente, ese ejercicio estuvo protagonizado por un leve repunte de la natalidad en plena pandemia, lo que, a priori, podría incrementar la oferta de plazas aunque sólo sea por un ejercicio académico.

Un Casco Antiguo sin niños 

Cuestión distinta es lo que ocurra en cada distrito educativo. Conviene recordar aquí lo sucedido en el Casco Antiguo de la capital hispalense, donde el año pasado, acabado el periodo de solicitud de plazas, quedaron 149 vacantes, algo impensable hace una década. A este resultado contribuyó, además del descenso de la natalidad, la presión turística, que deja vacío de vecinos los barrios del centro. Caso paradigmático es el del CEIP San Isidoro, en la calle Mateos Gago, donde en mayo sólo se habían recibido 12 solicitudes para la única aula de alumnos de tres años. 

Los colegios de esta amplia zona, además, no cuentan con suficiente población inmigrante que pueda recompensar la falta de alumnos autóctonos, algo que sí sucede en otros barrios de la ciudad, como los situados en los distritos Macarena, Norte y Cerro-Amate. Este colectivo llega a los 2.288 escolares en la provincia este curso. De ellos, 441 están en Infantil, 1.048 en Primaria, 689 en ESO y 110 en Bachillerato. 

La amenaza del cierre de colegios públicos por falta de demanda esta, por ahora, lejos. Una medida por la que han tenido que optar en provincias cercanas, como Cádiz. Sin embargo, en el sector privado la crisis demográfica ha pasado ya factura. Así ocurrió el año pasado en el Colegio La Luna, en Sevilla Este, que anunció su cierre por falta de demanda cuando varias familias ya habían pagado la matrícula. 

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